Milena Smit lleva vestido corto y botas altas, todo de SAINT LAURENT
Dice PEDRO ALMODÓVAR que hay dos MILENA SMIT: la que viste sudadera ‘oversize’ para el ‘casting’ y la que se enfunda en un Givenchy de alta costura durante un festival de cine. Y sentencia, en su texto exclusivo para ‘Vogue’: ambas tienen la misma cantidad de sensibilidad y corazón. La fotogénica actriz murciana, que en este reportaje recorre las calles de Madrid durante el atardecer, coprotagoniza, junto a PENÉLOPE CRUZ, la nueva cinta del manchego, ‘Madres paralelas’, que este mes llega a los cines.
La primera vez que vi a Milena fue en la pantalla del ordenador de Eva y Yolanda, mis directoras de casting. Aparecía vestida de negro riguroso y muy oversize. El pelo larguísimo, tan oscuro como la sudadera y el pantalón. El rostro limpio. Era la imagen de una chica amorfa, sin forma, pero en el momento en que abrió la boca todo cambió. Daba igual cómo fuera vestida, esos ojos de garza, tan peculiares, se humedecieron de inmediato iluminando un rostro inocente y dolorido. A propósito, la prueba que yo elegí era una escena dramática, dura de hacer, mucho más sin tener a Penélope Cruz para que le diera la réplica, ni la luz de José Luis Alcaine para potenciar sus gestos. Era una prueba a palo seco y me impresionó enormemente la inmediatez con que Milena conectó con una emoción íntima y genuina que trasmitía, sobre todo, verdad. Prácticamente no tenía el tiempo para disponer del proceso suficiente que te llevara a las lágrimas. Pero lo hizo con una facilidad increíble para una novata. No tuve dudas.
En los primeros encuentros, en mi despacho de El Deseo, con la luz natural que procedía de la ventana, descubrí lo guapa que es. Una belleza poco convencional y muy versátil. Milena tiene mil mujeres dentro y todas ellas con una piel tan blanca que es el sueño de cualquier director de fotografía. Muy pronto se reveló su fotogenia extraordinaria y la verdad que trasmite cuando da sus réplicas. Esta es la segunda película que hace, no tiene técnica pero tampoco vicios, y posee una inteligencia emocional y una sinceridad que no se aprenden en ninguna escuela.
Ensayamos mucho, siempre con Penélope y, más cerca del rodaje, con Luna, la niña que hace de hija de Penélope. Con las dos se llevaba divinamente. Y la película lo agradece, casi todo su papel lo comparte con Penélope y la química que se crea entre las dos es un regalo para un director.
No la conozco bien, pero tengo la impresión de conocerla de toda la vida. Siempre tuve la sensación de estar dirigiendo a una actriz madura, por las preguntas que me hacía y por el modo en que reaccionaba a mis indicaciones. No me atrevería a clasificarla. A las pocas semanas de conocernos vi fotos de ella en los Premios Forqué y flipé con su look y los coturnos sobre los que se apoyaba. Una vez desechada la sudadera negra, Milena puede convertirse en un icono de moda. Viéndola hace semanas en la alfombra roja del Festival de Málaga, vestida de Givenchy, con un atrevido modelo que dejaba ver los múltiples tatuajes de sus piernas, pensé en la diferencia abismal de la primera imagen que guardaba de ella y la que lució en Málaga. Pero Milena es la misma, la de la ropa oversize indefinida y la de alta costura de Givenchy. Y, sobre todo, es una actriz, que rebosa sensibilidad y corazón.
Después de llevar meses ensayando, ya en plena posproducción, vi su intervención en No matarás, donde está, literalmente, arrolladora. Que se lo pregunten a Mario Casas. Milena Smit nos deparará en el futuro muchas sorpresas, estoy seguro. A pesar de su juventud ha vivido lo suficiente como para no perder la cabeza. Ojalá en el próximo guion me salga un personaje para ella. He disfrutado mucho en este rodaje y espero que disfrutemos de muchas más cenas y de muchas más películas juntos. La adoro