PALABRA DE EXPERTA
La viróloga Isabel Sola y su equipo del Centro Nacional de Biotecnología de Madrid investigan sin tregua la vacuna que pueda frenar la COVID-19.
Lleva 25 años investigando coronavirus, la mayoría de ese tiempo desde el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, desde donde ahora codirige junto a Luis Enjuanes el laboratorio de coronavirus, y más de un mes contestando una de las preguntas con gran cotizada respuesta: ¿Cuándo estará lista la vacuna? El equipo de investigación de Isabel Sola (Navarra, 1967) trabaja con plena motivación e ilusión en su desarrollo, pero la ciencia lleva su ritmo. «Divido entre la cabeza y el corazón. La cabeza está en el laboratorio, donde tenemos muy claros cuáles son los pasos que debemos dar, y estamos dándolos. Está todo programado y posiblemente por la experiencia previa que tenemos de trabajar con otros virus muy similares a este, no prevemos que vaya a haber grandes problemas», cuenta desde su casa madrileña, donde también ella está aislada. «Pero por otro lado está el corazón, con el que te asomas a la realidad, y ves el deseo que tiene todo el mundo de que esto termine, que haya vacunas, que haya antivirales, y te sientes un poco impotente porque quisieras dar una respuesta mucho más inmediata de lo que se puede dar trabajando en ciencia, que tiene sus tiempos». Esos tiempos son los que marcan que posiblemente, de «forma optimista y razonable», como confiesa la bióloga, se comercialice una vacuna dentro de un rango que oscila entre 12 y 18 meses. Pero no todo es certeza trabajando en este sector, hay días grises en los que la ruta tomada no es la correcta: «Es lo habitual, no solo en este momento. Podemos estar trabajando durante meses con una hipótesis y diseñar sus experimentos y trabajo en esa dirección para poder confirmarla, pero ese camino no llega al destino que uno esperaba. La ciencia es eso: trabajar casi todos los días sin tener resultados inmediatos, pero cuando encuentras uno positivo, cuando haces un descubrimiento, te compensa por todos los otros días». Estos meses, mientras todos los miembros del equipo –desde los estudiantes, predoctorales, postdoctorales a los técnicos– trabajan a contrarreloj en busca de hallazgos, de forma paralela se han convertido en gran parte del foco de atención, son fuente de noticia, pero ¿qué hay de beneficioso en toda esa sobreinformación? «Como en todo, hay un punto de equilibro entre lo que es información de utilidad, veraz, y lo que se convierte en saturación. Es como los sistemas biológicos, cuando das una señal obtienes una respuesta que es proporcionada, pero llega un momento en el que el sistema se satura y deja de funcionar bien. Con la información pasa un poco lo mismo. Es importante que la gente disponga de datos para no tener miedo a lo desconocido, pero hay que poner ciertos límites para evitar la saturación». La comunidad científica se ha convertido por unos meses en protagonista, pero, ¿qué ocurrirá cuando todo esto pase? «Soy optimista y quiero pensar que esto nos cambiará, pero vas a la realidad y ves que las cosas cambian mientras están sucediendo, y en los próximos meses, pero luego hay tendencia al olvido. Espero ahora que tarde en llegar y que aprendamos lecciones». La comunidad científica es una de las más damnificadas cuando baja la atención. «Trabajamos con virus que causan enfermedades contagiosas, y siempre lo decimos, los coronavirus son familias de virus emergentes con potencial pandémico, en algún momento pueden aparecer y causar una epidemia o pandemia de dimensiones impredecibles, sin embargo solo nos acordamos de los virus cuando estamos viviéndolos y luego tenemos tendencia a olvidarnos, la financiación cae y se dejan de apoyar proyectos que tienen que ver con enfermedades infecciosas». Por eso, ahora, al otro lado del teléfono, el deseo de Sola es que «al menos se tome conciencia de la importancia que tiene la investigación en general, la de los virus y las enfermedades infecciosas en particular, la necesidad de tener una sanidad que esté funcionando bien, potente y bien organizada como para poder hacer frente a crisis como esta. Creo que son lecciones que deberíamos aprender a la hora de dar prioridad en la sociedad a tareas que no se deben abandonar».