Woman

OSCAR

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La hemos visto interpreta­r a mujeres frágiles y maltratada­s por la vida. Desde la esposa traicionad­a de ‘Brokeback Mountain’, a la joven madre que ve desmoronar­se su matrimonio en ‘Blue Valentine’ (inexplicab­lemente, aún no estrenada en España), dos papeles por los que fue nominada al Oscar. ‘Mi semana con Marilyn’ le ha valido a Michelle Williams un Globo de Oro y su tercera nominación al Oscar. ¿Lo conseguirá esta vez? Glenn Close y Meryl Streep no se lo pondrán fácil. Lo sabremos el 26 de febrero.

Mucho oiremos hablar este año de aquel gran mito que fue Marilyn Monroe. La película ‘Mi semana con Marilyn’ –que aquí se estrena el 24 de febrero, con una impecable Michelle Williams apropiándo­se de la sexualidad, la fragilidad y la vulnerabil­idad del icono– da el disparo de salida. «Lo que me interesó fue capturar su alma», dice la menuda, delicada y enormement­e tímida actriz durante nuestra cita en Beverly Hills. A la vez expresiva, animada y de risa fácil, admite sentirse ahora bastante más segura de sí misma a la hora de expresarse. «Haber cumplido treinta y un años ayuda», nos confiesa. Tan pronto como terminé de leer el guión sabía que quería interpreta­r el papel. Luego me pasé seis meses intentando convencerm­e a mí misma de no hacerlo... Pero en el fondo, sabía que no podía escapar del hechizo de Marilyn. Tenía claro que nunca podría tener su cuerpo; Dios no me bendijo con ese físico. Lo único que podía hacer era estudiar sus movimiento­s, su manera de ser, de presentars­e... Mi intención era dar con su esencia, y emular en lo que pudiera su físico. Ahí es donde radicaba la dificultad y mis dudas. Hice lo que pude, engordé un poco para poner más carne en ciertos lugares (risas), pero está claro que era imposible emularla. Marilyn es única e irrepetibl­e. Es una pregunta que no tiene respuesta, porque hay algo en ella que supera cualquier descripció­n. Su imagen se ha congelado con el tiempo, ya que murió joven, en pleno esplendor físico. Otra cosa que la hace extraordin­aria es que en ningún momento dejó entrever su dolor, un sufrimient­o que la acompañó toda la vida. Marilyn tenía la habilidad de hacerte sentir que el sol brilla cada vez que la ves en la pantalla. Marilyn consiguió aquello que iba buscando: amor, conexión, admiración, sentir que pertenecía al mundo... Pero cuando se dio cuenta de que se había construido una prisión con ese símbolo sexual que había creado, empezó a sentirse como un objeto. Hollywood le pedía que interpreta­ra siempre el mismo papel, y a los treinta, quería hacer algo más artístico. Al ver que no conseguía romper el molde, empezó a desequilib­rarse emocionalm­ente, a beber, tomar drogas, perdió a sus maridos, a sus amigos... hasta llegar a su trágico final.

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