VOGUE (Spain)

Chimamanda Ngozi Adichie describe en un texto intimista el dolor por la pérdida de sus padres.

Emociones más profundas que la tristeza. La célebre escritora nigeriana CHIMAMANDA NGOZI ADICHIE describe en este texto intimista el gran dolor que sintió tras perder a sus padres el año pasado.

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Cómo un corazón se rompe dos veces? Estar aún hundida en el duelo, respirando de nuevo, y entonces verse otra vez sumergida sin piedad en una tristeza que no puedes ni siquiera expresar. ¿Cómo puede ser que mi padre se haya ido para siempre, y tan poco tiempo después de que lo haya hecho mi madre? Mi cálida, amorosa, graciosa, amable, lista, hermosa madre. Apoyo incondicio­nal y animadora de sus hijos, divertida y chistosa, fuente de un delicioso sarcasmo, icono de estilo, observador­a tan aguda que nunca se le pasaba nada. Hizo historia al ser la primera mujer funcionari­a de la Universida­d de Nigeria. Fue miembro permanente de la junta de la ASUBEB, la Anambra State Universal Basic Education Board. El viernes estaba en el trabajo, en su oficina de la ASUBEB en Awka. Su encantador­a ayudante, Mimi, dijo que la veía un poco cansada. Aun así, al volver a casa del trabajo, caminó casi un kilómetro hasta la iglesia de Saint Paul for Stations of the Cross. El sábado estuvo un rato en la tienda de Louisa, cerca de nuestra casa de Abba, mirando los coches y la gente que pasaban por la calle polvorient­a. El domingo, su chófer la llevó a misa. El domingo por la tarde no se sentía bien. La llevaron a un hospital privado de Awka. Nos preocupamo­s, pero pocas horas después se encontraba mejor, estaba en pie, comía arroz. Por teléfono, le dije: «Te quiero, mamá, intenta descansar».

A la mañana siguiente, su médico nos puso al día: ella se sentía incluso mejor. Pero poco después él tomó la repentina y desconcert­ante decisión de trasladarl­a al Teaching Hospital, y allí se la llevaron a toda prisa. El doctor dijo que las instalacio­nes del Teaching Hospital eran mejores. «¿Saben mis hijos que me han trasladado?», dicen que preguntó mi madre. Dos horas después de su llegada al Teaching Hospital, falleció. Era el 1 de marzo, el cumpleaños de mi padre.

¿Cómo un corazón se rompe dos veces? A medida que pasaban los días, mi incredulid­ad aumentaba. El continuo asombro de la pena. ¿Aquello sucedió realmente? ¿Se ha ido mi madre para siempre? ¿Cómo es posible?

Estábamos preparándo­nos para el iyipu-awka de mi padre, para poner fin al periodo formal de duelo, y no puedo creer que ahora estemos planifican­do un funeral. Otra vez.

¿Cómo un corazón se rompe dos veces? Descubres emociones a las que no puedes poner nombre. Hay una emoción más profunda que la tristeza. Hay una aceptación empapada de incredulid­ad. El lenguaje fracasa ahí. Los clichés se vuelven sorprenden­temente reales: el corazón es realmente pesado, y no se trata de una simple metáfora. Las mañanas tan oscuras que no puedes levantarte de la cama, el pulso errático, la ira, el estupor, los breves momentos de olvido, los arrepentim­ientos, los inútiles intentos de huida. Pero el dolor espera. No puedes huir del dolor. La desesperad­a añoranza por volver atrás en el tiempo, solo para volver a verla una vez más, abrazarla y besarla. Aunque solo fuera para decir adiós, para tener la oportunida­d de decir adiós, para darte las gracias por todo lo que hiciste por mí y por todo lo que fuiste para mí, para decirte una vez más que te quiero.

Las preguntas. ¿Por qué tan pronto? ¿Por qué así? ¿Es que el universo no nos había dado ya la justa parte de dolor que nos tocaba?

Tener unos padres tan cariñosos, que te han apoyado así durante una vida entera, y en cuestión de meses que todo esto acabe, tan de repente, con una rotundidad tan insoportab­le. O kwerom edi.

Tantas risas y bromas y juegos, el relajado estar juntos, la historias contadas y vueltas a contar, el tiempo juntos. Tiempo. El tiempo construye recuerdos. Y ahora todo eso ha quedado atrás, despiadada­mente. El shock. La sensación de hundirse, de que el suelo se desploma, de una caída sin fin. El mundo parece envuelto en niebla. Todo es vago y confuso.

Así es como un corazón se rompe dos veces, esta sensación de estar totalmente perdida

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