Intersticio aterriza en Madrid con arte contemporáneo joven y fresco.
Después de arrancar en Londres el pasado año, la galería INTERSTICIO expande su visión del arte contemporáneo joven a Madrid. Un proyecto de CRISTINA HERRÁIZ PELETEIRO, SOL ABAURREA y ANA CORONEL DE PALMA que quiere contribuir a la difusión internacional de la creación plástica emergente española.
Intersticio, del latín interstitium: hendidura o espacio que media entre dos cuerpos o entre dos partes de un mismo cuerpo. Pero también se dice del espacio o la distancia entre dos tiempos o dos lugares (intervalo). Y, a partir de ahora, es además el espacio para la creación, el diálogo y el intercambio artístico que va de Londres a Madrid. En efecto, habemus nueva galería de arte contemporáneo. Joven, crítica, transversal, conectada, sostenible y dispuesta a acortar distancias no solo entre el
arte y su espectador/consumidor, también a tender puentes con su entorno. La galería como red de relaciones.
«Como el museo, la galería de arte tiene que formar parte del tejido cultural de una ciudad. El problema es que todavía quedan barreras por romper. Mucha gente aún desconoce qué es una galería de arte, cuál es su misión. ¿Es una tienda, tengo ir a comprar? Por supuesto, la parte comercial es muy importante, pero no lo es menos la labor de visibilidad y educación.
Un espacio de arte no debería intimidar a nadie», expone Ana Coronel de Palma, artífice junto a Cristina Herráiz Peleteiro y Sol Abaurrea de una iniciativa plástica que quiere ser tanto plataforma para talentos emergentes –sobre todo españoles– como lugar de encuentro para propios y extraños. «De hecho, en cuanto la situación lo permita, nuestra intención es poner incluso más énfasis en todo lo que tenga que ver con la difusión artística, acercando el espacio al público general», apostilla Herráiz. Licenciada en Historia del Arte y Filosofía y con un extenso currículo en actividades culturales a pesar de su juventud (aún no ha cumplido los 30), fue ella la que dio impulso a la idea desde la capital británica, donde terminó de formarse como comisaria de exposiciones y gestión de museos merced a una de las becas de la Fundación Botín en el Goldsmiths College (una de las facultades de la Universidad de Londres) hace cuatro años: «Siempre tuve ganas de encontrar un lugar en el que dar continuidad a los proyectos que emprendía. Por fin, di con el espacio perfecto y me lancé en febrero de 2020, un momento muy oportuno...».
Puede que la crisis sanitaria global lastrara el nacimiento de Intersticio (el confinamiento en Gran Bretaña, justo cuando se planeaba la inauguración, demoró la apertura física de las salas en Bethnal Green Road más de tres meses), pero no sus ambiciones. Tras presentarse online, la galería acogió la muestra colectiva Where The Water Rumbles, Metalloids, a propósito de las fuerzas que colisionan entre el proceso creativo y el consumo de arte «y, a partir de ahí, hemos continuado el programa como hemos podido, bien en formato digital, bien presencial», refiere Herráiz.
Mientras, se fraguó el salto a Madrid. «Sol, Ana y yo fuimos colegas de trabajo en el pasado. Y siempre hemos tenido una conversación activa sobre la posibilidad de montar un proyecto juntas en un momento dado», continúa. Aburrea y Coronel compartieron experiencia en Solo Madrid, y la segunda coincidió con Cristina en la histórica Marta Cervera. El parón de actividades por fuerza pandémica les ha ayudado a poner en perspectiva sus intereses: «Nuestra intención es contribuir a la internacionalización de la escena cultural de Madrid en particular, y de España en general. Y generar esa sinergia es lo que nos motiva».
Próxima al barrio de La Guindalera, en el número 31 de la calle Alcántara, la sede madrileña de Intersticio se ubica en un local industrial de casi 200 metros cuadrados, repartidos en dos plantas y con la zona de oficina formulada como parte del espacio expositivo, intervenida por el diseñador y artista Andrés Izquierdo. «Era una antigua fábrica de guantes que llevaba sin conocer una puesta al día desde hace setenta años, así que imagina la obra acometida. Tiene techos muy altos y mucha luz natural, lo que da pie a organizar exposiciones de características distintas a las que suelen verse habitualmente», explica Abaurrea, que tampoco observa mayor problema con la distancia del céntrico circuito galerístico de la capital: «Estamos muy cerca de la Sala de Arte Joven del Injuve, por lo que ya existe una dinámica en la zona. Además, hoy la gente busca nuevos focos de interés y no le importa desplazarse, como han demostrado las aperturas de espacios artísticos en zonas como Usera o Carabanchel». Como proyecto space –espacio de comunión/comunidad, esto es–, Intersticio abre una nueva brecha por la que los creadores emergentes empiecen a colarse en el mercado. «No somos una galería comercial. Y, aunque con el tiempo vayamos evolucionando hacia ese modelo, pretendemos mantener la misma línea experimental y crítica. Como encima tenemos una pata en Londres, es perfecta para establecer vínculos y poder traer y llevar artistas de allí y aquí», dice Herráiz. «Nos interesa un artista joven, con una visión crítica de la realidad, y que crezca así con la galería», añade. «De momento, se trata solo de una microrrepresentación, porque aún no tenemos artistas que representar per se, pero todo se andará», zanja