PINTAR LOS SUEÑOS
Ignasi Monreal, Claire Cochran, Iván Lozano, Marta Cerdà y Filip Custic crean sus portadas soñadas de ‘Vogue’ España.
La simbiosis entre ‘Vogue’ y el arte ha sido constante y prolífica desde el nacimiento de la cabecera hace casi 130 años. Pero donde realmente se ha constatado esta historia de amor ha sido en las portadas que los mejores artistas del siglo XX crearon para sus múltiples ediciones. Desde la austeridad victoriana de GEORGE W. PLANK o ETHEL WRIGHT hasta las etéreas figuras de HELEN DRYDEN, a principios del siglo, pasando por la irrupción ‘art déco’ de la mano del vallisoletano EDUARDO GARCÍA BENITO y la larga retahíla de iconos que vendría después: GEORGE LEPAPE, SALVADOR DALÍ, ANDY WARHOL, CARL ERICKSON... Con la llegada de la fotografía, este romance ilustrado se fue disipando, pero está de regreso y viene con vocación de expresar lo que a una instantánea se le ha podido escapar. En este reportaje, los artistas IGNASI MONREAL, CLAIRE COCHRAN, IVÁN LOZANO, MARTA CERDÀ y FILIP CUSTIC retoman el poder del arte como vehículo de expresión para la moda, a través de la creación de sus portadas soñadas de ‘Vogue’ España en un porfolio insólito que invita a dejar volar la imaginación.
IGNASI MONREAL La historia de Ignasi Monreal (Barcelona, 1990) va en paralelo a la de Vogue España a través de determinados logros conjuntos. En julio de 2018, el artista catalán ilustró para la portada del suplemento estival Vogue Living una perfecta escena de verano, y en abril del pasado año repitió la hazaña con una imagen de esperanza para tiempos de pandemia, que se convirtió en la primera portada ilustrada en la historia de la cabecera española desde su fundación, en 1988. La imagen mostraba a una mujer apoyada en un balcón, esperando el fin de una crisis sanitaria, y se inspiraba en las cubiertas que publicaron ediciones veteranas, como la estadounidense o la británica, en tiempos convulsos a lo largo del siglo XX. Cuando recibió la misión de traducir sus sueños en una imagen que reflejara su portada soñada de Vogue, Monreal –que a lo largo de su carrera ha firmado proyectos para firmas como Bvlgari o Gucci– urdió un tríptico que explica así: «Quería hacer una portada imposible, algo que Vogue nunca publicaría y que a la vez fuera profundamente español». El resultado son tres imágenes, pintadas con gouache en papel, que reflejan el carácter y la idiosincrasia locales con varias particularidades. «La primera, presenta la figura del toro como símbolo de fuerza y poder: una Minotaura con cuerpo de mujer. Para la segunda, quería jugar con la expresión ‘estar muy jamona’, la cual traduje literalmente con un zapato de la diseñadora murciana
Paula Canovas del Vas. Por último, quería una portada algo más convencional con la máscara que diseñé para mi colaboración con Etnia Barcelona y un vestido del creador sevillano Ernesto Naranjo». IVÁN LOZANO El baño de masas en que se zambulle Jude Law es, probablemente uno de los lapsos más imborrables de esa estocada contra lo políticamente correcto que es la serie The Young Pope (creada por Paolo Sorrentino para HBO). También es una de las imágenes que inspiraron a Iván Lozano (Huelva, 1994) para crear la propuesta iconoclasta que supone su portada soñada para Vogue, donde el modelo Fernando Lindez aparece, enfundado en una gabardina de Loewe, nadando entre la multitud que le arrastra. «El legado de Vogue, desde 1892 y antes de la irrupción de las celebridades en sus portadas, me ayudó a terminar de construirla. Hice una revisión de todas ellas y me sirvieron de inspiración para llevar esas escenas a una situación actual». Licenciado en Bellas Artes, a sus 26 años ha colaborado con firmas como Davidelfin o Ludovic de Saint Sernin, y su ilustración digital suele versar sobre el cuerpo y el homoerotismo. «Hay conceptos e ideas que me rondan la cabeza y son constantes en mi discurso: crear un nuevo modo de ver la masculinidad, posicionar al hombre en el lugar que siempre hemos asociado a la mujer, investigar los límites de la privacidad o de la libertad de expresión y crear un código visual que critique, pero también amplíe, nuestras propias nociones y nuestra mirada consciente», concede. MARTA CERDÀ El reto de la diseñadora gráfica Marta Cerdà (Barcelona, 1980) se desmarca del resto de artistas que participan en este reportaje a través de algo tan sencillo, al menos a simple vista, como la tipografía. La catalana moldea, destruye y retuerce a su antojo el alfabeto para convertirlo en disciplina artística, incluyendo en su porfo
lio trabajos para firmas como Nike, Coca-Cola y Apple. Para este cometido, no obstante, jugó con el soporte como premisa para crear. «Una portada de Vogue funciona casi como un tuit: requiere de una enorme capacidad de síntesis, así que desde el principio descarté las ideas demasiado narrativas», explica. Usando una combinación de CGI (imagen creada por ordenador) y edición a base del programa AirBrush, tomó como punto de partida una imagen esencial en la historia de Vogue: la primera portada creada con una fotografía a color, a cargo del luxemburgués Edward Steichen y publicada en la edición estadounidense en julio de 1932. «Mi intención es que fuera una apología del color, una celebración de la diversidad y de la fuerza humana. Estos meses han sido una prueba de resistencia para nuestros sistemas y valores, así que decidí que era mejor trabajar desde un ángulo más universal y enfocar la pieza en el ser humano, con una mirada centrada en la esperanza». CLAIRE COCHRAN Nadie esperaba que hubiera mucho que añadir al álbum Future Nostalgia con el que Dua Lipa conquistó a la industria musical el pasado año, pero la británica tenía bajo la manga una versión remezclada junto a The Blessed Madonna que acompañó de una pieza audiovisual magistral con la colaboración de una veintena de artistas. Una de ellas es Claire Cochran, fundadora del estudio Actual Objects y experta en dar forma física e hiperrealista a fantasías utópicas salidas del mundo virtual. Esa insólita combinación es la que Cochran crea en su imagen para Vogue, usando la fotogrametría y la edición con escáner 3D para retratar a una joven surcando un bosque fantástico. «Me gustan mucho las creaciones que Salvador
Dalí hizo para la revista en los años cuarenta, y quise crear un imaginario surrealista parecido. Un lugar que pudiera existir, pero que al mismo tiempo fuera claramente inventado por la tecnología», razona. La mujer que protagoniza el retrato es, según Cochran, «alguien dañado y herido pero con una fuerza remanente. Es alguien que sobrevive en mitad de un ecosistema tóxico, y que lejos de tener miedo, se defiende con una apariencia metálica, guerrera, algo similar a lo que ha ocurrido con nuestra sociedad en los últimos tiempos». FILIP CUSTIC A los pocos segundos de recibir la propuesta de Vogue para construir una portada imaginaria, Filip Custic (Santa Cruz de Tenerife, 1993) supo que quería tratar un tema trascendental y actual. «Había varios que me atraían, como el feminismo, el racismo o la transexualidad. Un día, hablando con una amiga que trabaja en un centro de refugiados, lo vi claro y me vino a la mente un grupo de mujeres BIPOC [negros, indígenas y personas de color, en sus siglas en inglés] que representasen, todas juntas, su poder». La alegórica estampa, que recuerda al pájaro Loplop de los dibujos de Max Ernst, se compone de cinco figuras femeninas que construyen un arco sobre un pájaro. El artista canario, que ha colaborado en proyectos musicales para Jedet o Rosalía y campañas de moda para Delpozo o Camper, explica que si se mira con detenimiento la imagen, se observa cómo sus cuerpos trabajan juntos para crear la forma de un ave, símbolo de paz y libertad y cargada con un arco que le ofrece poder y fuerza. La obra –que combina fotografía con texturas digitales creadas mediante Photoshop– pretende tener el mismo carácter atemporal y reivindicativo que las mejores portadas de la revista. «Haber llevado a cabo este trabajo me ha enseñado que aún queda mucho camino para aceptar a las razas discriminadas y aprender de ellas. Y, sin duda alguna, Vogue es la plataforma ideal para defenderlo», asegura