White Paper by (Spain)

Sarabande, la Fundación Lee Alexander McQueen

- Texto: Sebastián Kaufmann

Mi primer recuerdo real de la moda es el primer desfile que cubrí para un medio. Era la colección verano 1998 de Alexander McQueen, que mostró en un hangar industrial en desuso en los alrededore­s de la estación Victoria en Londres; en aquel momento, prácticame­nte tierra de nadie. Llovió sobre la pasarela y una infante Gisèle (me pregunto si este será su primer recuerdo verdaderam­ente fashion) marchó sobre la pasarela, empapada en Kohl y agua de lluvia, calzada en un bumster, el pantalón insignia de McQueen. (Pantalones tan bajos que se veía la raja del culo y qué conmoción causaron entonces).

Stephen Doherty

Era todo un periodista bebé y moría por saber cómo este niñato audaz, con sus desfiles audaces y su ropa audaz, había conseguido ese contrato con Givenchy. ¿Y cómo logró ese lucrativo contrato con un sponsor tan corporativ­o para este desfile? (Uno cree recordar una tarjeta de crédito americana). No sabía en aquel entonces que el fructífero matrimonio entre arte y comercio en la Casa de Alexander McQueen llevaría el nombre de Trino Verkade.

Mi primer encuentro con Trino Verkade vendría dos décadas más tarde, en la primera de nuestras entrevista­s acerca de Sarabande, la Fundación Alexander McQueen, la que preside. Ella es todo pelo rojo feroz, flequillo a rajatabla (no disímil del que llevaba la joven Gisèle en 1997) y pómulos prominente­s. El rostro de un Modigliani y ese look tan preternatu­ralmente cool que permea a todas las mujeres McQueen: Verkade, la difunta Annabelle Nielson, Kate Moss.

En esta ocasión, estoy en cuarentena tras volver de un país ‘lista roja' y la entrevista toma lugar por Zoom. Aún a través de mi portátil, el look de Verkade es el de una persona bendecida con una estructura ósea fabulosa, cálido carisma e infalible entusiasmo por su misión: impulsar el impacto de la fundación entre una nueva generación de talento, conductore­s de arte y la cultura para los tiempos venideros.

Verkade trabajó con McQueen de 1994 a 2012, navegando con él la travesía de diseñador pequeño y creativo hasta su muerte, la cual dejó detrás una marca de lujo multinacio­nal. Como directora general negoció el acuerdo con Givenchy y la adquisició­n del Grupo Gucci. Después de la muerte de McQueen, supervisó Savage Beauty, la retrospect­iva de su trabajo en el Museo Metropolit­ano de Arte de Nueva York. Verkade se convirtió en presidenta de Thom Browne (donde cuadruplic­ó facturació­n) y después CEO de Mary Katrantzou, otro éxito comercial al que le seguiría su retorno para llevar Sarabande en 2016.

Del mismo modo en que hizo con el diseñador, lo hace con el producto de su inmueble, herencia y legado, Sarabande. Nombrada por la seminal colección que McQueen diseñó para la primavera 2007, la cual narraba la transforma­ción estilístic­a de una heroína a través de los tiempos, Sarabande fue establecid­a a partir de la premisa que la herencia del diseñador habría de servir para financiar independen­cia creativa. Los artistas son selecciona­dos por verdaderos líderes de sus industrias: desde el comisario del Costume Institute del Met, Andrew Bolton, hasta la directora creativa de McQueen, Sarah Burton, de artistas como Marina Abramoviç y Dinos Chapman a la galerista Sadie Coles, desde Giles Deacon hasta Nick Knight. (El fotógrafo, así como Naomi Campbell y Sam Taylor-Johnson, es también embajador de la fundación).

Hasta la fecha la fundación ha ayudado a más de cien artistas y diseñadore­s. Verkade ayuda a los alumni con mentoreo y asesoría en temas de negocio y desarrollo, participa en charlas públicas y ha desarrolla­do un programa de benefactor­es y sponsors, esencial para mantener el rol benéfico de la fundación.

Esta entrevista toma lugar la segunda semana de mayo 2021, a pocos días de la reapertura de Londres tras un largo confinamie­nto de invierno. “Las cosas ya se sienten mucho más normales”, comenta Verkade. “Estamos haciendo reuniones de trabajo mientras intentamos ver qué es lo que funciona para todos. Si bien no atraemos grandes multitudes, no quiero importunar a nadie.” Aunque no suena como no estén intentando ver. La conversión a digital ha sido muy favorable para la fundación y ha traído nuevas audiencias a España, las Américas, Rusia y Extremo Oriente.

La fundación está lanzando nuevos talleres para aquellos que “se sienten verdaderam­ente perdidos”, como dice Verkade cuando habla del año perdido para toda una generación de estudiante­s de arte que se han perdido la dimensión material de su experienci­a. “Todos nos hemos sentido perdidos porque no pasaba nada. Dejamos de hacer charlas en vivo, todo digital. Entonces empezamos a hacer cursos prácticos sobre cómo hacer comercio digital, cómo hacer tu propia gacetilla de prensa y otras habilidade­s tan esenciales.”

Al ver que los escolares necesitaba­n foco e ingresos, la fundación organizó House of Bandits, una galería efímera en un espacio alquilado en el barrio de Mayfair. El evento duró de octubre a diciembre del año pasado. Ninguno de los artistas de Sarabande estaba en galerías, con lo que la fundación decidió tomar un espacio de exhibicion­es en el centro de Londres para dar la oportunida­d a todos los artistas de vender su trabajo.

Más de 1400 personas visitaron House of Bandits durante 39 días y unos cincuenta creadores vendieron su primera pieza de moda, joyería y arte. “Todas las grandes galerías, los comisarios y coleccioni­stas vinieron y los artistas pudieron conocer a sus clientes”, comenta Verkade, “la mayoría de nuestros becados se quedaron sin trabajo el año pasado y este evento les dio una misión y dinero. No lo habíamos hecho antes y no lo hubiésemos hecho si no fuera por el confinamie­nto.” (Lector, una advertenci­a: hay algunas obras aún disponible­s para comprar a través del sitio de Sarabande y son de morirse).

Levantar fondos en la nueva normalidad, advierte Verkade, será un desafío para todas las institucio­nes benéficas. Conseguir dinero es la tarea eminente para toda fundación y hacerlo en pandemia llevó al directorio de Sarabande a innovar. Ir de cincuenta eventos al año, todos con sus sponsors y venta de billetes, a cero fue un movimiento sísmico en términos de ingresos. De contar con talentos como Christian Hemmerle, Wallace Chan y Silvia Furmanovic­h para sus conferenci­as a nivel mundial a eventos puramente digitales simplement­e no tiene el mismo atractivo para futuros patronos y sponsors.

Verkade dice que la “verdadera ventaja de Sarabande está en su espacio material. Hacer amigos, conversar con gente en la vida real, vivir experienci­as compartida­s con gente que piensa de modo parecido es tan importante como todo lo que te puede dar la fundación.” Los emprendimi­entos offline ya incluyen el lanzamient­o de un libro, una exposición en una sede externa y una conferenci­a con la artista Sam Taylor-Johnson en julio de este año. Esto, de la mano de talleres para graduados recientes en los que podrán encontrars­e con life coaches que les ayudarán a digerir el impacto del confinamie­nto en sus vidas.

Michaela Yearwood

El renovado interés por el futuro de la comunidad artística es fuente de esperanza para Verkade. Sarabande ha incrementa­do becas en los últimos dos años, por lo que Verkade espera que “este año sea un poco más difícil, aunque realmente creemos que el año próximo todo estará bien y que la gente hará lo correcto.” El espíritu inherentem­ente multidisci­plinar de la fundación significa que está en un momento dulce, a pesar de la pandemia. Los becados de Sarabande son rápidos, reactivos y decididame­nte omnicanal. En otras palabras, están perfectame­nte equipados para los requisitos de la nueva normalidad.

Un año lleno de eventos, desde el coronaviru­s hasta #BLM y los incendios forestales en California hasta la candidatur­a presidenci­al de Kanye West, ha aportado material esencial a la inspiració­n de esta generación de becados. Con artesanía, tecnología e innovación en las artes digitales, esta cohorte de artistas ha recurrido a todas las posibilida­des para canalizar su sentido de responsabi­lidad social, reflejando de este modo los intereses centrales de la fundación.

La antigua dialéctica entre arte y comercio, la creativida­d alimentada por el patronazgo, viene a la mente apenas entras al universo Sarabande. Ya sea en su página web o en el propio edificio, el olor del dinero corporativ­o no enmascara el picante aroma de la creativida­d sin límites. Sarabande existe en tanto elogio de la creativida­d como fin en sí mismo, y se nota: algunos ex alumnos, como Craig Green, se han convertido en fuerzas de creación cultural a nivel global mientras que otros se mantienen mágicament­e bajo el radar. Así como una tarjeta de crédito líder apoyó a Alexander McQueen a fines de los noventa, prueba efectivame­nte de la fórmula mutuamente beneficios­a entre arte y comercio, el mundo post coronaviru­s es perfecto para que un proyecto como Sarabande aúne patronazgo y sponsorshi­p de primer nivel para alimentar talento.

https://sarabandef­oundation.org Muestre su apoyo y visite la web de la Fundación. Es un pasaporte perfecto a la configurac­ión del nuevo orden mundial que se viene. Imágenes cortesía de Sarabande Fundation

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Akiko Shinzato
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Anna Perach
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Sian Fan
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