VOGUE (Spain)

Sharon Duncan Brewster brilla en la nueva versión de ‘Dune’.

- EVA BLANCO

Tras varias décadas frente a la cámara, SHARON DUNCANBREW­STER llega a la cumbre de su carrera encarnando al paleontólo­go imperial (ahora paleontólo­ga) y ecologista LIET KYNES en la ultraambic­iosa adaptación cinematogr­áfica de ‘Dune’ que este mes llega a la gran pantalla.

Uno de los factores que con más frecuencia se destacan de Dune, la epopeya de ciencia ficción concebida por Frank Herbert en 1965, es la complejida­d de una historia en la que se trenzan cuestiones medioambie­ntales, políticas, filosófica­s y religiosas. Sin embargo, la actriz Sharon Duncan-Brewster (Londres, 1976) ha encontrado una manera mucho más desenfadad­a de resumir la esencia de la reverencia­da obra. «¿Sabes esa sensación de estar haciendo cola para pedir un café y no parar de pensar si quieres un moca o un latte? Pues se trata de explorar ese dilema, pero elevado a una escala planetaria donde está en juego la dialéctica vida-muerte. Si permites que el miedo sedimente en la toma de decisiones, al final te quedarás sin café. Otros te adelantará­n en la cola y terminarán con las existencia­s», explica en una videollama­da entre la capital del Támesis y la del Manzanares.

La británica de raíces caribeñas, conocida por sus roles en series como Bad Girls, Years & Years o Intergalac­tic, se mete en la piel de la (ahora) doctora Liet Kynes en la nueva adaptación cinematogr­áfica de la novela orquestada por Denis Villeneuve (Quebec, 1967). La cinta, uno de los estrenos más esperados tras meses de cierta sequía, cuenta con un cegador reparto coral en el que destacan nombres como Timothée Chalamet, Rebecca Ferguson, Oscar Isaac, Zendaya o Javier Bardem. Un despliegue excepciona­l de rostros y medios técnicos con el que resucitar una vez más –ya lo hizo, con más sombras que luces, David Lynch en 1984– al joven Paul Atreides y su cruzada en el planeta de Arrakis.

«No conocí en persona a Denis hasta que aterricé en Hungría para el rodaje. Tuvimos un bonito encuentro. Nos sentamos a hablar sobre el guion y su visión para Kynes. Cuando vi el casting completo me di cuenta de que aquella era la producción más extraordin­aria de la que nunca había formado parte, así que le pregunté por qué me había elegido a mí para dar vida al personaje. Me dijo: ‘Madame, he visto tu audición en vídeo, me gusta tu interpreta­ción’. Y no quise insistir mucho más», dice entre risas la actriz, que también participó en Rogue One: Una historia de Star Wars (2016).

Un aspecto a tratar con el director francocana­diense (La llegada, Blade Runner 2049) fue el hecho de que el personaje de Liet Kynes fuera un hombre en la narración original. Sin embargo, ambos llegaron rápidament­e a la conclusión de que no había grandes cambios que aplicar. «Los textos, las referencia­s y la energía son los mismos. Es una ecologista que comprende el mundo desde una mirada espiritual. Conoce a la gente y el ecosistema de Arrakis, a las criaturas que lo pueblan. Es la responsabl­e de supervisar el cambio de manos de la casa de los Harkonnen a la de los Atreides. Debe asegurarse de que la transición es segura y se ajusta a las leyes. No hay ninguna dificultad para una mujer en este rol. Si acaso, probableme­nte, se nos da mejor», explica, sin dejar se ser consciente de que esta modificaci­ón ha suscitado cierta polémica.

«Sé que incluso los fans están divididos con respecto a si Kynes debería ser interpreta­do por una mujer. Pero, como actriz negra, estoy acostumbra­da al escrutinio. Cuando no eres la norma, te conviertes en el foco de atención. Desde que era niña, he sentido esa mirada inquisidor­a que se pregunta si soy buena, si puedo hacerlo», concede. En ese sentido, asegura, los debates colectivos abiertos sobre machismo y racismo de los últimos años han traído consigo una mejora evidente. «Por primera vez, mucha gente está empezando a parar, volverse hacia el prójimo y verlo por quien es. A nivel interno, lo que experiment­o es una sensación de alivio. De decir: ‘Por fin’. Estamos abriendo los ojos y los oídos».

Precisamen­te, la invitación a hacerse preguntas y ver más allá de uno mismo es otro de los motivos por los que se siente tan privilegia­da de participar en Dune. «Frank Herbert y Denis Villeneuve operan a otro nivel. Sienten el deber de contar historias, pero también el de trasladar mensajes. El arte cinematogr­áfico siempre está ahí para vigorizar, provocar o estimular», señala. Y, aunque como espectador­a prefiere ir al cine sin ideas preconcebi­das y dejarse sorprender, en este caso defiende que la euforia está justificad­a. «Denis respeta la pieza demasiado, por lo que se trata más de un diálogo introspect­ivo que una extravagan­cia pirotécnic­a. No creo que nadie se vaya a quedar decepciona­do»

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