Escapadas por la geografía nacional con un atractivo añadido: reivindicar y disfrutar de la rica artesanía ibérica.
Planificar viajes y escapadas de verano es un ejercicio que se antoja especialmente placentero este año. Todavía más si en esa expedición se programan paradas que permitan reivindicar y disfrutar de la rica artesanía ibérica.
Puede que en alguna estantería de casa descanse una figura más o menos pequeña en la que se lee ‘recuerdo de’, seguido del nombre de cualquier pueblo o ciudad que alguien visitó. El mismo alguien que quizás, hace años, trajo consigo una camiseta de estampado multicolor que trataba de encapsular la idiosincrasia del destino turístico a base de dibujos. Los souvenirs clásicos podían moverse entre la utilidad decorativa y la indumentaria, pero en realidad poco importaba: su encanto, más allá de lo estético, residía en estirar un poco más la ensoñación de un viaje.
Esa es la máxima que sigue imperando en los objetos que se compran durante una escapada de días o de semanas, solo que ahora muchos de ellos tienen un nuevo apellido: son artesanos. No es ningún secreto que la reivindicación de los oficios tradicionales se ha convertido en uno de los discursos centrales en moda y el estilo de vida, llegando a perfilarse incluso como uno de los mejores aliados para garantizar la supervivencia de la industria. Pero también es un lugar seguro para quienes valoran lo hecho a mano, y ayuda a dibujar una sinuosa y amplia ruta de innumerables y deliciosas paradas. En algunas, repartidas de norte a sur de la geografía española, el cuero se convierte en protagonista (ora en forma de bolsos, ora como piezas decorativas). En otras, la minuciosidad de dibujos intrincados es la norma, como sucede con los distintos tipos de bordados que enhebran sus raíces en la península, o con algunas joyas de filigrana cordobesa.
El nexo de unión de estas propuestas es la protección de las técnicas (y oficios) tradicionales, así como la reivindicación de la calidad en los materiales empleados. El resultado final ha de ser óptimo, ya seas zapatero, cestero o joyero. Ojo: esto no es (en ningún caso) un reclamo de venta vacío. Muy al contrario, garantiza la supervivencia de la sabiduría popular al mismo tiempo que genera artículos de valor que envejecerán bien, muy bien, en el armario o en las estanterías