GASTRONOMÍA
Nicole Vindel presenta Food Design Nation una plataforma para despertar el pensamiento crítico en nuestra relación con la comida.
La ‘food artist’ guatemalteca NICOLE VINDEL se ha propuesto una misión: hablar alto y claro sobre el futuro de la alimentación del planeta. Después de trabajar con los HERMANOS ROCA, la joven acaba de dar forma a la plataforma Food Design Nation, un lugar donde, a través del arte y el diseño, busca despertar el pensamiento crítico en torno a nuestra relación con la comida.
Sabías que más del 60% de las enfermedades que padecemos están relacionadas con nuestra dieta? ¿Que un tercio de los alimentos que se producen se desperdician? ¿Conocemos los procesos que tienen que suceder para poder comer piña durante todo el año?». Nicole Vindel (Guatemala, 1992) lanza al aire todas las preguntas y datos que llevan años danzando por su cabeza. Esta artista, diseñadora y docente, –criada en Gerona, formada en la escuela universitaria de diseño e ingeniería de Barcelona y residente en el barrio del Poblenou–, pronto encontró en los materiales comestibles el tangible con el que armar sus narrativas alimenticias. Su interés por este campo fue temprano, alentada por las historias que en su pueblo escuchaba sobre los hermanos Roca. Con ellos realizó su tesis de fin de carrera, desarrollando para los propietarios del Celler de Can Roca un cuenco con vida propia que reacciona a su contenido y que desde entonces forma parte de uno de los platos del menú. Pero, más allá del diseño de producto, a Vindel lo que le interesaba era lo que podía llegar a expresar y, sobre todo, denunciar, con la comida. «El arte ligado a ella es polémico porque es un terreno en el que hay muchos problemas que solucionar», concede.
En un momento de la conversación con Nicole vía Zoom, la cámara de la joven rota de dirección para mostrar su luminoso estudio, repleto de plantas y con algunas de sus obras en pleno proceso de ‘elaboración’. Sobre el suelo, un recipiente rebosante de algo que parece formol (y que es en realidad una solución saturada de azúcar) alberga una soga recubierta de los cristales que forma la propia sustancia. «Necesitamos formarnos como consumidores», explica. «Casi cualquier producto procesado que compramos contiene azúcar refinado, pero no lo sabemos porque nos falta educación en la materia. Desde pequeños celebramos
nuestros cumpleaños comiendo chucherías y se nos enseña que la sacarosa es un premio, una recompensa», desarrolla sobre uno de sus últimos proyectos. «Para mí, el arte nunca ha sido algo meramente estético. Por eso me importa tanto que lo que haga no esté vacío, que tenga un mensaje detrás, que me permita generar conciencia, reacciones emocionales», concluye al respecto.
En ese sentido divulgativo de su trabajo, la food artist está convencida del poder y la necesidad de la reflexión colectiva, motivo por el cual acaba de lanzar Food Design Nation, una plataforma a la que dio forma durante la pandemia, junto al arquitecto y food designer indio Jashan Sippy, para acoger a todas las personas que trabajan o están interesadas en conocer al detalle cualquier punto de la cadena alimenticia. «Coincidiendo con el Food Systems Summit de la ONU, que tendrá lugar en este 2021 para lanzar medidas que logren unos sistemas alimentarios más inclusivos y sostenibles, queremos recopilar nuestras propias propuestas, centrándonos en el primero de sus puntos de acción: la nutrición universal», cuenta con ilusión sobre este proyecto grupal, que no es el primero de su carrera. Ya en 2016 fundó, junto a Gastón Lisak, Carlos J. Navarro y Daniel Armengol, Random Happiness, un colectivo con el que ha desarrollado propuestas tan ‘ustópicas’ como la de Pleasure: The Future of Food, una instalación que plantea un porvenir sin hambre porque el acto de comer se desvincula del placer. «¿Qué pasaría si nos nutriéramos igual que se carga de batería un dispositivo? ¿Si estimulamos de manera sintética el cerebro con máscaras mientras ingerimos cápsulas con lo que equitativamente necesitamos?». Otro puñado de interrogantes que vienen a indagar en el nada simple ni inocente acto que tanto obsesiona a Vindel: comer