BEBA’S CLOSET
elegante, femenino, personal...
ASÍ ES EL UNIVERSO DE LA DISEÑADORA BELÉN BARBERO, QUE NOS ABRIÓ LAS PUERTAS DE SU CASA Y DE SU TALLER EN EL CENTRO DE MADRID. UN SUEÑO HECHO REALIDAD.
doce años lleva Belén Barbero persiguiendo su sueño: el de hacer vestidos de novia únicos, especiales, artesanales, impecables... una prêt-à-couture en la que fusiona diseños exclusivos –que incluyen materiales y piezas antiguas recuperadas–, con piezas de prêt-à-porter. Doce años ya desde que abandonara su trabajo en una importante consultoría –para disgusto de su madre– para desembarcar en la moda en 2003, con la intención de establecer un «negocio de costura, como los de antes». Primero despuntó en firmas como Women’Secret o Springfield, pero pronto se cansó de hacer camisetas e inauguró su taller madrileño (2006), en un sótano que le prestaron: se dejó todos sus ahorros en acondicionarlo. «La inauguración fue muy bien, porque vinieron todas las amigas de mi madre, pero cuando acabó, me entró el pánico. ¿Quién iba a querer comprarme a mí, una perfecta desconocida, un vestido? Los inicios fueron durísimos. Había clientas que me hacían comprar la tela y luego me dejaban
colgada, con lo caras que son...» Cuatro años después, presentaba su primera colección en Cibeles y ahora acaba de establecerse en el antiguo taller de Jesús del Pozo (Almirante, 9). Un lugar mágico, con una elegancia sobrenatural, como todos sus vestidos.
UN ADOSADO CON LUZ
Belén también acaba de estrenar casa: hace poco se casó con Ventura, un ingeniero industrial que vivía en Brasil –la mitad de sus preciosos muebles procede de allí– y aún anda decidiendo qué quiere hacer en cada estancia, sobre todo con la cabaña del jardín. «Ambos somos como la noche y el día en cuestión de deco: a mí me encantan los dorados, los muebles antiguos –en mi anterior casa tenía muchas piezas heredadas de mi abuela, que han ido a parar al taller, qué remedio–, pero mi marido adora los muebles funcionales y el minimalismo», explica la diseñadora madrileña. La presencia de Tristán, su hijo de 8 años, también resulta decisiva, sobre todo a la hora de elegir piezas resistentes y muebles que tengan capacidad para guardar juguetes y balones. Eso sí: las porterías de fútbol del jardín no hay quien las esconda... «Es lo que tiene ser madre, empresaria y diseñadora al mismo tiempo. Hay que adaptarse», bromea Belén. Y lo hace de lujo.