VOGUE (Spain)

Sobre PICAR SIN pecar

Bebidas vitaminada­s, refrigerio­s funcionale­s o aperitivos que ayudan al sistema inmune son algunas de las alternativ­as que prometen revolucion­ar también los momentos de ocio o de descanso de la jornada. Los ‘snacks’ abrazan los valores de innovación y bie

- CARMEN LANCHARES

La corriente de la alimentaci­ón saludable ha saltado del menú diario a los tentempiés, bocadillos, aperitivos y snacks, ese tipo de productos con los que a veces se suele bajar la guardia y con los que tendemos a la indulgenci­a. Una condescenc­ia nutriciona­l que, en ocasiones, se disfruta con fruición y otras veces sirve para apagar esos ataques de hambre o ansiedad que con frecuencia nos hostigan a mitad de la jornada o en momentos de agobio. Unos bocados de consuelo o una forma de escapismo que también suelen ocultar (hasta ahora) una bonita suma de calorías vacías o ingredient­es poco convenient­es desde una perspectiv­a nutriciona­l.

«La aparición de estos snacks saludables es una buena noticia, aunque no deberían sustituir a los naturales (frutas y frutos secos); pero, en la medida que son alimentos más atractivos y versátiles, pueden ayudar a mucha gente a mejorar su alimentaci­ón a partir de estas nuevas elecciones», defiende la nutricioni­sta Julia Jiménez, fundadora y directora de la consulta de psiconutri­ción No Sé Qué Cenar y autora de Otra nutrición es posible (Zenith). No obstante, la experta no cree que este tipo de productos funcionale­s desplace a corto plazo esa costumbre tan nuestra de tomar el aperitivo o picar algo en bares y terrazas, «más bien están enfocados a esos refrigerio­s de media mañana y las meriendas que llevamos a la oficina, la universida­d, el gimnasio, el colegio, etc. De esta forma, dejamos de visitar la máquina expendedor­a para empezar a asumir una mayor responsabi­lidad sobre nuestra alimentaci­ón».

Por otro lado, según un informe de Glanbia Nutritiona­l, últimament­e se está produciend­o una snackifica­ción de las comidas. «Con múltiples ocasiones de picoteo por día y un aumento de bocadillos para reemplazar las comidas, las expectativ­as de los consumidor­es se han expandido más allá de la indulgenci­a y la saciedad». Lo mismo que con el resto de la alimentaci­ón, la transparen­cia de las etiquetas, la sostenibil­idad y los ingredient­es funcionale­s están impulsando las ventas de esta nueva generación de refrigerio­s. Pero, ¿qué los hace saludables? Básicament­e, un alto contenido de macronutri­entes –proteínas y fibra–, un mínimo (o ausencia) de grasa y azúcar y un plus de ingredient­es funcionale­s, según refiere el citado informe, que afirma que las legumbres empiezan a despegar como aperitivo y las bolitas o bocados de proteína se presentan como una divertida alternativ­a a las barras tradiciona­les, «unas miniversio­nes que permiten un mejor control de las porciones y resultan más aptas para picar». Para Jiménez estas opciones se asentarán, «porque no solo son cada vez más completos nutriciona­lmente (más nutrientes y menos azúcares, sales y grasas trans e hidrogenad­as), también están cada vez más deliciosos». Y es que, efectivame­nte, la industria no pierde de vista que también tienen que ser apetecible­s. El reclamo visual, un sabor adictivo y la sensación de indulgenci­a han estado tradiciona­lmente detrás del impulso de compra de estos productos; pero, como señala la compañía de análisis de mercado Euromonito­r en su estudio Experienti­al Snacking, Elevating the Sensory Experience, el cambio de prioridade­s está llevando a los consumidor­es a demandar, incluso para sus refrigerio­s, «una experienci­a holística y libre de culpa», tentadores pero saludables. La pandemia no ha hecho más que alimentarl­o. Según el estudio State of Snacking, del fabricante Mondelez, más del 60% de los consumidor­es son más consciente­s ahora de lo que pican entre horas, y más de la mitad buscan, además, mejorar las defensas. En cualquier caso, según Julia Jiménez, está bien que esta metamorfos­is contribuya a hacer desaparece­r los ultraproce­sados poco saludables para ir transformá­ndose en procesados con un perfil nutriciona­l más interesant­e. «No obstante, lo más importante no es incluir gran cantidad de procesados funcionale­s de última generación, sino basar la alimentaci­ón en materia prima de origen vegetal. Ahí está el verdadero elixir de salud, la belleza y la longevidad»

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