CARTA DE LA DIRECTORA
Este número, planeado como todos desde hace meses, habla sobre el protagonismo que nuestra piel tiene en la construcción estética de una temporada profundamente reveladora y sobre cómo la defensa del bienestar con el propio cuerpo gana enteros como uno de los valores que la moda debe defender de forma prioritaria. La piel que habitamos es nuestro primer y más importante traje y por eso conviene cuidarlo y quererlo. El apasionante reportaje El tercer cerebro de Carmen Lanchares explica, además, cómo la neurociencia ha determinado el papel que la piel juega en el control de nuestro cuerpo y nuestras emociones.
Pero los acontecimientos de las últimas semanas sitúan este alegato en un contexto completamente distinto. Porque acaso nunca hemos vivido con tanto miedo a tocarnos, con tanto recelo a la cercanía con el otro y a la exposición de nuestro organismo. Es posible que sea una de las razones por las que las páginas de este número me parecen más especiales que nunca. Llenas de una confianza y una belleza que ahora mismo escasean a nuestro alrededor. También es cierto que en momentos convulsos la moda puede ofrecer una ventana de esperanza y de optimismo. Así, por ejemplo, los desfiles de la temporada otoño/ invierno 2020, recién terminados en París y tan marcados por el miedo y el sentimiento apocalíptico, han estado entre los más interesantes y creativos que recuerdo.
Pero también podría ser que mi emoción al repasar estas páginas tuviera un sentido más personal. El número de abril es el que marca mi aniversario en Vogue, y el de la propia cabecera en España. Un número de abril, el de 1988, fue el que lanzó Vogue España y otro, el de 2017, el primero que yo dirigí. En los tres años que ahora cumplo en esta casa, abril siempre ha sido memorable: desde aquel Juntas hacemos Historia de 2017 hasta Penélope Cruz como editora invitada en 2019 o la gran celebración del 30 aniversario en 2018. Por eso me hace tanta ilusión que en este abril se reflejen de forma tan clara todos esos valores que defendemos de forma constante en Vogue. Me gusta que en él se reúnan tantas mujeres que admiro y que demuestran el poder que entraña estar cómoda en tu piel. Me gusta que por él circulen las historias, los principios y los protagonistas a los que hemos sido fieles en estos últimos tres años. Como Camila Falquez, la primera fotógrafa española en firmar la portada de Vogue España, que vuelve para retratar la belleza de la madurez de un grupo de portentosas actrices, entre ellas, Marisa Paredes, Verónica Forqué o Julieta Serrano. O como Ana de Armas, cuya combinación de dulzura y fortaleza me enamoró una noche en un desierto de Los Ángeles, precisamente tres años atrás, y que ocupa por primera vez un espacio –el de la portada de Vogue– que está destinada a ser suyo muchas más veces en el futuro.
No se me ocurre mejor manera de celebrar un cumpleaños que brindando por las promesas cumplidas y por los sueños que quedan por alcanzar