VOGUE (Spain)

La Dani, capítulo intimista en el reguetón

Con un NUEVO ÁLBUM en el horno, la artista ahonda en sus REFERENTES FEMENINOS y la urgencia de diversidad en la música urbana. Fotografía ALBA YRUELA. Estilismo BERTA ÁLVAREZ. Por PATRICIA MORENO.

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ALa Dani (Málaga, 1991), en el colegio le llamaban Macareno. Se enteró siendo ya mayor y descubrió que, además, el apodo estaba fundamenta­do en una mentira: alguien se inventó que había dicho que si fuera mujer se llamaría Macarena, como la protagonis­ta de la famosa canción de Los del Río. “De hecho, hubiera elegido otro nombre, como Beyoncé”, dice hoy en clave de parodia. O resilienci­a, que es lo que atraviesa la vida de esta joven de género no binario –pre ere que usemos el pronombre femenino o masculino en lugar del neutro– que está resigni cando el reguetón sin pretenderl­o. “No me propongo escribir las canciones de una manera particular, simplement­e es mi perspectiv­a. Me gustan los hombres, es normal que les cante a ellos”, expone con contundenc­ia un año después de haber convertido Macareno en el nombre de su espectácul­o.

Que mencione a la diva musical no es casual: su primer tema se llamó Como Beyoncé y su puesta de largo o cial se produjo sobre unos palés en la puerta de un bar malagueño. “Después de eso nos llamaron para cantar otro día y, como nos daba vergüenza aparecer con una única canción, escribimos la segunda, Fiesta felina”. Habla en plural porque ya ahí iba de la mano de Guille, su productor, conocido como Estereotip­o. Todo esto sucedió en 2017, cuando

ante la falta de planes de futuro se había planteado estudiar interioris­mo e incluso su padre, militar, le sugirió unirse a la Infantería de Marina. Finalmente, pasó un mes en Amberes, en la fábrica de la diseñadora Ann Demeulemee­ster. “Era un puesto básico, mi misión era contar botones”, se apresura a aclarar.

A los dos años de aquel modesto primer concierto vivía en Madrid y le llamaron para actuar en las estas del Orgullo en la capital española, esta vez con un repertorio mayor. En 2020 lanzaba su primer álbum, Banana Split, y un año después, un irónico Greatest Hits. Es en esta ciudad donde ha desarrolla­do gran parte de su carrera autodidact­a. Vive en el barrio de Lavapiés, en un pequeño estudio en la última planta de una típica corrala madrileña, una edi cación con un patio interior al que miran las puertas principale­s de las viviendas y que, cuando lo pisamos, nos traslada a otra época. Se reconoce dónde vive La Dani por el tendedero frente a la entrada: calcetines, trapos, camisetas y un pañuelo con la bandera LGTBIQ+.

Como parte del colectivo de personas de género no binario, re exiona: “Siempre me consideré maricón porque era el único concepto que tenía interioriz­ado. Cuando empecé a saber de otras identidade­s entendí que estaba cerca de lo no binario. Pero para hablar de mí, me gusta usar indistinta­mente los pronombres femeninos y masculinos”. No obstante, asegura no comprender el atraso que hay en la España institucio­nal a la hora de integrar el pronombre neutro elle “para quienes se sientan identifica­des con él”. En Estados Unidos y Reino Unido, su equivalent­e, they, ya se usaba en algunos medios antes de 2019, cuando nalmente se añadió al diccionari­o de inglés americano Merriam-Webster. “No me entra en la cabeza que alguien se niegue a la evolución del lenguaje y más cuando es una persona la que te está pidiendo que te re eras a ella de una manera.Tendrá sus motivos… Claramente, un poquito de LGTBfobia”.

En el día que tiene lugar este encuentro, La Dani deja atrás una etapa: se despide después de tres años de la cadena de tiendas vintage en la que trabajaba y comienza una nueva andadura en la recepción de una peluquería de per l alto. Con el calor madrileño, se ve piel y se ven tatuajes. Hasta trece logra contar. Entre ellos, los nombres de su madre y su abuela, una Virgen/Cristo que inventó, “un poco travesti, como yo”, matiza; La Sirenita y, en el muslo derecho, Maricón, una palabra que repite mucho en su conversaci­ón, tras apropiarse de lo que en su día se usó como insulto. Muestra un collar con forma de corazón con la foto de sus padres. “Es un camafeo con un collage de mi padre en la mili y mi madre con mantilla. Llevan juntos toda la vida”, transmite con cariño, y sigue: “Siempre me han dado mucha libertad. Soy muy afortunada”.

Como muchas familias de militares, La Dani creció en diferentes lugares. En su caso, entre Ibiza y Málaga. Vivieron en un edi cio de la comandanci­a, “como una especie de cuartel”, donde recuerda cómo los militares alzaban la bandera de España cada tarde; es más, tomó la comunión vestido de marinero con la gorra o cial de su padre. Pese a la mística que pueda haber detrás de todo este imaginario, insiste en que la suya es una estirpe de “currantes”. Y añade: “Mi madre siempre ha trabajado en lo que ha podido, de dependient­a de una gasolinera a limpiadora. Somos clase obrera y lo del arte es cosa mía. No tengo ascendenci­a artística. Bueno, todos son artistas a su modo”.

Se puede decir que La Dani pasó una pequeña crisis de los 30. Fue tras el último diciembre, cuando cambió de década y empezó a hacerse “las típicas preguntas”, como cuenta. En ese momento se lanzó a componer el que será su próximo álbum, que de ne como “introspect­ivo” y que verá la luz en otoño. En esta aventura que, por cierto, es auto nanciada, tiene el apoyo de Subterfuge Records, su discográ ca. Es la misma que representa a Samantha Hudson, con quien ha colaborado en el tema Perra. Y, como dice, se propone no llegar solamente a un público LGTBIQ+. “No he necesitado identi carme siempre con las letras de las canciones que me han gustado, así que espero que un hombre cisheteros­exual pueda bailar y disfrutar de mi música”, aporta.

En sus canciones y videoclips hasta la fecha se plasma una identidad y un deseo, los suyos, infrarrepr­esentados en la escena musical urbana. Si son pocos los referentes que encuentra el colectivo en la música en general, menos los hay en el reguetón. En este tipo de sonido, menciona como faros a mujeres como Ivy Queen y Lorna, o su coetánea Ms Nina. “Ellas son las que me han abierto puertas”, señala, y pasa a rememorar el lugar especial que han ocupado las mujeres en su vida. “La que más me ha inspirado siempre ha sido mi prima Susi. Me enseñó que una podía vivir su sexualidad como quisiera independie­ntemente de lo que diga la sociedad”. Así, de alguna manera, se siente La Dani, desa ando al establishm­ent con su propia existencia.

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CARLOTA BARRERA; corsé
de EMEERREE; y pantalón de
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En la página anterior, La Dani lleva camisa de CARLOTA BARRERA; corsé de EMEERREE; y pantalón de MANS. En esta página, la intérprete luce abrigo de GANT.

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