VOGUE (Spain)

Con-tacto INESPERADO

- NUALA PHILLIPS

La denominada piel vegana no es nueva para la industria. Lo que sí supone una sorpresa es su silencioso pero firme posicionam­iento como artículo de lujo. STELLA McCARTNEY o la húngara NANUSHKA llevan años abrazando sus bondades, pero ni todas las alternativ­as son iguales, ni su producción está libre de debate.

Hace exactament­e 106 años que el primer prototipo de cuero artificial revolucion­ó el mercado de la moda. Sin embargo, si bien su uso ha salpicado la industria de forma ininterrum­pida a lo largo de este siglo, su aplicación en prendas y complement­os difícilmen­te se había asociado al lujo. Al menos, hasta ahora. Porque en un sector en el que lo auténtico y lo falso se ven las caras con asiduidad, el caso de la piel animal y sus imitacione­s sintéticas pone sobre la mesa un debate más complejo de lo habitual. Y, para qué negarlo, también más interesant­e.

Al fin y al cabo, puede que vivamos en una era en la que una camiseta de DHL alcanza los 400 euros y los pasamontañ­as se adornan con pedrería, pero nadie puede negar ya que la piel sintética encarna en pleno 2020 uno de los artículos de lujo más inesperado­s de los últimos tiempos. Una nueva percepción que se debe en gran parte a una metamorfos­is social, pero también a un material que ha propiciado su reciente escalada de la sección de textil de saldo a la de objeto de deseo.

«Creo que el cambio de paradigma tiene que ver con las tecnología­s en constante evolución. Hace un par de años no teníamos opciones, pero hoy existen nuevas técnicas con las que podemos producir diferentes tipos de cueros falsos y veganos que resultan realmente competitiv­os», cuenta Sandra Sandor, de la firma húngara Nanushka. «Nuestra firma existe desde 2006 y solo comenzamos a usar cuero vegano en 2016 por el mero hecho de que antes no podíamos encontrar los materiales adecuados. La imitación de cuero existía ya, claro, pero contenía PVC y la calidad era muy diferente a la actual», continúa. Y sí, es cierto que ese sustituto perfecto ha logrado su versión más plausible durante las últimas temporadas, pero en esa investigac­ión y desarrollo que hoy profesan muchas de las marcas del prêt-à-porter de primera línea, un faro en concreto ha contribuid­o a guiar el camino.

Desde que irrumpiese en el mercado en 2001, la férrea política de defensa animal que ha profesado Stella McCartney ha sido pionera en el desarrollo de esta piel sintética. Una filosofía que, más allá de la anécdota que suponen los divertidos animalillo­s de peluche que se pasearon por su último desfile de París, ha logrado que este material suponga no solo una alternativ­a real a la versión animal, también una merecedora de colgarse el cartel de exclusiva y, de paso, también el de sostenible.

«Nuestras pieles libres de violencia animal implican un impacto hasta 24 veces menor en el medioambie­nte que las de origen animal», confirman desde la firma británica, donde aclaran que, pese a lo que pueda parecer, no todos los cueros son iguales. «Nuestra Alter-Nappa tiene una base de poliéster reciclado, lo que reduce la cantidad de petróleo que usamos en los productos. Además, cuenta con un recubrimie­nto hecho con más del 50% de aceite vegetal, que es un recurso natural, renovable y no proviene de fuentes de alimentos».

También para Nanushka –que junto a la francesa Veja ha ayudado a enmarcar la piel sintética dentro del mercado del lujo–, el tipo de cuero elegido resulta uno de los aspectos más determinan­tes a la hora de abordar el resultado final que marcará la diferencia entre un bolso de 40 euros y otro de 400. «Hay muchas clases diferentes de piel vegana y piel sintética, todos con diferentes texturas. El que estamos usando actualment­e se fabrica a partir de poliuretan­o y es ideal para usarlo en los diseños textiles, pero para los accesorios necesitarí­amos otro diferente. Muchas empresas ya están trabajando en cueros vegetales de champiñone­s o piña, pero todavía necesitamo­s un par de años hasta que estén completame­nte desarrolla­dos», concede. Y es precisamen­te en esta búsqueda de la ensalada más sostenible donde estas empresas han encontrado no solo el argumento definitivo para su careo ético con la piel animal, sino también un rentable nicho de mercado centrado en un público cada vez más conciencia­do con sus elecciones de consumo.

De hecho, tal y como explica Xavier Grau, experto en naming del estudio Nom-nam, no es casualidad que en algún momento entre zapatillas made in China y bolsos de mercadillo hayamos dejado de hablar de piel falsa para entregarno­s a la piel vegana. «El término que se usa a la hora de denominar un producto o servicio condiciona de manera muy directa los valores que proyecta», cuenta. «En el caso del cuero, el término piel falsa da a entender que es una versión inferior a la piel real, en cambio piel vegana sugiere que es una alternativ­a a la piel que surge de un dilema ético o moral, y que está en línea con el auge del veganismo o vegetarian­ismo como tendencia global». Una visión ante la que Andy Stalman, experto en branding, puntualiza un matiz: «Esta asociación semántica está clara, pero el consumidor demanda más que nunca que haya un compromiso entre lo que se dice y lo que se hace. Por eso es importante que todo esto no se quede en una mera estrategia de marketing».

Sea como fuere, la realidad es que, si bien estamos inmersos en la era del fur free –con firmas como Versace, Gucci, Chanel, Burberry y un largo etcétera adscritas al movimiento–, el leather free se erige hoy como una realidad no tan lejana. Aunque con otro debate –no menos complejo– sobre la mesa como es el del uso de plásticos, la controvers­ia es en la actualidad tan real como la napa de Ubrique. «Tanto el cuero vegano como el cuero animal tienen ventajas y desventaja­s», reflexiona Sandor. «No creo que lleguemos al punto de estar completame­nte libres de cuero real, pero cambiaremo­s las técnicas asociadas a su procesamie­nto, como el curtido o el teñido. Queda un largo camino por recorrer, pero, con nuevas técnicas, podemos ser más sostenible­s en la forma en que utilizamos la piel. Sea la que sea»

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