DIVERSIDAD
La apuesta de Luis Ndong y David Pozo con su marca Amo Studio.
ALuis Ndong y David Pozo los unió el mundo de la moda (más concretamente una Mercedes Benz Fashion Week Madrid) hace cinco años. Primero como amigos, después como algo más. De ese vínculo surgió en 2018 AMO Studio, una marca que aporta una visión fresca e inclusiva a una industria obligada a cambiar ante los imparables cambios sociales.
Criado en Madrid en el seno de una familia ecuatoguineana, y rodeado siempre de mujeres, Ndong recuerda cómo el gran punto de inflexión en su vida fue cuando vio a otra persona negra, Naomi Campbell, en la televisión durante un desfile de John Galliano. Desde aquel momento no ha parado y ha desarrollado su carrera, principalmente como modelo, de la mano de diseñadores como Juanjo Oliva, Palomo Spain o Ana Locking, o marcas como Pull & Bear o Rochas, y desfilando en pasarelas nacionales e internacionales, como las semanas de la moda de París y Milán.
La segunda mitad de AMO Studio es David Pozo. Originario de Baena, su camino estaba escrito desde que nació: «Mi abuela era costurera, mi tía es modista y mi bisabuela era sastre. Con una familia así no puedes decir que vas a estudiar Derecho», justifica entre risas. Después de formarse en diseño de moda, encontró en Luis Ndong el apoyo definitivo para lanzarse a la aventura de impulsar una firma desde cero. Echando la vista atrás, coinciden en que el salto fue la consecuencia natural de ese recorrido personal y profesional: «Aprovechamos su experiencia como diseñador y mis ganas de crear y buscar una representación desde una visión positiva».
Ambos son las manos, las cabezas pensantes y el corazón de una firma que en su corta vida ha vestido a artistas como Nia, Lola Índigo, Famous o Sonia Sweet. Entre sus prioridades como marca está la visibilidad de las modelos racializadas que, como el propio Ndong, aún representan un perfil escaso en el mundo de las pasarelas, aunque se atisban avances, como refleja Business of Fashion en un informe de 2020 donde apunta que casi se ha doblado el número de modelos racializados en las principales pasarelas. «Queremos empoderar con nuestros looks a todas las personas y dar un espacio a las modelos femeninas negras que no suelen tenerlo. Buscamos que los clientes tengan un producto único que fusione tejidos y use distintos patrones. A veces, las marcas de fast fashion nos hacen parecer clones. Aquí unimos la ropa a un concepto más artístico», explica.
AMO Studio, que se define como la primera marca mixed-race española, tiene su principal ventana en Instagram (@a.m.o.studio), donde cuelgan las sesiones fotográficas de sus colecciones y reciben pedidos por encargo (uno de los últimos lo ha hecho la actriz y cantante Lali Espósito). Este método de trabajo lo combinan con el lanzamiento de colecciones cápsula, de entre diez y quince piezas, y que tratan de ceñir al calendario oficial de la industria de la moda. Las tres realizadas hasta la fecha son Ascesis, Treasure e Individualidad, con un arduo trabajo detrás y confeccionadas de manera artesanal: «Todo es autoproducido, por lo que lleva mucho esfuerzo. Un vestido de novia nos cuesta casi un mes de trabajo».
Esa minuciosidad se plasma también en los mensajes que quieren transmitir con cada prenda y los conceptos que arman alrededor de las colecciones. En Individualidad, su última aventura, que se centra en tonalidades como el lila y el verde, y en tejidos como el tweed y los vinilos termosellados, reflejan su visión personalista de la industria de la moda y de la sociedad: «Hay un concepto muy arcaico de lo que es ser español, en el que si, por ejemplo, eres negro, no entras. La colección versa sobre aceptar la diversidad de la sociedad en la que vivimos».
Aunque la firma lleva apenas tres años en marcha, entre sus próximos objetivos se encuentran el desarrollo de una plataforma de venta online y la celebración de un desfile en Londres, además de continuar colaborando con artistas como la rapera Ms. Banks y seguir colaborando con revistas como Wonderland o Numèro. Cuando empezaron su relación, Ndong y Pozo jamás imaginaron que se embarcarían en una firma con un propósito tan definido: sacar la belleza de los lugares y de las personas que la sociedad habitualmente aparta. Lo explica Ndong: «Nuestra marca experimenta con algo que no abunda en la industria». Con su llegada, eso puede cambiar