Bolso Trifolio de piel, de SALVATORE FERRAGAMO.
Este mes de mayo, y después de un lustro de feliz unión, Paul Andrew (Berkshire, Inglaterra, 1979) deja la dirección creativa de Salvatore Ferragamo. «Ha sido un honor poder dar una nueva vida a su legado. Siempre estaré agradecido por esta oportunidad, orgulloso del trabajo que hemos realizado y animado a seguir creando con integridad y convicción», afirma el diseñador en el comunicado que ha hecho público la firma italiana. Días antes del anuncio tuvimos la oportunidad de conversar con el británico sobre su papel en la icónica casa y del futuro de la industria de la moda, en una de las últimas entrevistas que ha concedido mientras estaba al frente de la misma. Aquí recogemos sus palabras y su historia.
Cuenta Paul Andrew que durante la cuarentena vio tantas películas y series en Netflix que al final solo le quedó regresar a los clásicos. Más concretamente a Alfred Hitchcock y tres de sus obras maestras: Marnie, la ladrona, Los pájaros y Vértigo. «Me llamó la atención el paralelismo entre esas historias surrealistas, con unas narrativas tan extrañas, y nuestras vidas en aquel momento», reflexiona el hasta ahora director creativo de Salvatore Ferragamo. Completamente seducido por los finales felices de aquellas cintas –«Necesitaba recibir un mensaje positivo, pensar que íbamos a superar esta situación muy pronto»–, irremediablemente terminaron por convertirse en la inspiración de la colección de primavera/verano 2021 de la casa italiana. Una propuesta colorista y afilada, con siluetas suaves y fluidas, síntoma de la búsqueda actual en la que se encuentra el creador para dar respuesta a una definición de feminidad (la suya): «Creo que las formas oversize han dejado de ser algo innovador y relevante. Estamos cada vez más abiertos a mostrar nuestros cuerpos, sobre todo los más jóvenes. Las siluetas ajustadas son sin duda la dirección que está tomando ahora mismo la moda».
Andrew sabe de lo que habla. El diseñador inglés de 42 años no es ningún novato en la industria del lujo, en la que lleva trabajando desde que presentase su colección de graduación en la semana de la moda de Londres en 1999. Todos los diseños que integraban aquella propuesta fueron adquiridos por Yasmin Sewell, antigua directora de Style.com, que, además, le consiguió un puesto en el taller de Alexander McQueen. «Trabajar junto a Lee en aquella época fue maravilloso. Salvaje. Me enseñó a romper los límites, a no quedarme satisfecho con lo que me pareciese ‘correcto’, a seguir hasta que todo lo establecido saltase por los aires. Aquella lección que aprendí hace más de veinte años ha sido una de las más importantes de mi carrera, y está siempre presente en todas las decisiones que tomo». Después se mudaría a Nueva York, donde trabajó bajo las órdenes de Calvin Klein, Donna Karan y Narciso Rodriguez, siempre en la división de calzado, hasta que en 2012 decidió lanzar su propia firma de zapatos. «Todas las experiencias que he vivido en mi carrera como diseñador han sumado. Estar en aquellas marcas ya establecidas, con un volumen inmenso, que funcionaban con planes de merchandising y calendarios fijos, me aportó una visión de la industria diferente, pero tan necesaria como la anterior», defiende. Inteligente y con un audaz sentido para los negocios, no tardó en colocar su firma homónima entre las más deseadas del planeta, cerrando acuerdos con plataformas de venta online
y grandes almacenes, y llegando incluso a convertirse en el primer diseñador de calzado en ganar el premio CFDA/Vogue Fashion Fund en 2014. «Trabajé muy duro. Todas y cada una de las horas del día, con todos mis ahorros. El éxito fue consecuencia de todo ese esfuerzo».
Lo hizo tan bien que en 2016 Salvatore Ferragamo llamó a su puerta: «En el primer contacto que tuvimos puede que fuese un poco odioso. Les comenté que, aunque me parecía una marca muy buena, con una historia increíble, sentía que había caído en un espacio un tanto aburrido y polvoriento, y que ya no era relevante para el consumidor actual. Pero resulta que no les estaba diciendo nada nuevo. Ellos ya lo sabían, y por eso querían que me uniese». Entró como responsable de la división de calzado de esta firma italiana, casi centenaria, conocida mundialmente por revolucionar el diseño de los zapatos en los años 40 y 50, gracias a la genialidad de su fundador. Un año después pasó a dirigir todas las líneas de mujer, también la de prêt-à-porter,y
en 2019 fue nombrado director creativo de todo el proyecto. «Cuando me pidieron que me pusiese al frente de la línea de ropa me intimidó bastante. Después me di cuenta de que tenía una visión muy centrada de cómo deberíamos hacer las cosas. Un diseñador puede crear desde un coche a un bolígrafo o el lavabo para un baño. Y yo podía hacerlo, tengo ideas para cada una de esas cosas. Lo importante son las ideas. Así que acepté el reto», concede. Bajo su batuta, la marca Salvatore Ferragamo ha logrado salir del ostracismo al que su falta de coherencia (sobre todo estética, puntualiza el diseñador) le había llevado en los últimos tiempos, con una clientela envejecida y tirando, en la mayoría de las ocasiones, de las rentas, de hitos de la historia de la moda conseguidos por su fundador. «La estructura creativa que habían ido construyendo a lo largo de los años no era muy coherente. Me pareció fundamental dar unidad y solidez a la propuesta».
Pero su influencia no se ha quedado ahí. Andrew ha encarado también conversaciones pendientes como las de la inclusión, la sobreproducción o la sostenibilidad. «Siento que es responsabilidad de todos los que participamos de esta industria», afirma. Trabajar con pieles sobrantes de otras temporadas y con tejidos reciclados, cambiar el calendario de entrega de las colecciones o reducir los looks de cada desfile son solo alguno de los cambios auspiciados por el creador inglés. «Creo que Salvatore Ferragamo va a salir muy fortalecida de esta crisis si toma acción e impulsa las medidas necesarias para avanzar», resuelve