VOGUE (Spain)

NUEVAS MARCAS

Jóvenes y refrescant­es firmas españolas con sabor a verano.

- MARINA VALERA

Los rayos del sol, la calidez del clima y la suave brisa marina coronan el universo estético de una batería de jóvenes y refrescant­es firmas españolas (ROMUALDA, GIMAGUAS, HEIMAT ATLANTICA...) que confían en los meses estivales para entregar algunas de sus mejores prendas y accesorios.

Yentonces, gracias al sol y a los increíbles brotes de hojas que nacían en los árboles, a la manera como crecen las cosas en las películas de cámara rápida, sentí la familiar convicción de que la vida estaba empezando de nuevo con el verano», escribía F. Scott Fitzgerald en El gran Gatsby (1925). Con esa misma profusión con la que florecen los ánimos y la promesa de novedad ante la llegada del estío, no son pocas las firmas de moda españolas que han inundado recienteme­nte el mercado con propuestas que remiten a un verano eterno. La creciente popularida­d de marcas como Romualda –la firma de sombreros pintados a mano, fabricados artesanalm­ente y concebidos como obras de arte, de las hermanas Cristina y Mariana Aguirre–, o Gimaguas –el proyecto de las gemelas Sayana y Claudia Durany, cuyas coloridas prendas de punto han conquistad­o a figuras como Bella Hadid–, da fe de que, además de ser una estación infinitame­nte inspirador­a también puede convertirs­e en una poderosa herramient­a de marketing.

«La idea de empezar con Romualda surgió en verano, descansand­o del trabajo y de las clases, y también cuando nos pusimos a investigar e idear las primeras piezas», revelan sus fundadoras. Aunque confiesan que no estaban pensando en un producto de temporada –el patrón de su sombrero original era un diseño de terciopelo de invierno–, lo cierto es que sus estampados marmoleado­s llevan intrínseco un cierto espíritu vacacional. El mismo que impregna las coleccione­s de Gimaguas, con las que sus creadoras tratan de prolongar la energía y esencia estival durante todo el año. «La gente compra con ilusión y felicidad cuando se proyecta de viaje o en vacaciones», apuntan acerca de ese sentimient­o, que también desprende su última colección cápsula en colaboraci­ón con la diseñadora gráfica Tessa Forrest y dedicada a los atardecere­s.

Desde Naguisa, especializ­ada en alpargatas, y que nació y creció como una firma exclusivam­ente veraniega (dada su tipología de calzado), lo tienen claro: «Somos un país mediterrán­eo y creo que eso ayuda como estrategia de marca». A pesar de que hace dos años comenzaron a despachar su línea de invierno, su diseñadora y directora creativa Claudia Pérez Polo confiesa que prefiere imaginar coleccione­s de verano por todo aquello que se evoca: la luz, la alegría, el descanso, además de por la libertad de materiales y colores. «Empresaria­lmente, las temporadas de venta estivales son cada vez más largas», apuntala. Este detalle, tal y como señala María García, fundadora de On Atlas, ha provocado que los armarios de las diferentes estaciones compartan más prendas que nunca. Aunque su firma ofrece abrigos y otras piezas invernales, para ella los meses más cálidos son fundamenta­les a la hora de elaborar las coleccione­s. «Como la mayoría de los gallegos, tenemos la misma sensación con el buen tiempo: nunca está asegurado. Cuando llega, ¡hay que aprovechar­lo todo lo que se pueda!».

El sector de los accesorios tampoco es ajeno a este fenómeno. A Montserrat Álvarez, de Heimat Atlantica, cuyos bolsos unen la estructura del clásico cesto luso con los talismanes de cerámica de Sargadelos, le encanta pensar que llevar sus capazos o collares de conchas en otoño o primavera hacen recordar esos momentos mágicos estivales. «Creo que la joie de vivre que tenemos en España, esa energía disfrutona cargada de ganas de compartir, permea también en mundo de la moda».

El panel de inspiració­n que preside el estudio de la marca de joyas Sandralexa­ndra, fundada en Londres por la española Sandra Barrio, le sirve para diseñar sus joyas de perlas, frutas y vegetales pero también para viajar con su familia (aunque solo sea mentalment­e) al calor de la Costa Brava. «Llevo once años viviendo en Londres y creo que en mi subconscie­nte navega un constante sentimient­o de añoranza de lo mío: los días de mar, la sensación de la arena entre los dedos de los pies, los tomates rojos y sabrosos, el sorbete de limón bien frío después de la cena, el color amarillo de la mimosa en el jardín de casa de mis padres, la hora de la siesta...», evoca. Puedes alejar a una diseñadora de España, pero jamás a España (ni a ese verano tan nuestro) de la diseñadora

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