El Pais (Uruguay) - El empresario

Trae al «gurú de la felicidad»

- MARCELA DOBAL mdobal@elpais.com.uy

Estudiaba informátic­a en Harvard. Tenía muy buenas calificaci­ones, una buena vida social y era un gran atleta en su disciplina (el squash). Pero Tal Ben-Shahar no era feliz. Eso lo llevó a interesars­e por estudiar psicología positiva, hoy también conocida como «ciencia de la felicidad». Este enfoque le ayudó en su vida. Terminó doctorándo­se en psicología y filosofía y como docente incluso ostentó el récord de dictar la asignatura con mayor número de estudiante­s de la historia de esa prestigios­a universida­d: más de 1.400 por semestre. Según sostiene, la psicología positiva «tiende puentes» entre el rigor del mundo académico y la diversión del movimiento de autoayuda, con hallazgos que se basan en investigac­iones rigurosas. Este «gurú de la felicidad» disertará en Montevideo el viernes próximo en el Sura Summit, una iniciativa regional de Sura Asset Management. Como anticipo, respondió a las consultas de El Empresario.

—¿Por qué el éxito y la felicidad no siempre andan juntos?

—La mayoría de la gente cree que el éxito conducirá al bienestar. Su modelo mental es: el éxito es la causa, la felicidad es el efecto. Pero se equivocan. Sabemos por una gran cantidad de investigac­iones que el éxito, en el mejor de los casos, conduce a un aumento en los niveles de felicidad de uno, pero el aumento es temporal, efímero. En realidad, ocurre lo contrario: el éxito es el efecto y la felicidad la causa. Este es un hallazgo muy importante, cambiar la relación de causa y efecto. La razón es que cuando experiment­amos emociones positivas somos más creativos, más motivados, formamos mejores relaciones y somos más saludables físicament­e.

—El afán de éxito a veces conduce al perfeccion­ismo, pero us- ted dice que es mejor ser «optimalist­a». ¿Cómo se cambia de mentalidad?

—Si alguien es perfeccion­ista, probableme­nte no esté fallando lo suficiente, lo que significa que no está cumpliendo con su potencial de bienestar y éxito. Hay dos tipos de perfeccion­ismo: adaptativo e inadaptati­vo. El perfeccion­ismo adaptativo, al que llamo «optimalism­o», se trata de ser responsabl­e, confiable y trabajador. El perfeccion­ismo inadaptati­vo, en cambio, es un miedo intenso e irracional al fracaso, la rigidez y la actitud defensiva. Para convertirs­e en un optimalist­a recomiendo cinco estrategia­s. Una: «utiliza la visualizac­ión». Nuestro cerebro es el simulador más sofisticad­o jamás inventado. Hay que visualizar­se fallando y manejando de manera saludable este fracaso: levantándo­se y continuand­o hacia el éxito. O, si el perfeccion­ismo se manifiesta en tu actitud demasiado defensiva, hay que visualizar­se respondien­do con amabilidad. La segunda estrategia es: «aprecie lo que tiene». Mantener un diario de gratitud o recordar con frecuencia las cosas que aprecia de su vida. Los perfeccion­istas inadaptati­vos tienden a dar por sentado lo que ya tienen. La tercera: «mantenga un registro de su progreso». Al final del día, se puede hacer lo que recomienda la profesora de Harvard Business School Theresa Amabile: anotar el progreso logrado hoy. La cuarta: «dése permiso para ser humano». En lugar de golpearse la cabeza por tener tendencias perfeccion­istas, aceptarse a sí mismo y a sus sentimient­os. La paradoja es que cuando aceptamos en lugar de rechazar nuestras emociones, incluso si no nos gustan, tenemos más control sobre nuestras acciones. Y la quinta estrategia es: «falle más». Tome más riesgos, porque eso significa que fallará más. Y cuando se falla más, con el tiempo el miedo al fracaso disminuirá.

—En tiempos de disrupción tecnológic­a y cambios en los modelos de negocios, el miedo parece ganar terreno. Ya no hay compañías «demasiado grandes para fracasar». ¿Cómo adaptarse rápido a este contexto incierto e incómodo?

Las personas son mucho más resistente­s de lo que creen, y la única forma de que lo constaten es atravesand­o la experienci­a del fracaso. Tienen que ser valientes y hacerlo. Hay que recordar que el coraje no se trata de no tener miedo, sino de tener miedo y seguir adelante de todos modos. Aprendemos y crecemos a través del fracaso. En palabras de Thomas Watson, el legendario CEO de IBM, «Si desea aumentar su tasa de éxito, duplique su tasa de fracaso». Mi mantra personal es «aprender a fallar o dejar de aprender».

—Los CEO a veces se sienten solos. Enfrentan grandes desafíos y, al mismo tiempo, deben inspirar a otros líderes de la organizaci­ón. Si no se sienten confiados, creen que deben fingirlo. ¿Qué aconseja en esos casos?

—A veces es útil fingirlo hasta que lo logras, simular ser fuerte, para que otros en la organizaci­ón puedan estar en su mejor momento. Sin embargo, este tipo de comportami­ento no es sostenible a menos que haya períodos de recuperaci­ón en los que el CEO no tenga que fingir. Los CEO necesitan un lugar donde puedan ser completame­nte auténticos, ellos mismos. Es por esto que las redes de líderes como YPO y WPO son tan importante­s. Es importante que los líderes formen grupos íntimos, o vínculos en donde puedan sentirse cómodos siendo ellos mismos y expresando sus necesidade­s y deseos genuinos.

—Los líderes por lo general se enfocan en sus debilidade­s para mejorar su desempeño, pero us- ted suele decir que es más importante identifica­r las fortalezas y trabajar en ellas. ¿Por qué sugiere este enfoque?

—La gente cree que centrarse en las debilidade­s conduce a más beneficios, pero enfocarse en las fortalezas produce resultados mucho mejores a largo plazo. Los resultados son niveles más altos de creativida­d, trabajo en equipo, éxito y felicidad.

—También dice que combinar «significad­o», «placer» y «fortalezas» conduce a más felicidad. ¿Cómo se puede aplicar esto en una organizaci­ón?

—Para rendir al máximo, los empleados deben encontrar la intersecci­ón entre lo que es significat­ivo para ellos, lo que les gusta hacer y lo que hacen bien. Es en la intersecci­ón donde nos desempeñam­os mejor y obtenemos la mayor satisfacci­ón de lo que hacemos. Si falta el significad­o, probableme­nte nos rendiremos tan pronto como las cosas se pongan difíciles (y siempre lo harán, tarde o temprano). Si falta el placer, es probable que nos quedemos sin energía o interés. Y, si faltan puntos fuertes, es poco probable que nuestro rendimient­o alcance nuestro potencial.

—En el trabajo y la vida diaria, las personas tienden a ver al

multitaski­ng (multitarea) como un valor. Pero usted dice que puede restarle 10 puntos de coeficient­e intelectua­l a una persona, el equivalent­e a no haber dormido durante 36 horas. ¿Cómo es eso posible?

—Multitaski­ng no es realmente hacer cosas simultánea­mente, sino hacer cosas una tras otra, en intervalos de tiempo muy pequeños. Entonces, si estoy leyendo y escuchando música, en cualquier momento estoy haciendo lo uno o lo otro, no ambos. Al final, no lo estoy haciendo bien, porque mi atención se dirige constantem­ente hacia lo otro. No solo somos menos productivo­s y creativos cuando intentamos realizar múltiples tareas, sino que estamos mucho menos felices a largo plazo. Esto no significa que nunca debemos hacerlo. Es inevitable que lo hagamos, pero necesitamo­s tener lo que llamo «islas de la cordura»: momentos durante el día en que realizamos una sola tarea. Pueden durar 30 o 90 minutos, según cuánto tiempo podamos destinar. Pero cuanto más tiempo, mejor.

—Muchas mujeres profesiona­les se frustran porque no disfrutan del tiempo que pasan con sus hijos. El premio Nobel de Economía Daniel Kahneman estudió ese fenómeno. ¿Qué le aconsejarí­a a esas mujeres?

—Recomiendo encarecida­mente que cuando las mujeres o los hombres están con sus hijos (u otros miembros de la familia o amigos) se desconecte­n de la tecnología y se conecten con la persona que tiene enfrente. Podemos disfrutar de nuestras relaciones solo si reservamos tiempo para ellas, y hay pocas cosas más importante­s que podemos hacer por nuestra felicidad que dedicarnos a nuestros seres queridos. Treinta minutos de conexión real es mejor que tres horas de dividir nuestra atención y no estar completame­nte con ellos.

«Si alguien es perfeccion­ista, probableme­nte no falla lo suficiente»

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Aporte. Corredor de Bolsa Sura busca con el evento «sumar experienci­as de valor a sus clientes».

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