La pintura, nuevo refugio como tendencia de bienestar.
La pintura se ha convertido en el nuevo refugio de quienes buscan desconectar de la realidad, una tendencia de bienestar –con cada vez más adeptos– para liberar estrés, calmar la ansiedad, aprender a expresarse e incluso estimular la mente.
Las artes plásticas siempre se han presentado como un objetivo inalcanzable para la mayoría. Algo que admirar desde la distancia, no apto para todo el mundo que no poseyese un talento innato. Inmersos en una actualidad que no siempre se puede controlar, la necesidad de desconexión de la realidad está empujando a cada vez más personas a probar nuevas vías de ‘escapada’. Una de ellas es la pintura, entendida con fines terapéuticos, no tanto artísticos. «Pintar y dibujar nos genera bienestar mental porque son acciones que requieren una gran atención, pensando qué colores se van a usar, los trazos, qué se quiere plasmar, al final, todo esto hace que cognitivamente estés más presente», explica la psicóloga Amparo Calandín.
La brocha y los acrílicos son las nuevas herramientas para liberar tensión. La ilustradora Laura Velasco confirma que durante los últimos meses ha visto cómo se incrementaba el número de interesados en sus lecciones: «Las pulsaciones descienden, la mente se despeja porque está concentrada en algo que la calma y no deja espacio a otros pensamientos. La creatividad fluye y se plasma en algo físico que puedes mirar y admirar. Mis alumnos me cuentan que han llegado a mis clases en un momento de estrés o confusión y dicen que les hacen sentir mucha paz». En efecto, un estudio de la Universidad de Drexel, en Filadelfia (Pensilvania), ya demostró en 2016 que el acto de pintar, independientemente del nivel de habilidad, disminuía los niveles de cortisol del 75% de los participantes en 45 minutos de esta actividad.
La gestión de los sentimientos es otra área en la que esta labor artística puede ser muy beneficiosa. Amparo Calandín apunta que «la pintura nos ayuda a expresar lo que tenemos dentro, es un buen canalizador de nuestras emociones y fomenta la comunicación. Hay muchas personas a las que les cuesta hablar, pero de forma pictórica son más capaces de mostrar lo que sienten. Además, estimula la creatividad y el pensamiento abstracto, mejorando también la coordinación motora».
OTRA TERAPIA
El lado pictórico y el bienestar se unen de una forma más consciente en una práctica cada vez más popular. Desde Arteterapia Madrid, la terapeuta y educadora social Sara Rodríguez Polo explica que esta disciplina «se ha mostrado útil trabajando con trastornos de la ansiedad, del tipo que sean. Hay una parte de catarsis, de sacar y volcar las emociones sobre un papel o lienzo, y elementos derivados de la relajación y la concentración propias de los procesos creativos. También intervienen otros aspectos relacionados con la autoestima y el autoconcepto». Una vez hemos plasmado aquello que llevamos en el interior, es trabajo de la especialista desentrañar e interpretar su significado. «Cuando pintas o dibujas, se libera un material psíquico consciente o inconsciente y, en cierta forma, se reorganiza nuestra mente», declara.
COGER EL PINCEL
Si la falta de experiencia nos paraliza, Amparo Calandín incide en que «no hay que proyectar ni anticipar el resultado, sino centrarse en el proceso, fijarnos en cada trazo, en cómo va cogiendo forma, sin tener ninguna expectativa». Lo mismo se aplica en Arteterapia, «donde la calidad de la obra no es lo importante ni es necesario tener nociones básicas», dice Sara Rodríguez, que aconseja quitarse las rígidas estructuras sobre qué hacer y cómo debe quedar. La clave está en ir poco a poco, «todas las personas podemos pintar, la creencia de que hace falta talento o una sensibilidad especial solo nos limita», recalca Laura Velasco. Encontrar un lugar tranquilo con luz natural, ropa cómoda, adoptar una buena postura, olvidar el móvil o incluso acompañar la actividad de una infusión, son las recomendaciones de la ilustradora para lograr esa evasión que buscamos cuando cogemos la brocha