TRANSMITIR CREDIBILIDAD
María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud, es uno de los rostros y de las voces más buscados y esperados estos días.
Su actividad es frenética. Entrevistas en televisión, periódicos, radio. Su misión, emitir el mensaje, las recomendaciones y los balances del organismo que vela por la salud de todos. «La salud nos hace a todos muy vulnerables, pero también muy iguales. En cuanto alguien se pone la bata del hospital se separan muchas barreras sociales, y nos volvemos todos más frágiles». Las palabras de María Neira (La Felguera, Asturias, 1962) son serenas, pero su mensaje es claro. Ahora mismo, la salud mundial es el principal foco de la noticia: «Cómo se cuenta la información es fundamental, sobre todo en estos tiempos tan emocionales, con tanta adrenalina y un poco de psicosis», reconoce Neira telefónicamente, desde su casa de Ginebra donde está confinada con su familia.
Después de más de tres décadas consagrada a la medicina, a esta doctora con especialización en endocrinología le sigue emocionando hoy la calidez y la calidad humana: «Me produce una descarga eléctrica ver que en el fondo, la parte humana siempre nos sale a todos, o a casi todos. Siempre hay un destello de solidaridad que aparece en este tipo de situaciones. Al final, ves gestos de interés por el otro que están mucho más presentes de lo que antes podíamos pensar». En este tipo de situaciones, la figura de los líderes es clave. «El liderazgo es fundamental en todos los aspectos. Ya sea que respondas a un pequeño brote epidémico en el norte de Mozambique durante la Guerra Civil o a nivel de Gobierno en una situación absolutamente excepcional como esta. Y ya seas un funcionario de la administración o un enfermero de un hospital... Creo en el liderazgo auténtico, el que cualquiera puede ejercer por muy pequeña que sea su parcela de poder. Hay que hacerlo bien, siempre con estrategia, con contexto y con equilibrio. Yo creo mucho en el liderazgo bien entendido, no en el culto a la personalidad o al personaje, sí en el que tiene que ver con alguien que quiere el bien común, el bienestar de los otros y que ese sea su objetivo demostrable».
Para esta asturiana, que comenzó su carrera atendiendo a los mineros de su tierra, los líderes «tienen que transmitir una credibilidad, saber reconocer la situación y encontrar la legitimidad, que te dan tus hechos. La credibilidad te viene dada por tomar la iniciativa, por demostrar que piensas en el bien común, y por ser una persona muy ecuánime, que no flaquee en situaciones difíciles, porque ahí es donde se monta el verdadero lío. Además, ha de tener interés en todos los miembros de la comunidad».
Cuando llegó a la OMS, Neira ya había vivido situaciones extremas trabajando para Médicos sin Fronteras, y estaba curtida en crisis sanitarias. «Recuerdo cuando el sida empezó a manifestarse. Yo estaba en África en ese momento, en Ruanda... Fue una de las cosas más desgarradoras. Otra de las más imponentes que he visto ha sido el ébola o la epidemia de cólera tan horrible después del genocidio en Ruanda. Se trata de una de las situaciones más dantescas que he presenciado». Pero, probablemente, la pandemia generada por la COVID-19 también se contará entre los momentos más impactantes de su carrera. ¿Qué aprenderemos de todo esto? «Los humanos aprendemos con dificultad [ríe]. Pero de estas situaciones siempre se saca algo, y tenemos que hacerlo, hay que sacarlo de donde sea. Por lo menos aprenderemos a decir cosas bonitas a los que queremos, a llamar a los abuelos, a los padres, a la familia o a los amigos con más frecuencia. A disfrutarlos más». A pesar de que el foco de atención ahora es otro, no quiere dejar de lado una de sus principales demandas: «Ojalá nuestro patrón de consumo y de locura también bajen un poco. No quiero aprovechar para hacer campaña de nuevo y luchar contra el cambio climático y la contaminación del aire, pero de alguna manera cuando vemos esas imágenes de los canales en Venecia en las que el agua está transparente. A lo mejor de ahí queda algo...».