DRESS CODE Por ANA GARCÍA–SIÑERIZ CÓMO LLEVAR LA MASCARILLA (SIEMPRE)
La mascarilla es el no va más del 2020. Olvidemos el Pantone del año, el Beaujolais Nouveau, o la palabra que la RAE incorporará al diccionario por aclamación popular. En este 2020 –ya queda menos–no hay nada comparable a la mascarilla. Y por cómo la llevamos nos juzgarán. La mayoría sale del paso con la justita, casi reglamentaria: la azul del paquete familiar de supermercado. Entre sus adeptos precisamente, la familia entre familias, la Familia Real. Ellos podrían llevar la mascarilla homologada, tipo ‘pico de pato’, de venta en farmacias por una pasta, y que teóricamente además de no contagiar a los otros, protege en mayor medida a quien la lleva frente a los aerosoles ajenos, pero han elegido la sencillez. Todo un statement de acercamiento al pueblo. Para compensar, cuentan con una gran ventaja: el distanciamiento social, algo inherente a su posición y que, por consiguiente, no necesitan pedir cada dos por tres, con lo que nos cuesta a los normales que no se nos eche la gente encima al hablar.
Entre los políticos, la mascarilla también tiene sus códigos y entiende de colores, como en las bancadas del Congreso. Gobierno tela clara, oposición, tela oscura. Algunos alternan entre el sencillo tapabocas azul enfermero –quizás, por
seguir la norma no escrita pero ejemplarizante de la Familia Real– y el tapabocas negro o caqui con
banderita de España, en plan superpatriota. Pero puestos a lucir bien las banderas, nuestra superheroína favorita sería Ursula von der Leyen.
Mascarillas con las estrellas de los estados miembros de la Unión Europea a las que solo falta el Himno a la alegría. ¡Y los famosos! Tampoco están alineados frente al complemento de la temporada. Por un lado, están los que pasan de todo y se plantan la mascarilla de Mercadona antes de salir de casa, con el traje largo, las pestañas de medio metro, los pendientes de diamantes en chandelier. El look de alfombra roja queda como pasado por una serie de médicos tipo Anatomía de Grey o Nip/Tuck. Y luego están los que se ultraproducen, y se combinan de la cabeza a los pies. Como muestra, Kate Beckinsale con su look Aladdin. No se sabe qué es peor.
Al final, la mejor manera de llevar la mascarilla es llevarla siempre. Y no para taparse la perilla ni de alerón de oreja, en plan ventilación lateral. Si la lleváramos en todo momento, incluso mientras nos tragamos el maratón de Filmin de cada fin de semana, cerca, pero lejos de nuestros seres queridos, otro gallo nos cantaría en cuanto a curvas y toques de queda. Ya nos consta que es en estas famosas reuniones familiares y sociales, en las que el coronavirus campa a sus anchas, así que mascarilla, como sea, pero sí, gracias