CARTA DE LA DIRECTORA
Al cierre de este número de diciembre, es imposible saber cómo celebraremos esta Navidad. No hay manera de anticipar la situación en la que estaremos exactamente, pero lo que es seguro es que será una Navidad distinta, como lo ha sido todo en este año que cerramos. Aunque nos hemos acostumbrado a lo imprevisible, sí sabemos que serán unas fiestas más contenidas, más reducidas y más íntimas. También muy deseadas, porque pocas veces hemos anhelado tanto el espíritu de cercanía con los seres queridos y de celebración vital que están en el corazón de la Navidad y le dan su auténtico sentido. Si hay que poner una bonita mesa y arreglarse solo para brindar a través de una pantalla con los allegados, que así sea.
Con esa vocación, queremos darnos un respiro y celebrar, aunque solo sea a través de estas páginas. Queremos celebrar nuestra resiliencia ante la adversidad y la de la cultura que tanto apreciamos y que necesitamos acaso más que nunca. Queremos rendir tributo a los que siguen contando historias y, gracias a ellas, nos permiten escaparnos un poco, durante un instante, de la realidad. Con la música, con los libros, con el cine y, por supuesto, también con la moda. Admirar creaciones de alta costura nunca fue tanto una cuestión de llevarlas como de deleitarnos en el placer que nos proporcionan al contemplarlas. Y para eso no hace falta tener a donde ir.
No se me ocurre nadie mejor que la legendaria modelo y activista Amber Valletta para mostrar todas las posibilidades creativas de la alta costura y la alta joyería. Ella protagoniza una onírica y fabulosa sesión, firmada por Txema Yeste, que se convierte en su segunda portada para Vogue España desde un ya lejano debut en la revista en 1993. El reportaje es también el retrato de unos vestidos de otoño/invierno 2020-2021 que no tuvieron desfiles en los que ser mostrados ni ocasiones en las que ser lucidos, pero que precisamente por ello pasarán a la historia como testimonios de este momento.
Aunque el credo de Vogue es siempre mirar hacia adelante, el último número del año invita a echar un vistazo por el retrovisor. Cuando lo hago, veo 12 portadas que reflejan los estados de ánimo, emociones y luchas de este 2020. En enero, anunciamos el compromiso global con los valores de Vogue, en una revista llena de ingenuidad y optimismo ante lo que se avecinaba. Pero me ilusiona y me llena de orgullo ver cómo hemos mantenido esa mirada y ese rumbo en un año lleno de retos y de dificultades, pero también de hitos. Si en febrero rendimos tributo a la artesanía y a las tradiciones españolas con un número especial que recorría todo el país, en julio hablamos del poder de la comunidad de una manera global con la primera portada en la carrera de Naomi Campbell firmada por una fotógrafa negra, Nadine Ijewere. Al mismo tiempo, hemos defendido la libertad de ser y la fortaleza de la individualidad con imágenes llenas de significado protagonizadas por Indya Moore, Laura Dern o Esther Cañadas. En nuestros contenidos, ya sean impresos o digitales, hemos puesto un persistente foco en los jóvenes que cambiarán el mundo, en la lucha contra el racismo, en la crucial importancia de la sostenibilidad y en la defensa de la diversidad e igualdad en su sentido más amplio, profundo y auténtico. La hemeroteca es la mejor prueba de la constancia y coherencia de unos valores que impregnan todo lo que hacemos. Y lo que no hacemos.
Se nos han acabado los adjetivos para definir lo que nos ha ocurrido este año, pero en Vogue la historia se escribe también con imágenes. Por eso hemos encargado trabajos a leyendas de la fotografía en España como Isabel Muñoz o Cristina García Rodero, que nos han regalado retratos de los trabajadores esenciales y de nuestra vida en estos días. Junto a una emblemática primera portada ilustrada por Ignasi Monreal y las instantáneas de moda y activismo de Camila Falquez, Thomas Whiteside, Alexi Lubomirski o Paola Kudacki, entre muchos otros, componen un álbum de recuerdos imborrable de lo que hemos vivido en 2020. Pero, sobre todo, de lo que somos y de lo que defendemos