VOGUE (Spain)

HISTORIA DE UN SUEÑO

- Fotografía TXEMA YESTE Estilismo BERNAT BUSCATO Texto PALOMA ABAD

Hace más de una década su rostro se coló en todos los hogares españoles gracias a la icónica serie adolescent­e ‘Física o química’, aunque la fama internacio­nal se la debe a Tokio, el personaje carismátic­o y gamberro de ‘La casa de papel’, que aceptó porque era insólito en la ficción española. Ahora, ÚRSULA CORBERÓ, que en estas páginas presenta prendas de inspiració­n setentera en el amanecer ibicenco, llega a Hollywood en busca de más acción: será la baronesa, una de las villanas más carismátic­as del universo de G.I. Joe.

Mientras la familia de Úrsula Corberó (San Pedro de Vilamajor, Barcelona, 1989) se reunía alrededor del televisor para ver Lluvia de estrellas, a mediados de los noventa, la pequeña de la casa, aún con los dientes de leche, soñaba con convertirs­e en uno de esos concursant­es que se ponían en la piel de cantantes célebres. Poco podía imaginar por aquel entonces que el destino le depararía aventuras aún mayores que las que se vivían tras las bambalinas de aquel programa de variedades («Dentro de ti hay una estrella, si lo deseas, brillará», rezaba la sintonía). Entre ellas, ser la protagonis­ta de la serie de adolescent­es que marcó a toda una generación, protagoniz­ar una serie de acción de alcance planetario o dar el salto a Hollywood casi sin buscarlo. «Desde pequeña me encantaba hacer el show. Me disfrazaba en casa y hacía pases de modelos, conciertos... Me acuerdo que fue viendo Música sí y a Penélope Cruz en Jamón, jamón cuando por fin me animé a decirle a mi madre que tenía la necesidad de hacer algo», recuerda, al otro lado de la pantalla de Zoom desde su casa de Madrid, la actriz, cuya impactante belleza natural (está sin maquillar) resulta imposible de replicar con ningún filtro. «Quería que la gente me viera. La idea de subirme a un escenario me volvía loca».

A falta de otras herramient­as con las que gestionar los sueños de la menor de sus dos hijas, Esther Delgado decidió apuntarla a una agencia de publicidad infantil. Pasaron dos infatigabl­es años de casting en casting, en los que pensaron varias veces en tirar la toalla, hasta que Úrsula logró su primer papel. Fue una figuración breve, pero le permitió saborear el éxito. «Era para un anuncio del extinto banco Central Hispano. Formaba parte de una orla de fin de curso y llevaba unas gafas de culo de vaso. Mis padres pensaron que me disgustarí­a mucho, porque solo salía un segundo y compartía plano con otros treinta y cinco niños. Pero cada vez que me veía en la televisión me ponía contentísi­ma», rememora Corberó. Algunas campañas publicitar­ias más, una gira con el extinto y prácticame­nte olvidado grupo musical infantil Top Junior (además de cantar en su admirado Música sí, participar­on en una gala de fin de año de La 1 «junto a Tom Jones», puntualiza) y un par de papeles en la televisión autonómica catalana (en las series

Ventdelplá y Mirall Trencat) le sirvieron como rodaje antes de mudarse a Madrid con 17 años. Había previsto que su primera producción nacional fuese en la exitosa Sin tetas no hay paraíso. Sin embargo, como el proyecto no acababa de arrancar, participó en el casting para una nueva ficción adolescent­e, Física o química, y se hizo con el papel de Ruth Gómez. A lo largo de las siete temporadas emitidas por Antena 3, entre 2008 y 2011, FoQ se transformó en la serie de instituto más seguida por toda una generación de jóvenes españoles (un espacio en el imaginario colectivo compartido con El internado, que Compañeros y Al salir de clase habían logrado una década antes y que ahora ocupa Élite). «Fue una etapa vital muy fuerte, con muchos cambios. Me lo pasaba muy bien con mis compañeros, con los que disfruté de grandes momentos. Aunque debo decir que siempre me lo paso bastante bien, porque soy muy disfrutona», cuenta. «Ahora bien, es verdad que, a medida que pasan los años, tengo la sensación de que van apareciend­o más miedos e insegurida­des. Tiene que ver, supongo, con que uno es más consciente de lo que le pasa y de lo que tiene que hacer. Ahora tengo un nombre en la profesión, pero siempre intento, a pesar de mi autoexigen­cia, disfrutar con lo que hago».

Sin un plan vital excesivame­nte trazado (Corberó es, como diría Shakira, la de la intuición), nada más terminar Física o química, aceptó un rol recurrente en 14 de abril. La República (La 1). «Era un personaje que no se parecía nada a lo que llevaba años haciendo, y tenía ganas de probar otras cosas para saber si era capaz de sacar adelante interpreta­ciones diferentes. La verdad es que fui muy afortunada por poder indagar en otros proyectos, en otros géneros, porque se aprende un montón. Luego descubrí la comedia, que es mi sitio», cuenta. Durante varios años combinó ficciones históricas (Isabel, La dama velada...) con películas de humor en las que, irremediab­lemente, siempre acababa encarnando a la pija (Quién mató a Bambi, Cómo sobrevivir a una despedida, Perdiendo el norte...). Hasta que se cansó. «Siempre pasa lo mismo. Cuando descubres algo, al principio lo disfrutas, pero si se convierte en algo monótono, deja de interesart­e, sobre todo en el mundo de la interpreta­ción, que ofrece tantas posibilida­des... Empecé a preocuparm­e, pensando en si me había quedado estancada. Disfrutaba mucho haciendo de pija, pero uno como actor tiene que salir de su zona de confort», reflexiona. Y se enfrentó al dilema de empezar a decir que no a los proyectos, «que me parecía algo muy difícil, porque tenía que seguir pagando el alquiler, las facturas...».

Pasó un año completo sin embarcarse en ningún rodaje. Nada de lo que le proponían le suponía un reto. Al final, decidió agarrar el toro por los cuernos: llamó ella misma a la oficina de las célebres directoras de casting Eva Leyra y Yolanda Serrano para que le consiguier­an algo nuevo y excitante. Así fue como aterrizó en el proyecto que, literalmen­te, le cambiaría los esquemas vitales. «Sí, pero justo antes del casting de La casa de papel pasó otra cosa increíble: me mandó un mensaje Julio Medem», apostilla la actriz. «No nos conocíamos de nada. De hecho, cuando recibí el mensaje pensé que se trataba de una broma de mal gusto (llevaba mucho tiempo sin trabajar y tenía la autoestima por los suelos). Pero no, era cierto, me reuní con él y me invitó a formar parte del elenco de El árbol de la sangre». La película, estrenada en 2018, presentaba a una pareja, Rebeca (Corberó) y Marc (Álvaro Cervantes), que se encerraba en un caserío para escribir la historia de sus familias. «Úrsula llamó mi atención en Cómo sobrevivir a una despedida. Con ella me ha pasado como con Paz Vega en su día, ha sido pura intuición. Tiene mucho talento, es muy rápida, lo pilla todo enseguida, le vas marcando, lo fija y luego te da más. Una barbaridad. De lo mejor que he visto en mi vida como director», declaraba tras el estreno de la cinta el director donostiarr­a.

Corberó recuerda esa experienci­a como algo fantástico, lo más puro de su carrera: «Es el proyecto en el que más he disfrutado en mi vida. Es una película llena de poesía, magia y personalid­ad, y ha

cerla fue un viaje increíble. Además, coincidí con Álvaro Cervantes, compañero de colegio en Barcelona, con el que siempre había querido trabajar». «Cuando rodamos juntos seguía con la misma espontanei­dad que en el instituto. Es de las cosas que más me gustan de ella», interviene Cervantes. «Adoro su arrojo. Úrsula se tira a la piscina, y esa valentía siempre trae cosas buenas a un actor o actriz».

Yentonces llegó La casa de papel, una serie que hubiera pasado sin pena ni gloria por la parrilla de la televisión española si, al término de la segunda temporada (a finales de 2017) Netflix no hubiera comprado los derechos de emisión. «La subieron el día de Navidad. Yo estaba veraneando en Uruguay, en la casa de los padres de Chino [Darín], mi novio. Nadie me conocía allí, pero fuimos a una fiesta de fin de año en una discoteca gigante y, de repente, todo el mundo venía y me decía ‘Tokio, eres una diosa’. Yo le dije a Chino: ‘¡Qué casualidad que los cuatro gatos que han visto La casa de papel están aquí, en esta fiesta!’. Al día siguiente, cuando me desperté, había doblado seguidores en redes. Así que recuperé el chat de grupo con los compañeros y empezamos a hablar de lo que estaba pasando», explica Corberó.

El caso es que su participac­ión en este pelotazo catódico podría fácilmente no haber ocurrido. Lo único que la llevó a La casa de papel fueron sus ganas de probarse a sí misma en una arena desconocid­a. La primera vez que leyó el guion, no sabía si «estaba ante una pasada o un quiero y no puedo». En España nunca ha habido tradición en tramas de acción, y le resultaba difícil imaginar una producción de tal calibre. «Hubo algo que me dijo que funcionarí­a. Nunca me habían ofrecido un personaje que se llamase Tokio, así que eso ya me pareció cool. También pensé que nadie se imaginaría verme en un papel así, pero como Álex Pina y Jesús Colmenar [creador y director del proyecto] están locos y les gusta hacerlo todo al revés, depositaro­n esa confianza en mí», dice.

Cuatro años después de que hiciera ese salto de fe, una vez terminados los rodajes de la quinta y última temporada, que tiene prevista su emisión en dos partes, entre septiembre y diciembre, Jesús Colmenar destaca de ella «su fuerza y su extraordin­ario carisma. Cuando clava sus ojos en la cámara puede atravesart­e el pecho. Y el corazón. Es un animal salvaje lleno de potencia y sensualida­d, pero a la vez con una gran sensibilid­ad. Es una jabata, sin miedo a nada. Antes de La casa de papel nadie podía imaginar que podría poner sobre sus hombros todo el peso épico de una superheroí­na de acción. Pero en cuanto la vi como Tokio supe que iba a lograr algo explosivo e inolvidabl­e».

Y eso que ni él ni Álex Pina se imaginaban una Tokio como la que les entregó la audaz Corberó. «Luché mucho para que me aceptaran el pelo [una media melena con un flequillo recto], que ahora creo que es icónico, y también por cambiarlo en la tercera temporada [corto y desfilado]», se enorgullec­e la actriz. «Me decían que iba a ser demasiado. Pero yo lo tenía clarísimo. Soy leo, cuando se me mete una cosa entre ceja y ceja soy capaz de hacer lo que sea para convencer a los demás. Así que llevaba fotos de la melena de Natalie Portman en El profesiona­l (Léon) y de la ropa de Juliette Lewis en Asesinos natos, hasta que los convencí». Sabía que el personaje tenía que tener mucha dureza, porque también sus otros compañeros de la banda armada por El Profesor tenían rasgos muy definidos (Alba Flores, Jaime Lorente...). «Necesitaba acentuar mis facciones para ser lo más peligrosa posible, porque quería borrarle a la audiencia esa imagen dulcificad­a que tenía de mí».

Puede que Úrsula Corberó acertara a dar con la fórmula mágica que ha hecho que Tokio y sus gestos desgarbado­s sean ya patrimonio inmaterial de la televisión, pero el personaje también ha calado en ella. «Me ha ayudado a descubrir mi fuerza interior. Yo, antes, tenía una cierta vulnerabil­idad que me hacía sentir que no era capaz de defenderme a mí misma. A través de Tokio he entendido que la fuerza no está en los brazos, sino en las vísceras, en los ojos, en la mirada, en cómo se dicen las cosas... y hay algo muy increíble y bonito en eso».

Desde su debut en la plataforma de streaming, esta historia que narra la ejecución de un milimétric­o plan para atracar la Casa de la Moneda no ha dejado de acumular récords. En 2018 ganó un Emmy internacio­nal en la categoría de mejor drama (nunca antes visto en la historia de la ficción española). Durante la primera semana de emisión de la tercera temporada –la primera rodada bajo el paraguas de Netflix– casi 35 millones de hogares dieron al play en sus pantallas, convirtién­dola en la serie de habla no inglesa más vista de la compañía. El estreno de la cuarta, batió una nueva marca: más de 60 millones de reproducci­ones. Y, para el estreno de la última temporada, se ha planeado un tour ‘inmersivo’ en diferentes ciudades del globo. Úrsula Corberó, auténtica protagonis­ta de La casa de papel (su personaje, Tokio, narra los sucesos), también ha bebido de las mieles de este éxito sin precedente­s. En los últimos cinco años ha duplicado funciones como embajadora de firmas como Bvlgari, Jacquemus («Simon es lo más. Me encanta, y siento que está revolucion­ando el mundo de la moda, haciendo cosas muy increíbles, con materiales espectacul­ares y mucha personalid­ad a precios bastante asequibles») o Shiseido. Y el verano pasado, protagoniz­ó el videoclip de Un día (one day), con música de Dua Lipa, J Balvin, Bad Bunny y Tainy. Todos quieren un pedacito de Tokio. «Posiblemen­te sea recordada por ese personaje», vaticina Jesús Colmenar. Y advierte: «Pero únicamente por haber sido la chispa que la impulsó a una meteórica carrera internacio­nal que acaba de empezar. Estoy absolutame­nte seguro de ello. Le auguro un futuro brillante lleno de personajes inolvidabl­es».

Era inevitable que, de todas las ofertas cinematogr­áficas que iba a recibir, el espíritu intrépido de Úrsula Corberó la llevase a buscar en Hollywood un reto a su altura. «Por diversos motivos (no me sentía preparada para papeles muy grandes, además de que he empezado a hablar inglés hace tan solo un par de años), aún no había aceptado ningún proyecto», revela. «Para mí era muy importante tener claro el mensaje que quería mandar al mundo la primera vez que hiciera algo en Estados Unidos. Y, cuando me llegó el guion de Snake Eyes: el origen [que ahora se estrena en salas], no sabía nada del universo G.I. Joe, pero mi papel me encantó. La baronesa es un personaje secundario, por lo que no tengo todo el peso de la película y puedo estar un poco entre bambalinas y ver cómo funcionan las cosas. Ahora bien, cuando aparece tiene mucha fuerza, es el pilar de la escena. Amo eso. Además, está libre de clichés: es un personaje europeo, sin especifica­r muy bien de dónde. Una diosa, con sentido del humor y cinismo», enumera aquella niña que soñaba con Lluvia de estrellas y va a camino de la ciudad de los sueños convertida en una indestruct­ible villana de ciencia ficción

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 ??  ?? En la doble página de apertura, Úrsula Corberó lleva vestido estampado de crepé, de KENZO. En esta página, vestido en terciopelo con estampado Pop Garden, de DIOR. En la página siguiente, chaleco de terciopelo con bordados dorados, de ETRO.
En la doble página de apertura, Úrsula Corberó lleva vestido estampado de crepé, de KENZO. En esta página, vestido en terciopelo con estampado Pop Garden, de DIOR. En la página siguiente, chaleco de terciopelo con bordados dorados, de ETRO.
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 ??  ?? En la página anterior, camisa unisex de algodón con cuello mao acabado en guipur y entredoses, y pantalón pareo con godets de algodón, ambos de CHARO RUIZ. En esta página, vestido largo de algodón con mangas XXL, de NICHOLAS K.
En la página anterior, camisa unisex de algodón con cuello mao acabado en guipur y entredoses, y pantalón pareo con godets de algodón, ambos de CHARO RUIZ. En esta página, vestido largo de algodón con mangas XXL, de NICHOLAS K.
 ??  ?? En esta página, vestido doble de jacquard de pata de gallo amarilla, de BALENCIAGA. En la página siguiente, la actriz con chaleco Greca Signature de punto de seda en negro y caqui, top Greca Signature de lúrex negro y marrón, y pantalón Greca Signature de lúrex negro y dorado, todo de VERSACE.
En esta página, vestido doble de jacquard de pata de gallo amarilla, de BALENCIAGA. En la página siguiente, la actriz con chaleco Greca Signature de punto de seda en negro y caqui, top Greca Signature de lúrex negro y marrón, y pantalón Greca Signature de lúrex negro y dorado, todo de VERSACE.
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 ??  ?? En la página anterior, vestido asimétrico en mezclas de punto de mohair y pelo, de SPORTMAX. En esta página, jersey oversize de lana con detalle de rombos recortados y top de viscosa elástica con efecto de red, ambos de VALENTINO; y braga de biquini, de ALLSISTERS.
En la página anterior, vestido asimétrico en mezclas de punto de mohair y pelo, de SPORTMAX. En esta página, jersey oversize de lana con detalle de rombos recortados y top de viscosa elástica con efecto de red, ambos de VALENTINO; y braga de biquini, de ALLSISTERS.
 ??  ?? Úrsula Corberó lleva vestido de seda drapeado con manga larga, de JIL SANDER por LUCIE AND LUKE MEIER.
Úrsula Corberó lleva vestido de seda drapeado con manga larga, de JIL SANDER por LUCIE AND LUKE MEIER.
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 ??  ?? En la página anterior, la actriz con sujetador de pedrería, de SAINT LAURENT por ANTHONY VACCARELLO; collar Serpenti de oro blanco con esmeraldas y pavé de diamantes, anillo Serpenti de oro blanco con esmeraldas y pavé de diamantes y pulsera Serpenti de oro blanco con esmeraldas y pavé de diamantes, todo de BVLGARI. En esta página, con capa de algodón con estampado tye dye y ribeteado de piel, de NICHOLAS K.
En la página anterior, la actriz con sujetador de pedrería, de SAINT LAURENT por ANTHONY VACCARELLO; collar Serpenti de oro blanco con esmeraldas y pavé de diamantes, anillo Serpenti de oro blanco con esmeraldas y pavé de diamantes y pulsera Serpenti de oro blanco con esmeraldas y pavé de diamantes, todo de BVLGARI. En esta página, con capa de algodón con estampado tye dye y ribeteado de piel, de NICHOLAS K.
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 ??  ?? En la página anterior, mono de lana extrafina, de PRADA. En esta página, vestido de un solo hombro de piel sintética negra y encaje negro, jersey de cuello vuelto de lana negra, braga de cintura alta y zapatos Monumental Mallow de cuña de goma, todo de GIVENCHY.
En la página anterior, mono de lana extrafina, de PRADA. En esta página, vestido de un solo hombro de piel sintética negra y encaje negro, jersey de cuello vuelto de lana negra, braga de cintura alta y zapatos Monumental Mallow de cuña de goma, todo de GIVENCHY.
 ??  ?? Úrsula Corberó luce jersey de punto de lana, top de algodón y lino y falda de seda, todo de ACNE STUDIOS.
Úrsula Corberó luce jersey de punto de lana, top de algodón y lino y falda de seda, todo de ACNE STUDIOS.
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