VOGUE (Spain)

La MODA de MAÑANA

DOMINNICO, SONIA CARRASCO o REVELIGION: una de estas tres firmas está llamada a ser la ganadora de Who’s On Next 2021, el mayor premio de la moda en nuestro país que convoca ‘Vogue’ España desde hace ya diez ediciones. Entre la vanguardia pensada como esp

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Tengo 24 años y no llego a fin de mes» es, segurament­e, el mejor titular que ha dado en décadas un diseñador de moda. Lo propiciaba Domingo Rodríguez Lázaro (Alicante, 1994) al proclamars­e ganador de la decimocuar­ta edición del Mercedes-Benz Fashion Talent, el galardón que premia la creación emergente en la pasarela madrileña. De eso hace ya tres años. Hoy, Rodríguez Lázaro puede presumir de marca sólida, clientela de aúpa, éxito mediático y reconocimi­ento también de alcance internacio­nal. Aunque su realidad siga siendo la misma. «Soy una persona ambiciosa que se dedica al sector del lujo. No soy de comprarme unas Balenciaga de 900 euros, soy de gastarme 2.000 euros en tejidos para poder hacer una colección que luego me dé de comer», continuaba la declaració­n que arrancaba con aquel statement que valía cinco columnas en negro sobre blanco, la proverbial medida de lo altamente enjundioso en prensa. Tampoco es que fuera necesario leer mucho entre líneas para descubrir su talante: el de un joven dispuesto a invertir en su futuro, un creador comprometi­do con su visión, la actitud siempre por delante. Normal que ahora, dice, empresas y marcas ajenas le paguen «por ser Dominnico».

Pues Dominnico también ha irrumpido en la final de Who’s On Next 2021, la décima convocator­ia del mayor premio de moda en nuestro país, una iniciativa de Vogue España –en colaboraci­ón con el grupo Inditex– para apoyar a esos agentes, más o menos nuevos, más o menos jóvenes, llamados a dinamizar la industria del vestir e incluso cambiar sus obsoletas reglas. Con esta ya van dos veces consecutiv­as en las que el alicantino ha logrado encarar la última recta antes de la meta, aspirando a un galardón dotado con 100.000 euros destinados al desarrollo de negocio, además del ingreso directo en la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) y, si no lo ha hecho aún, desfilar en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. La primera llamada de Vogue, en marzo de 2020, lo pilló al principio del confinamie­nto, mientras perfilaba las líneas de su propuesta para esta primavera en su estudio de Barcelona. La segunda, el pasado mayo, lo sorprendió justo en medio de una reunión, preparando con su equipo el lanzamient­o de la tercera entrega de la colección otoño/invierno 2021-22 vía canal de venta electrónic­o. «En cuanto te comunican la noticia, todo cambia. Pese a que siempre me he sentido muy apoyado por la prensa, el público y las celebridad­es, ahora es cuando realmente siento que mi trabajo será todavía más valorado, ya que la institució­n más importante de la moda me está dando la gran oportunida­d de mi vida», decía entonces. «Creo que Dominnico ha conseguido un sello diferencia­dor y reconocibl­e gracias a un imaginario creativo que ha ido madurando durante estos cuatro años de carrera», defiende ahora. «Hemos sabido readaptarn­os a las circunstan­cias y necesidade­s de una generación en busca de valores como la diversidad, la sostenibil­idad y la vanguardia».

Formado en la escuela barcelones­a de diseño y artes gráficas LCI, donde se especializ­ó en tratamient­o de pieles y pelo natural, Domingo Rodríguez entiende Dominnico como un mensaje. Una firma de contenido, exquisita en el detalle, virtud que el diseñador confiesa heredada de su madre, artesana bordadora experta en trenzado mallorquín. «Es prêt-àporter, pero con acabado de alta costura. Diseño, patrono, corto, coso, estoy en todo el proceso de la colección y cuando no llego, delego», cuenta. Aunque lanzada en 2016, el mundo comenzó a saber de Dominnico en 2018, después de que Lady Gaga comparecie­ra en público luciendo algunos de sus caracterís­ticos conjuntos metalizado­s. Enseguida se le unieron Rosalía, a la que vistió para la gira estadounid­ense de El mal querer y sus recordadas actuacione­s en el Primavera Sound y el Mad Cool de 2019; Rita Ora, Aitana... El creador nunca ha escondido que piensa sus prendas para la noche, pero, sobre todo, para el espectácul­o: «Son diseños muy especiales con los que intento distinguir­me». Tafetán y organza tecnológic­os, jacquard y PVC con impresión holográfic­a, tules y lúrex hablan tanto de su dedicación a la investigac­ión textil como de su pericia técnica. También de una idea/ideal de futuro que, aun definido en femenino, en realidad no distingue género.

Aunque igualmente articulada en torno a la mujer –o la fuerza de la feminidad–, la propuesta de Sonia Carrasco (Valencia, 1988) tampoco desmerece en fluidez. No en vano moldeó su estilo creativo en la Céline de Phoebe Philo, para la que trabajó en tres coleccione­s. Antes, la segunda finalista aspirante a formar parte de la generación WON estuvo en Alexander McQueen. De la experienci­a junto a su actual directora creativa, Sarah Burton, dice

que aprendió el método para encontrar la inspiració­n. Con esos mimbres, y ya establecid­a en Barcelona, en 2019 presentaba la primera colección (p/v 2020) de su firma homónima con una idea muy clara: la ropa como una experienci­a diferente a partir de un férreo compromiso medioambie­ntal. «Tratamos de evitar la palabra ‘sostenible’ porque no podemos identifica­rnos con ella: se emplea de forma vaga, tanto que está perdiendo su significad­o. La sostenibil­idad no es una opción en esta industria, es un deber», proclama la creadora, que estudió en el Istituto Europeo di Design de Madrid. Your fashion is killing my world (Tu moda está matando mi mundo), rezaba en aquella camiseta de su debut –titulado 33.394759,124.969482, las coordenada­s de la llamada Isla de Plástico, banco flotante formado por toneladas de basura en medio del océano Pacífico– que llamó la atención de las grandes cabeceras internacio­nales de la moda. La cuarta (o/i 2021-22, geolocaliz­ada en el Glaciar Thwaites antártico como metáfora del momento crítico medioambie­ntal que hemos alcanzado) la presentaba en formato digital a principios de este año en el marco de la London Fashion Week.

Hemos venido a demostrar que se puede ser culturalme­nte relevante y responsabl­e al mismo tiempo, además de vanguardis­ta e innovador usando únicamente materiales que no tengan un impacto negativo en el medioambie­nte», expone Sonia Carrasco. No se queda ahí: «Venimos a demostrar a los grandes que tenemos que ser activos cuidando nuestro planeta y a nuestra gente. Queremos liderar la nueva moda desde España y para el mundo. Nacemos globales, responsabl­es y éticos». Semejante arenga es la que sostienen la firma, fundamenta­da en la producción de cercanía (las factorías con las que trabaja son todas locales, y comparten idénticos valores), la trazabilid­ad de las coleccione­s y el uso de materiales orgánicos, veganos y reciclados con certificad­o estándar global. «La intención es que productore­s y consumidor­es estén unidos por una actitud responsabl­e para que cambie la industria de la moda», continúa la diseñadora, cuya misión va aún más allá: también está comprometi­da con la dignidad y la ética laboral, especialme­nte por lo que respecta a las trabajador­as textiles. De ahí su colaboraci­ón con la Fundació Ared de Barcelona, que desde hace casi tres décadas se ocupa de ayudar a mujeres víctimas de la violencia de género y en riesgo de exclusión social formándola­s y empleándol­as en sus talleres. «Nosotros fomentamos la inclusión, no solo en las redes sociales y las campañas de publicidad, sino también en el propio equipo. Creemos en una industria de la moda que sea diversa y represente a todo el mundo», remata.

En términos de estilo, Sonia Carrasco tampoco tiene pérdida: minimalism­o funcional destilado a partir de la sastrería de concepción masculina, que la creadora lleva a nuevos límites, bien en tonos naturales, bien en colores saturados que, efectivame­nte, remite a su heroína personal (la británica Phoebe Philo, claro). Y luego está el monograma que ha ideado para representa­r la marca, todo un hallazgo: la silueta de la típica barraca valenciana, que actúa como estampado en los trajes de chaqueta fluidos, las camisas y las balaclavas de punto y lana reciclados de su última colección. Con una presencia amplia en el mercado japonés y del sudeste asiático, su mejor baza es, para el caso, el comercio electrónic­o, siguiendo la estrategia digital que permite un alcance de marca mayor a costes más efectivos. De esta manera, las prendas se confeccion­an bajo pedido, evitando incrementa­r la huella de carbono y, sobre todo, la sobreprodu­cción que domina el actual negocio del vestir. «Partimos de la idea de tener siempre las coleccione­s muy controlada­s», confirma. «Primamos la calidad sobre la cantidad».

A medio camino entre la conciencia ecológica y la fantasía indumentar­ia se sitúa Reveligion, tercera finalista del premio Vogue WON (ojo, no es que haya un orden como tal, es solo el que le ha convenido al periodista para contarlo). María Rodríguez Blanco, su fundadora y directora creativa, se sacó el grado de moda en el centro de estudios superiores de diseño CEADE Leonardo de Sevilla mientras trabajaba por las tardes en la floristerí­a de su barrio y, de esta manera, quedaron unidas ambas pasiones en la filosofía de su firma. «Personalme­nte, me gusta pensar en Reveligion como un concepto, que a su vez cuenta la historia de mi vida, mis estados de ánimo, mis inquietude­s... Ya sea un vestido o un centro floral, al final el resultado es una invitación a la evasión, a viajar a un universo donde todo es maravillos­o, hermoso, casi perfecto», explica esta treintañer­a sevillana, que cose una experienci­a personal, pero de alcance colectivo, en cada colección. Rainbow, la primera, relataba un momento de vacío existencia­l que encontró su eco en la lucha por los derechos LGTBI. Le siguieron Stories, evocación de su infancia con la que también homenajeab­a a su hermano discapacit­ado, y Duck, que parió casi a la vez que a su hija, de ahí las referencia­s a la maternidad. Con la cuarta, Ritch, se acercaba a las vivencias de su marido en la Sudáfrica del apartheid y llegaba por primera vez a Samsung EGO, la pasarela de emergentes de la MBFWM. En el mismo escenario presentó École, el o/i 20-21 plagado de sus ya habituales volúmenes de volantes de tul (sí, es fan declarada de Molly Goddard), planos tridimensi­onales y colas para arrastrar en declinació­n cromática del rosa al violeta. Detrás de esa fachada de optimismo latía el recuerdo de la que, confiesa, fue su peor época, la del bullying en el colegio y la consiguien­te pérdida de identidad. «Creo que lo que hace única a una marca es la persona que está detrás diseñando y reflejando su propio universo, y cómo esa esencia o alma que transmite llega al cliente».

Reveligion –contracció­n de revolución, revelación y religión, los tres estadios de su particular camino hacia la iluminació­n– se ha hecho fuerte, además, en el territorio nupcial. El que practica María Rodríguez es ese tipo de prêt-à-porter artesanal («Cosiendo a mano es con lo que más me siento conectada», dice) rayano en la costura que tan bien le sienta a los vestidos de novia. Los patrones de estos son los mismos que los de las coleccione­s comerciale­s, transforma­dos para la ocasión requerida. «En realidad, el trabajo a medida es algo puntual», explica la diseñadora, que también tiene formación en diseño gráfico, relaciones públicas, mercadotec­nia visual y estilismo, amén de la experienci­a floral que ha incorporad­o como división de negocio. Aunque asegura que con lo que más disfruta es creando la colección: «Me gusta trabajar con un sentido, una inspiració­n y un fuente concreta». Así la encontró la noticia de su puesto en la final de Who’s On Next 2021, planeando la próxima, que presentará en septiembre. Quizá de nuevo en Londres, ciudad fetiche –allí vivió una temporada antes de volver a Sevilla– en la que ya desfiló en 2019. «Me considero muy creativa y con un punto diferente que aportar», concluye. «Soy una persona con muchas ganas de aprender, pero también de hacerse escuchar»

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Fotografía SILVIA TORTAJADA Estilismo MARTA BAJO Texto RAFA RODRÍGUEZ
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En la página de apertura, vestido de tul con carruchas, de REVELIGION; y pendientes de ROCÍO JEWELS. En la página anterior, vestido de tul con corsé y maximangas de tul, ambos de REVELIGION. En esta página, americana y falda de traje hechos a mano en telar, ambos de SONIA CARRASCO.
 ??  ?? En esta página, a la izda., chaqueta de pelo reciclado, leggings de nailon elásticos, zapatos de piel con piedras y perlas recicladas y collar, ambos creados en colaboraci­ón con Mateu-lo, todo de DOMINNICO. Arriba, americana asimétrica, pantalones de traje, crop top y zapatillas (en colaboraci­ón con Asics), todo de SONIA CARRASCO. En la página siguiente, top de nailon con aberturas en lycra, leggings y falda de nailon, guantes de piel reciclada con apliques de pelo reciclado, collar, casco de pedrería y zapatos, en colaboraci­ón con Mateu-lo, todo de DOMINNICO.
En esta página, a la izda., chaqueta de pelo reciclado, leggings de nailon elásticos, zapatos de piel con piedras y perlas recicladas y collar, ambos creados en colaboraci­ón con Mateu-lo, todo de DOMINNICO. Arriba, americana asimétrica, pantalones de traje, crop top y zapatillas (en colaboraci­ón con Asics), todo de SONIA CARRASCO. En la página siguiente, top de nailon con aberturas en lycra, leggings y falda de nailon, guantes de piel reciclada con apliques de pelo reciclado, collar, casco de pedrería y zapatos, en colaboraci­ón con Mateu-lo, todo de DOMINNICO.
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