Jane Fonda y su activismo brillan con más fuerza que nunca.
Asegura la octogenaria actriz, embajadora de L’Oréal Paris desde 2006, que tardó mucho en encontrarse a sí misma. Es ahora, ya cumplidos los ochenta, cuando su estela (activista) brilla con más fuerza.
Dice Jane Fonda (Nueva York, 1937) en el último episodio de Jane Fonda en cinco actos que no quiere llegar al final de su vida con arrepentimientos, «que no serán por lo que haya hecho, si no por lo que haya dejado de lado». En aquella serie documental, estrenada hace cuatro años de la mano de la directora Susan Lacy en HBO, la célebre actriz y activista repasaba su biografía desde la infancia (y cómo la marcó ser hija del actor Henry Fonda) hasta el momento actual, pasando por la huella que dejaron en ella sus tres matrimonios.
«La edad no es algo cronológico, sino espiritual y de actitud. Yo, a los veinte, era tremendamente vieja. Puede que mucha gente que me conocía entonces se sorprenda, pero por aquel entonces lo veía todo negro, sin futuro... y no sabía quién era. Tardé realmente muchísimo tiempo en encontrar mi propia narrativa», contaba la actriz en el documental, en el que argumentaba que su renacer en Hollywood, pasada ya la edad de jubilación, le llegó de la mano de La madre del novio (Robert Luketic, 2005), una película de humor en la que ejercía de suegra arquetípica frente a Jennifer Lopez.
Efectivamente, en 2005 hay un punto de inflexión en su vida: después del estreno de ese blockbuster fichó como embajadora de L’Oréal Paris para su línea de cremas antienvejecimiento Age Perfect, regresó a Broadway con 33 Variations, arrancó junto a Lily Tomlin la serie Gracie & Frankie (Netflix), protagonizó una comedia romántica junto a Robert Redford, participó en varias portadas de Vogue y fue arrestada, hasta en tres ocasiones, por protestar frente al Capitolio contra la crisis climática. Ni siquiera estrellas más jóvenes, como Zendaya, Brie Larson o Saoirse Ronan pueden presumir de un porfolio profesional y activista tan completo como el de Jane Fonda en el que ella denomina quinto acto de su vida.
De su fichaje por L’Oréal Paris, acaso su relación más estable de las últimas décadas, se cumplen ahora tres lustros. «Creo que es una marca muy inteligente. El eslógan ‘porque tú lo vales’ lleva con ellos muchísimo tiempo [este año celebra medio siglo] y básicamente lo que dice a las mujeres es que nos merecemos cuidarnos y dedicar un momento cada día a sentirnos bien. Además, me siento tremendamente feliz de que se hayan quedado conmigo tanto tiempo. Tengo 83 años y dudo que haya habido nunca una imagen tan sénior en una marca de cosmética. Empecé hace muchísimo, con la línea Age Perfect para pieles envejecidas, y el hecho de que me sigan teniendo con ellos
realmente demuestra que no solo ofrecen servicios para el cuidado de las mujeres mayores, realmente las cuidan». Entre sus favoritos de la marca, destaca la crema iluminadora Glow Chérie, «para quitar las ojeras» antes de entregarse a Zoom, ora para regresar a las lecciones de aeróbic que la hicieron famosa en los ochenta y que decidió retomar en pleno confinamiento de 2020, ora para participar en eventos digitales contra la crisis climática.
El programa sostenible de L’Oréal (entre sus hitos: reducir en un 78% las emisiones de CO2 de sus plantas y centros de distribución, así como conseguir que 35 de sus edificios, incluidas 14 fábricas, fueran neutros en emisiones de carbono), presentado originalmente en 2013 y reforzado el pasado año con nuevos objetivos para 2030, es uno de los valores que la veterana actriz estadounidense más celebra de la firma de la que ejerce como embajadora. No en vano, el activismo medioambiental en el que está involucrada desde hace varios años le ha llevado en múltiples ocasiones, algunas de ellas con arresto incluido, a las puertas del Capitolio para solicitar al Gobierno un Green New Deal con el que atajar la crisis climática global.
No ha tenido reparos en criticar el trabajo de Barack Obama, Justin Trudeau o Donald Trump para defender el planeta. Y hasta ha escrito un libro, ¿Qué puedo hacer? De la desesperación a la acción, que se publicará el próximo otoño en España de la mano de Camelot, para compartir las lecciones que ha aprendido en todos los Fire Drill Fridays (simulacros de incendio, en español). «Pasé cuatro meses en Washington con los Fire Drill Fridays, teníamos mítines y participábamos en actos de desobediencia civil no violenta. En cada ocasión, nos arriesgábamos a ser arrestados y fue una experiencia maravillosa e importante para un buen puñado de personas. Así que quise escribir un libro sobre ello, porque cuando empecé me deprimía mucho sentir que no estaba haciendo lo suficiente para combatir la crisis climática. En él narro todas las cosas que ocurrieron y las que aprendí durante ese tiempo en Washington. Y una de las razones por las que a la gente le encanta es porque explica qué se puede hacer, es cristalino en relación a lo que cada uno, como individuo, puede aportar. Estoy realmente orgullosa de este trabajo», explica la actriz.
La ecologista no es la única causa de la que participa Jane Fonda, cuyo legado y capacidad de influencia se amplía más y más con el paso de los años. Su discurso de aceptación, el pasado marzo, en la gala de los Globos de Oro (en la que recibía el premio Cecil B. DeMille por su contribución a la industria –el mismo galardón que, por cierto, recogió su padre 41 años antes–), exhortaba públicamente a sus colegas a abrazar la diversidad: «Todos, incluidos los pequeños grupos que deciden quién es contratado, qué se hace y quién gana premios, hagamos un esfuerzo para expandir esa tienda de campaña y que quepa todo el mundo, para que cada historia tenga la oportunidad de ser vista y escuchada».
Apelaba así al feminismo (un movimiento del que forma parte desde hace ya mucho tiempo, alimentada por las obras de autoras como Carol Gilligan o Gloria Steinem), pero también a la necesidad de auspiciar la diversidad en un sector que no siempre ha podido presumir de eso. «Sigue habiendo racismo, y la idea de que solo los hombres deberían ser líderes. Creo que está empezando a cambiar porque cada vez hay más mujeres y personas de color organizándose, alzando la voz y exigiendo estar en la mesa de decisiones. Así que creo que ha habido un gran progreso, un cambio. Sigue quedando mucho camino por delante, pero estamos moviéndonos en la dirección correcta», cuenta la actriz al otro lado del teléfono. Desde luego, el quinto acto de Jane Fonda (su tercera edad, en términos más prosaicos) está dejando una estela especialmente luminosa