FOLCLORE
Nuevos artistas andaluces que trabajan sin perder de vista las raíces.
De los sonidos vanguardistas elaborados desde la música popular de CALIFATO 3⁄4 al potente simbolismo de la ilustradora MARÍA MELERO, la nueva generación de artistas y autores andaluces trabaja incansable sin perder de vista las raíces, la consciencia política y la historia propias de su territorio. Una región orgullosa, que ahora se atreve a explorar, libre de complejos, el inmenso potencial de su voz a través del arte y la cultura, descubriendo su propia identidad a través de las propuestas más personales, modernas y frescas.
La ilustradora María Melero siembra sus lienzos de flores, de joyas con corales, de bodegones con frutas atravesadas por cuchillos y demás simbología de herencia lorquiana al tiempo que los acordes de La Paquera de Jerez, Enrique Morente o Lole y Manuel llenan el aire de su estudio en Jerez de la Frontera. «El lugar donde te crías, el ambiente en el que te mueves y la luz que entra por tu ventana influyen en el trabajo de un artista. Las que dibujas, los colores, tienen mucho que ver», explica, y en su acento natural desborda un ceceo que es también orgulloso. «La pintura es mi medio de expresión. Cuando murió mi padre quise desahogarme así, plasmar mi duelo, y el flamenco me ayudó a canalizarlo. Es uno de los artes más puros». Abrirse camino en su oficio sin abandonar su tierra natal no ha sido fácil, confiesa, porque percibe Andalucía en desventaja para oportunidades de trabajo. «Siempre he tenido la sensación de que los que somos del sur estamos en tierra de nadie para los demás en todos los sentidos, y lo vivo con mi trabajo», cuenta Melero, que ha visto pasar de largo oportunidades por ese motivo, y enseña a sus alumnos de ilustración que apostar por su tierra no es fácil, pero tampoco imposible.
Otros creadores también demuestran que es difícil pero viable no solo trabajar desde Andalucía, sino hacerlo de una maplantas
orgullosa, inspirándose en su cultura popular y concibiendo las expresiones más personales y modernas de sus disciplinas. El estudio Átomo Games, sin ir más lejos, ha creado Patios, un juego de mesa para toda la familia inspirado en el Festival de los Patios de Córdoba, en el que las delicadas cartas ilustradas por el creativo local Javier González Cava florecen en una pared de macetas. En el terreno de los videojuegos, el estudio sevillano The Game Kitchen desarrolló Blasphemous, la aventura de un penitente publicada en 2019 tras una exitosa campaña de crowdfunding.
Es en la música, sin embargo, donde más se ha sentido este seísmo cultural andaluz. Prueba de ello es el eco de La Contraçeña, el último álbum de Califato 3⁄4, en el que fandangos, sevillanas o marchas de Semana Santa salen al encuentro de la electrónica bajo temas titulados con fonética andaluza. «La sevillana es un género denostado. Nos gusta hackear esos tópicos, coger un género que puede ser considerado casposo y decir que puede ser vanguardia», exponía Esteban Espada, bajista, en una entrevista para Vogue.es en la que también reconocía que «ese andalucismo cultural que se está formando es cada vez más fuerte».
Melero incide sobre una pequeña contradicción que encierra el repentino interés por todo lo andaluz: «Por un lado me alegro, porque ya era hora. Pero, por otro, da coraje. Llevamos toda la vida olvidados y de pronto te valoran porque lo que nunca ha sido válido ahora sí lo es». Su sentir forma parte de una realidad sociopolítica mayor de la que este movimiento cultural se hace cargo. «Este resurgir es inseparable de la crisis económica de 2008», afirma el politólogo malagueño Jesús Jurado. «El discurso de la autonomía como éxito entra en crisis con la generación que ha nacido bajo ella, que ve frustradas sus expectativas y comprueba que sus problemas no son tan diferentes a los de sus padres, y vuelven a plantear el andalucismo como una asignatura pendiente». En este contexto es casi natural, señala el politólogo, que se produzca una ola cultural. «Lo singular de este movimiento es que plantea Andalucía de una forma orgullosa», explica Jurado. «La representa como una entidad activa y en esa refornera mulación está precisamente el orgullo». Al trabajo de los artistas se une el de otros autores de campos como el periodismo, la investigación o incluso la lingüística. Desde la propuesta de una ortografía andaluza que refleje su variedad de hablas, al rescate de una genealogía feminista propia, tarea que la periodista Mar Gallego, autora de Como vaya yo y lo encuentre, realiza de manera infatigable, explicando la intersección entre las desigualdades de género y las que acompañan a la identidad andaluza. «Las mujeres de aquí han sido despojadas de su relato propio y de su inmenso potencial subversivo y transformador. En resumen, viven una otredad como mujer dentro de una otredad cultural», explica Gallego.
Su historia, como el rico legado cultural de Andalucía, comienza a ponerse en valor gracias al trabajo de todos estos autores