Una herramienta poderosa para ayudar a evolucionar (y mirar al futuro) en tiempos inciertos.
Las crisis pueden ser un peligro que nos paralice o una oportunidad para reinventarnos. La creatividad es una herramienta poderosa para propiciar la evolución y podemos trabajar para que fluya, también en tiempos inciertos.
Una de esas áreas (otra más) que más ha puesto a prueba la crisis actual es la creatividad. Que se lo pregunten al mismísimo Marc Jacobs –prolífico donde los haya–, que afirmó en pleno confinamiento que no era un buen momento para ser creativo. «No se crea en el vacío o en una burbuja. Los estímulos exteriores son lo que nos dan ese empujón tan necesario, la fuerza, la energía y la pasión de crear», decía en una de las charlas digitales Vogue Global Conversations, en la que instaba a proteger la creatividad en tiempos difíciles. ¿Y si una crisis fuera el mejor momento para reinventarse y no para paralizarse? Todo depende. Clara C. Scribá, profesora de escritura creativa de la universidad Nebrija y fundadora de Letropía, recuerda que la creatividad «es una capacidad inherente al ser humano y una buena compañera del aburrimiento y de la necesidad. Los inventos y los desarrollos tecnológicos siempre han surgido en momentos de crisis para solucionar un problema». Pero no todos somos creativos de la misma manera, ni reaccionamos igual en estos momentos. «Al igual que el resto de dimensiones psicológicas, la reacción ante las dificultades se distribuye en la población siguiendo la curva normal: un tercio de personas se rompe, otras simplemente sobreviven y al 30% restante le sirve para dejar aflorar su mejor yo», afirma Paloma Alonso-Stuyck, profesora de psicología de la Universitat Internacional de Catalunya, que recuerda que la creatividad va de la mano de la resiliencia. «En situaciones límite es cuando podemos sacar nuestro potencial e inventiva para hacer cosas diferentes a lo que
veníamos haciendo, porque eso ya no nos sirve. La necesidad nos obliga a reinventarnos una vez superada la primera fase de paralización o miedo que, por otro lado, es totalmente normal», explica Laura Moncho, cofundadora de Zinquo, Centro Internacional de Desarrollo de Valores.
Ese es el reto: vencer el temor ante la escasez de ideas. «Como en cualquier miedo, su origen emocional exige superarlo de la misma manera: con la experiencia serena de que, a pesar de la incertidumbre, es posible crear. Ese sosiego se alcanza con la reflexión personal y la meditación», señala Alonso-Stuyck. Aunque vencer el miedo depende de nosotros, la llegada de la creatividad no tanto. «Cuando nos obcecamos en ser creativos, no lo conseguimos. Mi consejo es no tratar de forzar la situación, aunque se puede estimular cambiando algunos aspectos de nuestra rutina, como elegir un camino diferente para ir al trabajo o buscar un bar distinto para tomar el café. Los cambios propician la creatividad», afirma Scribá. Puede resultar efectivo descartar ciertos comportamientos mecánicos de nuestras rutinas para estimularnos creativamente. «Es cierto que los automatismos desperdician grandes áreas de nuestra capacidad neuropsicológica, pero la clave no está tanto en eliminarlos como en saber encontrar la proporción adecuada entre esas pequeñas rutinas –que ahorran energía mental– y una apertura flexible a nuevos métodos», explica Paloma Alonso-Stuyck.
Es necesario reconocer el bloqueo y no culparse por ello. «Se trata de aceptar que me siento estancado y darme permiso para ello. Así reducimos nuestro nivel de autoexigencia y se reduce también nuestra ansiedad ante esa parálisis. A veces la mejor acción es la ‘no acción’, centrarnos en cargar baterías para volver con más fuerza», añade Laura Moncho. Por último, hay que recordar que la creatividad de otros ayuda en tiempos aciagos. «Consumir contenido creativo de otras personas nos estimula e inspira. Debe ser un consumo consciente y analítico para llegar a la esencia de las obras, asimilarlas e implementarlas en nuestras creaciones. No copiar, sino encontrar influencias creativas», concluye Clara C. Scribá