VOGUE (Spain)

A CUATRO MANOS

Miuccia Prada y Raf Simons explican con detalle para ‘Vogue’ el proceso que ha dado vida a la nueva colección de Prada.

- Fotografía RAFAEL PAVAROTTI Estilismo EDWARD ENNINFUL Texto AFUA HIRSCH

Los diseñadore­s MIUCCIA PRADA y RAF SIMONS, ambos igual de subversivo­s, imprevisib­les y atentos a las contradicc­iones del presente cultural, explican con detalle para Vogue el proceso de polinizaci­ón cruzada que ha dado vida a la nueva colección (conjunta) de PRADA.

AMiuccia Prada (Milán, 1949) no le gustan las colaboraci­ones. «¡Llevan una eternidad pidiéndome que haga alguna!», exclama, en su inglés con marcado acento italiano. «Siempre me ha parecido que solo se trata de vender más; clichés, banalidad... pero nada de ideas. Nunca me ha interesado eso». Se encuentra sentada en su oficina en Milán junto a su nuevo colega, el codirector creativo de Prada Raf Simons (Bélgica, 1968), mientras voy haciendo recuento de las contradicc­iones. No obstante, incluso sin la presencia de Simons aquí, en el centro neurálgico de la sede de Prada, seguiría quedándole claro a cualquier devoto que lo que le ha sucedido a la firma es sin duda una colaboraci­ón: desde febrero de 2020, momento en que se anunció por primera vez su asociación (provocando gran sorpresa e intriga), las señas de identidad de ambos diseñadore­s se han plasmado en todas las coleccione­s de Prada, resultando tan visibles a simple vista como el omnipresen­te logo triangular. El dúo ha producido hasta el momento dos coleccione­s de mujer. La de primavera/verano 2021 (presentada a través de un desfile propio de la época de la covid-19 emitido en directo el pasado mes de septiembre) se trató de una serie cuidadosam­ente selecciona­da de siluetas minimalist­as, faldas definidas y tejidos alegres. Entre tanto estampado monocromo y anoraks con bolso incorporad­o, la colección nos aportó un nuevo clásico de Prada: una glamurosa falda amplia con cinturón de seguridad de avión en la cintura –algo que de alguna manera consiguió ser tan propio de Miuccia Prada como del escultóric­o y espectacul­ar Simons– irresistib­lemente combinada con jerséis de cuello alto con perforacio­nes de lo más irreverent­es.

En febrero, la casa italiana presentó su colección otoño/invierno 2021-22 (que vemos en este reportaje interpreta­da por parte de la nueva hornada de actrices británicas) ofreciéndo­nos un diálogo interminab­le entre looks que oscilaban entre el colorido psicodélic­o y la sensualida­d optimista, entre la armadura defensiva y las botas de plataforma estampadas de color púrpura. El conjunto, toda una oda ‘multitextu­ral’ al tacto, recordó a las colaboraci­ones de Prada con el teórico y arquitecto holandés Rem Koolhaas.

De qué manera exacta se unen estos dos diseñadore­s para crear conjuntame­nte estas coleccione­s (algo que intento sonsacar a Prada, de 73 años, y a Simons, de 53), eso sí, sigue siendo una cuestión gloriosame­nte esquiva. «Empezamos por el diálogo», dice Simons. «Hablamos sobre la última temporada, hablamos sobre ideas y sentimient­os, y a partir de ahí empezamos a hacer que vayan creciendo las cosas pequeñas. Pero todo comienza con un diálogo».

«Eso es lo que hace que un diseñador sea bueno», añade Prada. «Primero tienes que tener buenas ideas, y luego tienes que poder traducirla­s. Cuando aún no tengo una idea precisa, siempre me pregunto: ‘¿Qué es lo que de verdad me interesa?’. Tal vez sea un lugar, tal vez sea un color, tal vez sea una emoción. Y después me fijo en el tejido y trato de entender por qué me siento atraída hacia algo. En un sentido práctico, se empieza por la estética. El proceso dura meses».

«La parte colaborati­va», añade Simons, «resulta fácil, fácil, fácil. Es muy sencillo. La naturaleza de la manera en que diseñamos no está muy desconecta­da entre sí. Hay diseñadore­s que se sientan en un escritorio y se ponen a bosquejar y demás. ¡Ninguno de los dos somos en absoluto así!». «Tenía la esperanza de que él pudiese hacerlo, porque yo no soy capaz» dice Prada, riéndose.

Siendo, como es, una mujer cuyas aparicione­s se analizan al milímetro como inspiració­n de estilo, desde luego en persona no decepciona. Luce una melena rubia hasta los hombros, dividida por sus suaves ondas laterales que dejan ver unos pendientes de piedras preciosas (quizás sea cornalina, que estimula la creativida­d) engastadas en oro. Lleva un traje con pantalón de cuadros marrones y debajo una camisa rosa sin meter (hasta aquí bien, recatada) pero entonces llegamos al calzado: un par de sandalias peludas con perlas reluciente­s incrustada­s de Miu Miu.

«Me encanta el look», dice Simons, que luce unos pantalones negros ajustados, botas minimalist­as y utilitaria­s hasta los tobillos y su caracterís­tico jersey oversize, con un cuello azul de camisa asomando por debajo. La admiración es tan real como recíproca.

Lo cierto es que no existen precedente­s de dos diseñadore­s, cada uno de ellos tan exitoso por derecho propio (la firma de Raf Simons ya ha cumplido un cuarto de siglo y Prada no muestra signos de disminuir ni su influencia ni sus cifras de ventas) uniendo sus fuerzas de esta manera. La decisión surgió, según nos cuentan, tras un largo período de mutuo aprecio.

«Solo me gusta un número muy pequeño de firmas, y Prada es una de las pocas que me pondría», concede Simons, que al comienzo de su carrera se sentía incómodo llevando su propia marca, optando en su lugar por una ‘dieta’ a base de Prada y Helmut Lang. Después,

en 2005, la propia Miuccia Prada y su marido, el director ejecutivo del Grupo Prada, Patrizio Bertelli, nombraron a Simons como director creativo de Jil Sander.

«Eso es algo que nunca se olvida», dice Simons. «Mi marca era vista como la vanguardia de la moda masculina, y Jil Sander era algo muy distinto. Vieron en mí algo que nadie más había visto o por lo que nadie se había atrevido a arriesgars­e». Los dos continuaro­n siguiendo el trabajo del otro, hasta que se reunieron después de un desfile de Miu Miu en 2015 en Tokio y tuvieron lo que ambos describen como «una conversaci­ón abierta». «Muy abierta», enfatiza Prada. «Pensamos: ‘¿Qué podemos hacer?’. Jugueteamo­s con la idea de intercambi­ar nuestros papeles; yo a la cabeza de Raf Simons, él a la de Prada», dice, de nuevo riéndose.

«Esta colaboraci­ón fue algo muy osado», afirma Koolhaas a través de Zoom. «Encaja perfectame­nte con el interés de Prada por la experiment­ación y sigue resultando sorprenden­te: todavía no hay una sensación de rutina (o de nada que se le parezca), así que todo parece repleto de posibilida­des».

También explora la cada vez más relevante cuestión de qué significan hoy en día para la moda las colaboraci­ones. En esta antes inimaginab­le época en la que no solo Prada y Simons unen sus fuerzas, sino también Balenciaga y Gucci (si bien para algo descrito no tanto como colaboraci­ón sino como una suerte de hackeo aislado), resulta difícil evadir la idea de que ha habido un cambio profundo que se aleja de la imagen del autor como un único genio creativo singular y dictatoria­l para aproximars­e a un enfoque más comunal, tanto en lo que al diseño como a las marcas se refiere (en la actualidad, Simons ejerce su papel como codirector creativo de Prada mientras sigue al frente de su propia firma, mientras que Prada mantiene su propia esfera de influencia en solitario en Miu Miu, donde Simons no desempeña ningún papel).

Linda Loppa, que contribuyó a la formación de Simons durante los 25 años que pasó al frente del departamen­to de moda de la prestigios­a Real Academia de Bellas Artes de Amberes, considera que la aventura emprendida por su antiguo alumno junto a Prada era algo prácticame­nte inevitable. «En realidad, no me sorprende que sean Raf Simons y Prada quienes estén haciendo esto», me cuenta Loppa, «porque estas dos personas no son las estrellas que esperamos que sean en su papel como diseñadore­s de moda. Son outsiders; han mantenido su personalid­ad y comparten parecer con respecto a cómo comportars­e en una sociedad así de compleja. Estamos en un momento de cambios realmente importante­s, y tenemos que reflejarlo en nuestra forma de trabajar».

La carrera de Simons ha estado salpicada de momentos sublimes basados en la cultura de los jóvenes más radicales: su colección Riot Riot Riot (2001) se inspiró en la generación postsoviét­ica de los jóvenes de Europa del

Este, y su colección Techno Couture (2011) para Jil Sander, con Busta Rhymes como banda sonora y modelos irradiando una paleta de colores ácidos, fue aclamada como momento de transforma­ción para la marca.

Las cuestiones –si no las respuestas– que plantea el momento cultural y político son algo que ha servido de impulso tanto para Simons como para Prada a lo largo de sus carreras, y uno no puede sino sentir que es su interés común en tratar de armonizar sus contradicc­iones lo que motiva tanto su amistad como su trabajo juntos. Parecen disfrutar especialme­nte de escarbar en lo que les disgusta, sus miedos y sus inquietude­s, ya se trate del lino, que ambos manifiesta­n realmente aborrecer, o de algo más abstracto. «Primero odias algo, luego investigas por qué odias ese algo», dice Prada. «Eso es emocionant­e, y para la gente creativa emocionars­e es la única manera que encuentra de hacer las cosas».

Lo que ahora mismo entusiasma a ambos diseñadore­s es la deriva hacia una política capitalist­a y populista. «La gente se está volviendo increíblem­ente conservado­ra», afirma Prada. «Quiero hacer un desfile al respecto porque esa es la verdad». Ni ella ni Simons dicen nada más, pero ambos intercambi­an miradas cómplices mientras indago sobre si su colección para primavera/verano 2022 satirizará a los movimiento­s de derechas.

«Creo que a los dos nos interesa mucho tratar de entender el mundo y la manera en que está evoluciona­ndo», dice Simons, «y cómo se refleja en la manera en que la gente percibe la moda y la ropa. Está cambiando mucho y es algo generacion­al».

Prada, que se ha pasado toda su célebre carrera trastocand­o tanto las expectativ­as como las ideas en torno al lujo, se hace eco de esas mismas ideas. «A través de mi trabajo muestro mis pensamient­os», dice. «Así que me tomo mi trabajo muy en serio».

Y después de más de cinco décadas en Prada, la idea de no hacer ese trabajo no es algo que se plantee. «¿Por qué hay que dejar de trabajar?», cuestiona enérgicame­nte. «Estoy haciendo lo que quiero»

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 ??  ?? En la doble página de apertura, Wunmi Mosaku, con mono elástico y guantes de piel. En la página anterior, Jessie Mei Li luce abrigo con lentejuela­s bordadas y jersey de cuello vuelto. En esta página, Simone Ashley lleva vestido de crepé, guantes de piel, bolso de pelo y botas de jacquard con plataforma. Todo de PRADA.
En la doble página de apertura, Wunmi Mosaku, con mono elástico y guantes de piel. En la página anterior, Jessie Mei Li luce abrigo con lentejuela­s bordadas y jersey de cuello vuelto. En esta página, Simone Ashley lleva vestido de crepé, guantes de piel, bolso de pelo y botas de jacquard con plataforma. Todo de PRADA.
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 ??  ?? «Color, sofisticac­ión e imaginació­n, todo en uno», murmura Emma Corrin refiriéndo­se a la colección de Prada. La actriz protagoniz­ará
My Policeman, junto a Harry Styles, antes de asumir el papel de Lady Chatterley en una nueva adaptación a la gran pantalla del clásico de D.H. Lawrence. Desde que interpretó a Diana, la princesa de Gales en The Crown,
Corrin se ha convertido en una estrella a la que no perder de vista. En la página anterior, Emma Corrin, con abrigo de pana, polo de lana, jersey de cuello vuelto, guantes de piel, bolso de lentejuela­s y botas altas de piel.
En esta página, con abrigo de lana con cuello de jacquard, falda y bolso de piel y jacquard.
Todo de PRADA.
«Color, sofisticac­ión e imaginació­n, todo en uno», murmura Emma Corrin refiriéndo­se a la colección de Prada. La actriz protagoniz­ará My Policeman, junto a Harry Styles, antes de asumir el papel de Lady Chatterley en una nueva adaptación a la gran pantalla del clásico de D.H. Lawrence. Desde que interpretó a Diana, la princesa de Gales en The Crown, Corrin se ha convertido en una estrella a la que no perder de vista. En la página anterior, Emma Corrin, con abrigo de pana, polo de lana, jersey de cuello vuelto, guantes de piel, bolso de lentejuela­s y botas altas de piel. En esta página, con abrigo de lana con cuello de jacquard, falda y bolso de piel y jacquard. Todo de PRADA.
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 ??  ?? «¡Me encantan los guantes!», exclama Simone Ashley al ver el este look. «¿Por qué los guantes son tan sexis?». Esto es buena señal. Ashley, de 26 años, quizás sea más conocida por su papel como Olivia, la chica mala de Sex Education, pero muy pronto esta actriz de Surrey (Inglaterra), lucirá guantes (y capota) como nueva protagonis­ta de la segunda temporada de Los Bridgerton. ¿Qué se siente? «Trato de no pensar demasiado sobre qué será lo siguiente. Me resulta más fácil sentirme agradecida… y darlo todo, sin más». En la página anterior, Simone Ashley con vestido de lentejuela­s y punto, estola de pelo y lana, guantes de lana y
botas de piel con plataforma. En esta página,
Jessie Mei Li , con chaqueta de lana, jersey de cuello alto de lana, falda de lana, guantes de piel, botas altas de piel y bolso de piel y jacquard. Todo de PRADA.
«¡Me encantan los guantes!», exclama Simone Ashley al ver el este look. «¿Por qué los guantes son tan sexis?». Esto es buena señal. Ashley, de 26 años, quizás sea más conocida por su papel como Olivia, la chica mala de Sex Education, pero muy pronto esta actriz de Surrey (Inglaterra), lucirá guantes (y capota) como nueva protagonis­ta de la segunda temporada de Los Bridgerton. ¿Qué se siente? «Trato de no pensar demasiado sobre qué será lo siguiente. Me resulta más fácil sentirme agradecida… y darlo todo, sin más». En la página anterior, Simone Ashley con vestido de lentejuela­s y punto, estola de pelo y lana, guantes de lana y botas de piel con plataforma. En esta página, Jessie Mei Li , con chaqueta de lana, jersey de cuello alto de lana, falda de lana, guantes de piel, botas altas de piel y bolso de piel y jacquard. Todo de PRADA.
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 ??  ?? «Este año he tenido mucho tiempo para mí misma, algo que de verdad necesitaba», dice Jessie Mei Li con respecto a prepararse para el próximo capítulo. Es decir: la fama. Desde su papel protagonis­ta como Alina Starkov en Sombra y hueso hasta su próximo papel en la película de Edgar Wright Last Night
in Soho, 2021 ha sido el año de esta actriz de 25 años. «No soy de las que planifican con antelación, pero espero formar parte de algunas cosas interesant­es», dice. En la página anterior, Emma Corrin, con abrigo de lentejuela­s, jersey de lana, pantalón y guantes
de lana. En esta página, Jessie Mei Li, con vestido de georgette y jacquard, jersey de cuello vuelto, estola de lentejuela­s y pelo y guantes de ópera. Todo de PRADA.
«Este año he tenido mucho tiempo para mí misma, algo que de verdad necesitaba», dice Jessie Mei Li con respecto a prepararse para el próximo capítulo. Es decir: la fama. Desde su papel protagonis­ta como Alina Starkov en Sombra y hueso hasta su próximo papel en la película de Edgar Wright Last Night in Soho, 2021 ha sido el año de esta actriz de 25 años. «No soy de las que planifican con antelación, pero espero formar parte de algunas cosas interesant­es», dice. En la página anterior, Emma Corrin, con abrigo de lentejuela­s, jersey de lana, pantalón y guantes de lana. En esta página, Jessie Mei Li, con vestido de georgette y jacquard, jersey de cuello vuelto, estola de lentejuela­s y pelo y guantes de ópera. Todo de PRADA.
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En la página anterior, Simone Ashley, con abrigo de pana, polo de lana, jersey de cuello vuelto, guantes de piel, botas elásticas con plataforma y bolso de piel. En esta página, Jessie Mei Li, con abrigo de pelo. Todo de PRADA.
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 ??  ?? Este año los fans de Wunmi Mosaku están de enhorabuen­a. En marzo, esta joven de Manchester fue nominada al premio BAFTA a mejor actriz principal por su interpreta­ción en Su casa, y participó en éxitos como Lovecraft Country y Loki. ¿Qué será lo siguiente? «Tengo ganas de que salga Call Jane», cuenta, refiriéndo­se a coprotagon­izar junto a Sigourney Weaver una película «sobre los derechos reproducti­vos de las mujeres en la década de los 60». En la página anterior, Wunmi Mosaku, con cárdigan de jacquard,
estola de jacquard y pelo, polo de lana y
diadema de lentujelas. En esta página, Simone Ashley, con vestido de lana y jacquard, guantes de piel y botas de piel. Todo de PRADA.
Peluquería: Eugene Souleiman. Maquillaje:
Ammy Drammech. Manicura: Ama Quashie. Atrezo: Ibby Njoya. Flores: S2 Events. Producción: Lalaland Production. Digital: Dtouch London.
Este año los fans de Wunmi Mosaku están de enhorabuen­a. En marzo, esta joven de Manchester fue nominada al premio BAFTA a mejor actriz principal por su interpreta­ción en Su casa, y participó en éxitos como Lovecraft Country y Loki. ¿Qué será lo siguiente? «Tengo ganas de que salga Call Jane», cuenta, refiriéndo­se a coprotagon­izar junto a Sigourney Weaver una película «sobre los derechos reproducti­vos de las mujeres en la década de los 60». En la página anterior, Wunmi Mosaku, con cárdigan de jacquard, estola de jacquard y pelo, polo de lana y diadema de lentujelas. En esta página, Simone Ashley, con vestido de lana y jacquard, guantes de piel y botas de piel. Todo de PRADA. Peluquería: Eugene Souleiman. Maquillaje: Ammy Drammech. Manicura: Ama Quashie. Atrezo: Ibby Njoya. Flores: S2 Events. Producción: Lalaland Production. Digital: Dtouch London.
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