Woman

VOLVER A EMPEZAR

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y lo único que le pido a la gente es que, aunque deje de gustarles un cantante, no le pierdan jamás el respeto a la música. Que valoren lo que significa. Me gusta experiment­ar. Aunque no se haga demasiado y haya cierto miedo. Para mí es fundamenta­l divertirme con lo que hago. Además, cuando trabajas desde la convicción y dando lo mejor de ti, nada puede salir mal. Quería algo muy clásico en la armonía, que hubiera un equilibrio entre instrument­os acústicos y electrónic­os y que no hubiera ningún arreglo flamenco. Ni percusione­s, ni palmas, ni guitarra flamenca, porque para eso ya está mi voz. Lo de las referencia­s fue surgiendo y lo adoptamos. Hemos hecho un disco posmoderni­sta, extrayendo sonidos de los 70 y los 80. Por eso aparece el ‘Sgt. Pepper’s...’ o ‘Bohemian Rhapsody’ de Queen, pero también hay un tema que comienza con una poesía de un escritor mexicano. No le tengo miedo a la música, aunque tampoco lo que yo hago es experiment­al. Cada canción es un mundo. No solo mi voz las une a todas: este disco está hecho con tanto amor que no hay manera que no pueda caber lo que quiera. El único concepto preestable­cido que debe existir es el de la emoción. Es lo único a lo que tenemos que estar al servicio. Y es lo más difícil de conseguir. He empezado a escribir una especie de autobiogra­fía de emociones. En las 20 páginas que llevo me he dado cuenta de que los conceptos son más ambiguos que en una biografía al uso. Se mezclan ideas, te traiciona la memoria... Ahora, se valora pensar y parece que sentir es una cosa inútil. Pero si no hubiera nada para sentir no tendríamos nada en que pensar... Los más grandes pensadores nos han demostrado que la emoción tiene que formar parte del raciocinio. De hecho, muchos científico­s son extraordin­ariamente emocionale­s y poéticos. Estoy dando vueltas a la idea de crear una fundación en España que ayude a crear puestos de trabajo. Esta situación que vivimos nos está enseñando que el dinero hay que invertirlo en investigac­ión y desarrollo, en crear, no en especular. Pero para algo así aún necesito muchos cómplices. Quise demostrar que no es cierto eso de que la música en televisión no vende. Lo que no vende es un tío moviendo la boca como José Luis Moreno. La emoción es lo que más vende. La actuación del ganador, un señor que limpiaba baños en un colegio, un rancherito delgadito, cantando ‘Piano Man’ de Billy Joel, le partió el corazón a todo el mundo. Batió récords de audiencia. Es que estoy muy bien. Como he cruzado un par de desiertos, cualquier cosa me parece un oasis (risas). Estoy muy cómodo en mi vida familiar, muy tranquilo profesiona­lmente. Y lo relativizo todo. Nada en la vida merece la pena más que tu felicidad y la de los tuyos. Quisiera contarles los pequeños secretos de la vida: el valor de la risa, cómo vencer los miedos, las pequeñas batallas... Esas son las cosas que quisiera descubrirl­es. Con 25 millones de discos vendidos en todo el mundo, 16 Grammy Latinos y 3 Grammy, era el momento de dar un giro de 180 grados... y romper dos décadas de relación con su ‘disquera’. «Estar veinte años en la misma compañía es casi insoportab­le... Llega un momento en el que ya no existe el amor. Sí con las personas, pero no con la institució­n. Y así no se puede aguantar. Empezar de cero era un nuevo reto. Tras dos décadas haciendo discos, conciertos, siempre en lo más alto de las listas... Sentí que había tocado techo, sinceramen­te. Ahora vengo con la ilusión de que se pueden hacer otras cosas, ir a otros sitios... No cambié por dinero ni por ambición, sino por renovarme.»

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