Nicolas Ghesquière defiende desde Louis Vuitton la importancia capital de la artesanía y la innovación en la industria.
Ocho años después de su nombramiento como director creativo de la división de mujer de LOUIS VUITTON, NICOLAS GHESQUIÈRE continúa explorando el espacio estético donde convergen los conceptos de funcionalidad y novedad. Un trabajo minucioso que el diseñador francés, uno de los más influyentes y admirados de la industria de la moda, afronta desde la honda defensa de la artesanía y la innovación.
El futuro sobre el que Nicolas Ghesquière (Comimes, Francia, 1971) lleva reflexionando (y fantaseando) toda su carrera llegó abruptamente en los primeros compases de 2020 en forma de pandemia mundial. Un cambio de guion inesperado al que el diseñador francés respondió en octubre con un desfile, el de su colección de primavera/verano 2021 para Louis Vuitton, brillante, en el que ponía en práctica una de esas experiencias virtuales de las que tanto se había hablado pero de las que, hasta la fecha, solo se habían visto soluciones mediocres. En los grandes almacenes La Samaritaine de París –un emblemático edificio de 1869, propiedad del grupo LVMH–, Ghesquière reunía a 200 invitados que compartían el espacio físico con cámaras 360º que otros tantos invitados, esta vez desde sus casas, movían según sus necesidades y apetencias. Pero dar, por fin, con el formato digital oportuno, no fue el único elemento memorable de este desfile. Su propuesta, que analiza el espacio entre feminidad y masculinidad, responde, de manera mucho más espontánea que en anteriores ocasiones, a las necesidades de una sociedad actual que demanda más implicación social y ética por parte de la industria de la moda. «Aquellos que piensan que podrán volver a trabajar como antes no van a durar mucho. Las expectativas del público son muy altas», apunta.
Talento superlativo, Nicolas Ghesquière aterrizó en Louis Vuitton en 2013, después de 15 años como director creativo de Balenciaga –firma que recuperó para el imaginario popular y de la que salió de manera brusca–, para suceder a Marc Jacobs en la dirección artística de esta casa centenaria, cuya línea de prêt-à-porter supera por poco las dos décadas de vida. Ocho años después de su nombramiento, y gracias a una estética afilada y a una sensibilidad extraordinaria para predecir las necesidades presentes y futuras del público, el creador francés afianza su liderazgo –su contrato fue renovado en 2018–, esquivando así los rumores de salidas pactadas o incluso la del lanzamiento de su propia marca.
La colección de primavera/verano 2021 de Louis Vuitton se presentó, el pasado mes de octubre, en los grandes almacenes La Samaritaine de París. ¿Por qué decidiste, por primera vez desde que llegaste a la firma en 2013, no desfilar en el museo del Louvre? Siempre se puede sacar algo positivo, incluso de las situaciones más negativas. También en esta pandemia. La Samaritaine son unos grandes almacenes de París, de estilo art nouveau, que el grupo LVMH había comprado hace 20 años. Después de pasar por una intensa restauración, habían tenido que posponer su apertura, prevista para 2020, debido a la crisis sanitaria. Fue esa imposibilidad para abrir la que nos ofreció la oportunidad de presentar ahí la colección. Cuando me hablaron de esta opción fui a ver el espacio y me quedé fascinado con su fabuloso techo de cristal y las bellas pinturas de las paredes. Me pareció perfecto para Vuitton. Además, hay una historia personal detrás. Es el lugar al que solía ir cuando hacía prácticas en Jean Paul Gaultier. Tenía 18 años e iba a comprar algunas de las cosas que se necesitaban en el taller, desde hilos hasta lazos. Por eso fue tan emocionante para mí regresar a ese lugar. ¿Quién me hubiera dicho que iba a celebrar un gran desfile de moda en el sitio donde compraba para Jean Paul Gaultier? Por supuesto que dije que sí. También está muy cerca de las oficinas y, sinceramente, según están las cosas, era idóneo para la seguridad del equipo. Facilitó mucho los procesos, la gente se sentía a salvo. Por eso mismo pudimos invitar a unas 200 personas, que no está nada mal si lo comparamos con lo que va a poder hacerse esta temporada. Tuvimos mucha suerte de poder presentar la colección como lo hicimos.
Aquellos días, muchas de las firmas decidieron presentar sus colecciones de p/v 2021 de forma completamente digital. ¿Por qué vosotros no? ¿Siguen siendo los desfiles de moda esenciales para firmas como Louis Vuitton? Creo que es importante para los profesionales de la moda poder ver las prendas en la vida real, ver el movimiento de las telas. Sé que hoy, con todo el progreso que está experimentando el mundo digital, la calidad de las imágenes ha mejorado mucho y se pueden ver las cosas muy bien. Pero aún así sigue sin ser lo mismo que estar en un espacio, con una determinada atmósfera. Soy de la vieja escuela en ese sentido. Me gusta presentar para los profesionales primero. Me gusta la idea de que periodistas, compradores y amigos de la casa puedan ver la colección. Es importante que haya un evento en vivo y que el resto del mundo pueda acceder a ello a través de las pantallas. Me encuentro muy vinculado a las presentaciones físicas, así que esta temporada [otoño/invierno 21-22] va a ser muy extraña, ya que no va a haber audiencia en París. Y desde luego es por seguridad así que no voy a cuestionar la situación. Pero, para mí, mostrar en físico es tener la sensación de que la temporada está comenzando, con la sorpresa del primer look, y la reacción del público. Lo echo de menos.
Supongo que aunque esta situación no es la ideal, también habéis descubierto otros nuevos modos de comunicación. Por supuesto. Hemos aprendido a hacer películas y otros tipos de presentaciones solo para las pantallas. Hemos estado haciendo showrooms para los compradores de Vuitton, todo en digital, y es increíble las posibilidades que ofrecen. Hemos mejorado mucho. Esta situación ha impulsado nuestros límites en comunicación, para hacer las cosas de una manera diferente. Creo que en el futuro habrá una mezcla de todo esto: algunos eventos serán físicos, lo cual es importante, pero puede que continúen los métodos de comunicación que hemos estado practicando.
En esta colección de p/v 2021 analizas el espacio donde lo masculino y lo femenino confluyen. El término ‘genderless’ ha estado presente de una forma u otra en toda la historia de la moda, también en tu carrera. ¿Qué podemos encontrar de novedad en esta propuesta? Tienes razón. No hay nada realmente nuevo sobre la ropa sin género. Lo que sí está ocurriendo ahora, por primera vez en la historia de la moda,
es que esta ropa ha llegado a las calles. Estamos en una sociedad muy guay, en la que hay cada vez más relajación en torno al abandono de esos símbolos del género. Especialmente entre las nuevas generaciones, los chicos que visten como chicas, o con algunas prendas tradicionalmente vinculadas a estas, lo hacen sin cuestionar o sufrir un juicio de su sexualidad, o más bien, su virilidad. Y lo mismo para las chicas que, sin poner en cuestión su feminidad, adoptan tendencias de moda que son, diríamos, de género neutro. Son especialmente las personas de género no binario y los miembros de la comunidad LGTBIQ+ los que representan o lideran esta nueva corriente. Con esta colección quería celebrar la integración de todos los armarios, de estas prendas ‘neutras’ en nuestra sociedad.
En la colección vemos varias americanas. ¿Crees que las mujeres empoderadas todavía tienen que vestir como hombres? La verdad es que no estoy muy cómodo con esa idea, la de que el empoderamiento de la mujer exija que esta vista con prendas de hombre. Desde luego no es una idea muy moderna. Creo que las mujeres deberían sentirse bien vistiendo como quieran, elijan ropa de mujer, de hombre o de cualquier tipo. Y es verdad que en el armario que definí con esta colección tomaba prestados ciertos elementos del armario masculino, pero sin cuestionar su feminidad. Una mujer puede ser poderosa vistiendo algo más tradicionalmente femenino, como es un vestido, o algo más estructurado, por así decirlo. Es interesante mostrar inteligencia en el modo en el que vistes. Esto es lo que empodera a hombres y mujeres, y creo que es lo que buscamos en general. El estilo es algo que aporta una perspectiva, un punto de vista.
El primer look del desfile era un jersey donde se podía leer la palabra ‘Vote’ [vota]. ¿Qué mensaje quisiste transmitir con este gesto? Teníamos varios mensajes en los tops de la colección con mandatos activos como ‘patina’, ‘salta’. Votar es un derecho de todos, y considero que siempre es positivo animar a la gente a votar, a usar su voz. Pero, desde luego, era un momento concreto en que la idea de votar era importante para el mundo, y sobre todo para los estadounidenses, aunque no solo para ellos. Era un símbolo de lo que estaba pasando en Norteamérica, que nos mostraba una tendencia que podría llegar a ser preocupante. Así que quería impulsar a la gente a usar su voz, decirles que debían votar, aunque, evidentemente, no a quién. Me metería en problemas si lo hiciese porque sería mi opinión personal y nunca haría eso en Louis Vuitton. Pero creo que fue una buena forma de demostrar que el mundo puede tomar la dirección correcta.
¿Es, o puede ser, la industria de la moda un arma política? La moda debería mantenerse distante de la política, pero tenemos la responsabilidad de reflejar lo que sucede a nuestro alrededor. Ser sensibles y conscientes de cuanto pasa en el mundo. En ese sentido, la moda sí forma parte de una acción política. No creo que puedas vivir aislado de la sociedad en tu torre de marfil, aunque seas un talento excepcional. Esto no es lo que funciona hoy en el mundo de la moda, aunque haya sido el caso de grandes creadores en el pasado. Debes asegurarte, o incluso querer asegurarte, de ser inclusivo. Y ante todo no ser exclusivo. Esto es algo muy ambicioso, porque siempre va haber alguien que se va a sentir excluido de lo que haces o sentir que lo que creas no le es accesible. Pero el mensaje que debes proyectar es que todos se tienen en cuenta, todas las culturas, todas las voces. Nadie es perfecto, o nada lo es, pero es un mensaje que habla de un deseo por hacer las cosas mejor. La moda es una industria muy popular, especialmente a lo largo de la última década en la que ha perdido un cierto tono de industria nicho o exclusiva. Así que tenemos la responsabilidad, tanto como las industrias de la música o el cine, de reflejar el mundo actual, y no solo para vender, que por supuesto es necesario, sino para ser sensible con todo el mundo.
Esta colección es una de las más funcionales que has diseñado para Louis Vuitton, ¿es consecuencia de la pandemia? Es verdad que hay una cierta influencia de esa búsqueda de la comodidad, especialmente durante el confinamiento. Pero también tiene mucho que ver con el espíritu de Louis Vuitton. La funcionalidad es esencial para esta casa. Así que siempre trato de integrar eso en mi visión, reflexionar sobre la funcionalidad, en contraste por ejemplo con el caso de Balenciaga, una marca cuya identidad reside más en una intencionalidad puramente artística. Era funcional sí, o podía serlo en cierto modo, pero el interés residía en ese componente estético de vestidos que en ocasiones no podían ni siquiera ser llevados. Pero ese era el objetivo, era alta costura, y Cristóbal Balenciaga era un líder de opinión, un pionero, con una visión nueva. Así que cuando trabajé para Balenciaga estaba más vinculado a esta idea de que lo funcional no era la prioridad. En Vuitton, aunque mi espíritu no suele ser diseñar moda cotidiana, quería que mis creaciones fuesen tan funcionales como fuera posible. Pero sí, tienes razón, esta colección es quizás la más fácil de las que he hecho. Me gusta la idea de madurar, de hacer cosas que espero sean tan espectaculares como lo que he hecho hasta ahora, pero también funcionales. Y eso sin duda es un verdadero reto.
Las catástrofes siempre han estado unidas a la creatividad. ¿Ha sido este tu caso? ¿Si me sentí más creativo? Bueno, en cierto modo quizás sí. Lo que fue interesante es el estímulo del cambio. La situación impulsó esfuerzos que quizás habían sido planteados anteriormente, pero nunca ejecutados. Y, de repente, tuvimos que hacerlo: encontrar nuevas ideas, buscar nuevas maneras de poner en marcha las cosas, utilizar telas que ya teníamos o que incluso ya habíamos usado. Fue más inspirador en términos de ejecución que en las propias ideas en sí. Tuvimos que conceptualizarlo todo a través de Zoom durante el primer confinamiento en Francia, y tuve tres semanas para montar el desfile crucero. Fue un poco mejor con la colección de verano porque también hicimos un desfile más pequeño.
Acortar las colecciones es quizás una de las cosas positivas que ha traído consigo la crisis... Cierto. La mayoría de las veces no se necesitan sesenta looks, me parece un desperdicio. Tuvimos que precisar los mensajes, reducir las cantidades de prendas que se producían. Fue sobre todo un esfuerzo de grupo, en que todo el mundo tuvo que participar para encontrar esa nueva manera de hacer las cosas. En términos de ideas y creación, sinceramente, cada temporada es una página en blanco. Aunque sí me preocupaba transmitir un mensaje negativo o falto de energía. Quería brindaros un momento bonito. Y este es el espíritu con que me tomo la próxima colección, porque aunque en ocasiones podamos jugar con la oscuridad en la moda, este no es el momento para transmitir ese mensaje.
Está claro que esta pandemia ha acelerado alguna de las conversaciones presentes desde hace años en la industria de la moda, como el cambio de calendario o la sostenibilidad, ¿volveremos a lo de antes una vez salgamos de la crisis? Creo que nunca volveremos a lo de antes. Al menos yo no voy a volver a esas fórmulas, no quiero hacerlo. En Vuitton estamos siendo muy conscientes de cuántos productos ofrecemos, de cómo obtenemos esos recursos, de cómo producimos. Es un trabajo que debemos hacer en todas las casas de moda. Y además me gustaría animar a la gente a comprar menos, pero a hacerlo mejor. Sé que no todo el mundo puede comprar ropa cara, pero en ocasiones se tiene el hábito de comprar muchas cosas solo por placer. La compra de un producto tiene mucho que ver con el respeto que debemos tener por el proceso de manufactura, por las personas que trabajan en él, las que obtienen los materiales, los artesanos. Es una cuestión de respeto por la industria en su totalidad, y no solo por un creador, por mágico que sea su trabajo. El sistema actual es una locura.
Cuando se produce debería hacerse con consciencia de qué es lo que se va a vender, asegurándonos de no sobreproducir. En Vuitton por ejemplo no hacemos rebajas. No somos el ejemplo más perfecto, pero sí somos conscientes y responsables en la situación en que estamos.
Así que supongo que la sostenibilidad es ahora mismo uno de los aspectos más importante para ti como creador. Mucho. Reflexiono una y otra vez antes de solicitar la producción de cualquier objeto, ya sea hilo, un jersey o cualquier prenda. Quizás si invirtiésemos más tiempo en pensar, en crear, en lugar de perseguir las novedades como hemos hecho tantas veces en el pasado, seríamos mucho más responsables de las acciones que llevamos a cabo en términos de producción. Cada vez encuentro más placer trabajando de este modo. El sistema de hace unos años era preocupante, las cantidades que se producían eran demasiadas, y no nos cuestionábamos el porqué. Ahora que todo el mundo nos observa, esto es un gran aliciente para el cambio y para hacerlo en la dirección correcta.
El movimiento Black Lives Matter ha sido todo un reto para la industria de la moda. ¿Cómo lo estáis afrontando desde Louis Vuitton? Siempre se puede hacer mejor, todos podemos mejorar. En mi caso, desde mi primera temporada en Balenciaga, he sido muy consciente de representar diversidad en embajadores, modelos, etc. Pero con estos eventos recientes surge otra cuestión: es importante representar a una sociedad de una manera equilibrada, mixta en la manifestación de culturas, en su diversidad. La industria de la moda no ha sido consciente de esto en el pasado, no ha mostrado curiosidad por los demás. Pero creo que Louis Vuitton ha sido siempre muy sensato y lo ha reflejado a lo largo de los años. Así que, en general, no estoy preocupado por si estamos yendo en la dirección correcta porque sé que sí.
¿Crees que es responsabilidad de los diseñadores hacer de la industria de la moda un lugar mejor? Mi primera responsabilidad es inspirar a la gente, hacerle soñar a través de la creatividad. No puedo olvidarlo porque creo que es la razón por la que estoy en esta posición, y por lo que fui valorado y reconocido en un primer momento. Por otro lado, otra de mis obligaciones es preocuparme por entender a las personas y sus distintas culturas, es importante demostrar curiosidad por los demás. Y, por supuesto, es imprescindible hacer las cosas de la manera correcta en cuanto al desarrollo de productos. Pero existen otros retos. Vivimos un momento nostálgico en el que los consumidores buscan ver en la moda cosas que reconocen. Para ser sincero, a mí me gusta mirar hacia delante, a cosas nuevas, cosas que despiertan emociones en las personas, que las hagan cuestionarse lo que están viendo. Que sientan que lo que ven es algo nuevo, fresco, y que es bonito e interesante. Y por último, una bella ejecución. Asegurar que la maestría de la artesanía, la calidad, está en el producto. En realidad, la mejor manera de definir el lujo es una buena idea con una realización fantástica.
Tras casi una década como director creativo de Louis Vuitton, ¿qué esperas de los próximos años? El tiempo ha pasado volando y ha sido sin duda un gran viaje. Me quedan muchas cosas aún por decir. No nos olvidemos de que la línea de moda de Louis Vuitton es bastante nueva en comparación con las de otras casas, en torno a unos 25 años. Marc [Jacobs] estuvo 16 años, yo llevo ocho. Estamos casi al comienzo del camino. Hay nuevas formas de hacer las cosas, y eso es lo que quiero, me interesa formar parte del cambio. Tengo muchas ideas que ofrecer, así que espero participar de forma activa, tener un papel destacado en este proceso. Me emociona hacer que las cosas evolucionen. Y, por supuesto, seguir desarrollando la moda de Vuitton. Es bonito ser el segundo diseñador de la casa, ser invitado a contribuir a la marca, a crear este mundo. Y eso es a lo que aspiro