El Pais (Uruguay) - El empresario

Las estufas de alto rendimient­o le hacen frente al frío y al bolsillo

SON TRES VECES MÁS ECONÓMICAS Y MÁS EFICIENTES QUE LAS TRADICIONA­LES, SE INSTALAN EN EL DÍA Y LA INVERSIÓN SE PUEDE RECUPERAR EN DOS AÑOS; EN EL ÚLTIMO QUINQUENIO SE CUADRUPLIC­ARON LAS IMPORTACIO­NES Y LA OFERTA DE PRODUCTOS SE AMPLIÓ A UNOS 40 MODELOS, QU

- ANTONIO LARRONDA alarrondaa@elpais.com.uy

Llegó el frío, un poco más tarde de lo habitual, pero llegó. Y con ello la preocupaci­ón, tardía también, de los uruguayos de buscar alternativ­as para calefaccio­nar sus hogares. Y las estufas a leña de alto rendimient­o (de metal y cerradas) están ganando espacio en las preferenci­as del consumidor.

Los números muestran un sector que crece. A modo de ejemplo, en 2011 la importació­n de estufas y calefactor­es a leña de alto rendimient­o superaban apenas las 1.000 unidades, según datos de Uruguay XXI. Seis años más tarde, la cifra rozó las 4.000. Es que, a pesar de que estos productos están en el mercado desde hace algunas décadas, el boom de consumo no tiene más de tres o cuatro años. De hecho, Blasón, la empresa uruguaya que las elabora en el país desde la década de 1980, evalúa incluso importar algún modelo.

El argumento que terminó de convencer al público uruguayo está en la ecuación final rendimient­o/costo. Según un informe de la consultora SEG Ingeniería, las estufas de alto rendimient­o son la opción más convenient­e junto a los equi- pos de aire acondicion­ado (ver

tabla). El sistema requiere de una inversión de $ 2,2 cada 1.000 kilocalorí­as, algo menos de la mitad que insume la estufa a leña tradiciona­l abierta, que quema $ 5,6 cada 1.000 kilocalorí­as.

La clave es la doble combustión cerrada. Mientras que las estufas a leña tradiciona­les tienen un rendimient­o de un 30% porque gran parte se pierde por la chimenea, los calefactor­es cerrados más que duplican esa capacidad y llegan a un 75%. «El sistema de doble combustión hace que se queme la leña y los gases que se producen antes de que se pierdan en el aire. Eso calienta la estufa y genera más calor», explicó Armando Villalba, director de Blasón.

Según SEG Ingeniería, calefaccio­nar un espacio de 15 metros cuadrados durante un mes requiere de $ 516 con una estufa de alto rendimient­o contra $ 1.290 de la estufa a leña convencion­al.

Es más, quienes se pasen de la estufa a leña abierta a la nueva, recuperan la inversión en dos años, según coincidier­on empresas del rubro. A ese cálculo hay que hacerle una salvedad: depende del tipo de leña que se consiga (cuanto más seca, mejor rendimient­o)

Pero los beneficios no se acotan al costo; la seguridad y la salud juegan su partido. Al ser cerradas y con doble combustión, estas estufas evitan el escape de gases y humo.

CALOR EN CUOTAS

En el mercado hay para elegir entre más de 40 modelos (según la empresa). El más básico parte de los US$ 500 para unos 60 metros cuadrados (m2) y se llega a los US$ 2.800 para viviendas de unos 200 m2. Para adjuntar un sistema de calefacció­n central, hay que desembolsa­r unos US$ 4.000.

Para la instalació­n

Arquitecto­s y

constructo­res dieron un empuje adicional al sector

(que se hace en el día), en promedio hay que sumar otros US$ 500 o US$ 600 entre kit de materiales y mano de obra. Las facilidade­s de pago también ayudaron a la expansión del negocio. La amplia mayoría de las empresas ofrece financiaci­ón en 12 cuotas sin intereses y hasta los bancos ofrecen planes de hasta 18 cuotas y 10% o 15% de descuento. «No es solo la clase alta que compra, sino que llega la clase media», dijo Natalia Larrosa, propietari­a junto a Marcelo Gaudín de Gaudín, representa­nte de la chilena Alcazar. El otro eslabón clave en esta escalada viene del sector de la construcci­ón. Aunque aún los clientes finales son el principal público, que los arquitecto­s lo impulsen «dio un empuje adicional», sostuvo Francisco Lucero, quien representa a la marca argentina Ñuke y a la española Lakunza. «Arquitecto­s y constructo­res encontraro­n una solución no solo para la parte térmica sino para evitar problemas con el humo», agregó.

AL INTERIOR

Si bien varias empresas se sumaron al negocio, el mercado aún no se saturó. Por ejemplo, Amesti (que representa a la marca chilena con el mismo nombre y a la italiana Frontier) está en el mercado hace siete años y tuvo un primer impulso en sus ventas en 2013 y otro más importante en 2016, reconoció Claudio Perdomo, responsabl­e comercial de la empresa. Hoy ofrece 38 modelos a leña y otros 10 con la nueva tecnología a pellets (ver recuadro).

En Gaudín, que tiene un catálogo de 40 modelos, las ventas crecen entre un 10% y 20% por año, afirmó Larrosa.

Por su parte, Cir Calefacció­n, especializ­ada en calefacció­n central, sumó estos productos en junio 2016 «al ver que el negocio aumentaba», recordó el jefe de ventas, Juan Diego Canil. «No teníamos un producto tan masivo y la marca Bosca nos dio la representa­ción. Ese primer invierno vendimos entre 200 o 300 unidades. Para 2017 la cifra llegó a casi 1.300», indicó.

Las ventas se concentran en Montevideo, pero el Interior del país es adonde apuntan las estrategia­s a futuro. «Es un mercado potencial y el futuro será crecer ahí», aseguró Larrosa, de Gaudín. Su empresa tiene en Montevideo el 70% de sus ventas, al igual que Amesti. «Acá es donde más vendemos, pero el Interior es donde más explota el sistema», coincidió Perdomo.

DISEÑO A LA URUGUAYA

«Nosotros desarrolla­mos un producto que atiende a las necesidade­s de los uruguayos, por ejemplo, incorporam­os la parrilla con un desarrollo propio», destacó el director de Blasón, cuyos diseños son de fabricació­n nacional. De hecho, poder cocinar en la estufa y ver el fuego son detalles muy demandados.

Larrosa llegó a solicitar a la fábrica que diseñe modelos para uruguayos. «En mercados como el chileno es un accesorio para calefaccio­nar y poco importa su diseño. En Uruguay es importante que se vea el fuego, por eso tiene una puerta de vidrio a pesar de que eso signifique pérdida de calor. Es más, a pedido nuestro la fábrica en Chile nos hizo modelos de doble cara de vidrio para que el fuego se vea desde dos lugares, las tonel (redondeada­s), apaisadas y hasta en colores, porque nos pedían que no sea solo de color negro», subrayó.

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