VOGUE (Spain)

Así elige el Instituto Pantone los colores del año.

En una época marcada por la redefinici­ón de la relación que se mantiene con el vestir, un nuevo concepto de guardarrop­a, basado en la reducción a lo esencial, ha dado lugar a coleccione­s que, sin caer en lo anodino, evaden la temporalid­ad y abrazan la sos

- MARÍA JOSÉ PÉREZ

Armario cápsula es un término que puede asociarse sin demasiada dificultad a Internet: ha sido ahí donde se ha ido populariza­ndo durante los últimos años a golpe de vídeo viral, a pesar de que su origen se remonta a tiempos y costumbres analógicas. Fue la diseñadora Donna Karan quien lo introdujo en la conversaci­ón de la moda gracias a su colección de debut, compuesta únicamente por siete piezas (la tituló, de hecho, Seven Easy Pieces), con la que pretendía dar respuesta a las necesidade­s básicas de vestimenta de la mujer sin caer en el aburrimien­to. Su propósito era ambicioso, pero lo alcanzó. La fama posterior y su influencia en la estética minimalist­a de la década de los años 90 son ya parte de la Historia de la moda (una que, quizás por el ciclo acelerado de las tendencias, no ha tratado del todo bien ese legado). Sea como fuere, el presente reclama su vigencia: la crisis climática, la sobreprodu­cción y las condicione­s de fabricació­n poco éticas están provocando, entre otros factores, un viraje en la relación personal con el guardarrop­a. La búsqueda, por tanto, de soluciones justas y prácticas, se torna más necesaria que nunca.

«Pienso que ahora el armario cápsula tiene mucho más sentido que antes», argumenta Saray Martín, ilustrador­a y autora del libro El método del armario cápsula (2017). «Nuestra relación con la ropa ha cambiado, y por ello creo que en este momento es aún más importante mantener esa practicida­d sin caer en la apatía estética», explica. Martín profundizó en la idea mientras llevaba a cabo el proyecto editorial, que terminó siendo también «un reto, porque quería buscar el equilibrio y cierta coherencia entre mi profesión y mi ritmo de vida», recuerda. «Es cuestión de analizar nuestro estilo, buscar las prendas básicas que deberían estar en el armario, tener otras piezas más de temporada y apostar por la calidad», remata. Las prendas –de cortes atemporale­s, que no anodinos, en tonos neutros y combinable­s y sin grandes estampados o alardes decorativo­s– variarán según quien las enumere, haciendo que el término del armario cápsula se alinee con la actualidad, además de añadir una dosis extra de sentido práctico. «Creo que con todo el replanteam­iento forzoso de nuestras vidas llega un mayor autoconoci­miento en todos los sentidos, y eso tiene una aplicación directa en la moda», reflexiona Nicolás Yllera, director creativo y cofundador de Rrroad, una marca basada en la circularid­ad, pero también en el armario cápsula. Porque sí, lo que podría parecer un ejercicio altamente personal, también se ha demostrado como un modelo de negocio que puede llegar a ser más que rentable y escalable, aunque suene contradict­orio.

Si en el panorama internacio­nal existen empresas que explicitan de manera clara su apego al término, como sucede con

Wardrobe.NYC, la firma de la directora de moda de Vogue Australia Christine Centenera, en el ámbito nacional la marca de Yllera y Pepe Otaola sienta sus bases desde una óptica más alineada con la sostenibil­idad. «Hay que reconocer que del término específico nos enteramos después, pero el concepto en sí, es el mismo. Es imposible imaginarse un armario cápsula hecho de ropa efímera, sin versatilid­ad», cuenta Yllera. Su objetivo entronca, en cierto modo, con aquel de Karan en los noventa: «Formar un armario completo para hombre y mujer adecuado a nuestros tiempos». Tiempos que, curiosamen­te, se eliminan de la ecuación al no entrar en la rueda de las temporadas y las tendencias, a pesar de que estas son perfectame­nte compatible­s con los básicos que proponen. Ese es el pensamient­o que comparten no solamente Martín e Yllera, sino también Marisol Estellés, creadora de Hupit, compañía española con valores sostenible­s. «Todo el mundo tiene un armario cápsula de una manera u otra. Son esas piezas que te encantan y no paras de ponerte temporada tras temporada», apunta. Hace pocos meses concretó esa filosofía en una colección, Elevated Basics, con diseños principalm­ente funcionale­s, que Estellés define como «básicos con un toque especial, pensando mucho en los tejidos». Las telas son otro pilar fundamenta­l de este guardarrop­a, no solo por una cuestión estética, sino porque la calidad resulta primordial para su durabilida­d. Ese es otro de los factores determinan­tes que nutren el concepto: el tiempo que las piezas permanecer­án en el armario. Así, los jerséis y las camisas de Rrroad o los monos y vestidos de Hupit se olvidan de siluetas y estampados extremadam­ente marcados para acercarse a una estética tan potente como sencilla. Una que, además, cuenta con la ventaja de la versatilid­ad: si algo más define un armario cápsula es que todas las prendas que lo conforman funcionan entre sí. Las consecuenc­ias directas son varias: las inversione­s en moda son más consciente­s y duraderas (y, en cierto modo, más sostenible­s) y, como extra, vestirse cada mañana resulta más sencillo.

A pesar de que el armario cápsula podría ser un escenario ideal para marcas y público, trae consigo algunos hándicaps, como «la falta de novedad» en la oferta, según señala Estellés. Sin embargo, hasta eso puede ser una fortaleza para las compañías, «ya que puede resultar más fácil posicionar­se», añade. Sea como fuere, ahorra tiempo y recursos. Y, como dice Yllera, la clave está en «tener menos y mejor para darle un respiro a la tierra y, de paso, darnos un poco de paz mental»

 ??  ?? Aunque el armario cápsula suele asociarse a prendas básicas, estas no tienen por qué caer en lo anodino: lo importante es que resulten polivalent­es y funcionen entre sí. En la imagen, abrigo de lana y algodón con cristales, de RIANNA & NINA; y blusa brocada, de ODEEH.
Aunque el armario cápsula suele asociarse a prendas básicas, estas no tienen por qué caer en lo anodino: lo importante es que resulten polivalent­es y funcionen entre sí. En la imagen, abrigo de lana y algodón con cristales, de RIANNA & NINA; y blusa brocada, de ODEEH.

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