El Pais (Uruguay) - El empresario

Triunfó en EE.UU. y volvió a Bolivia a «romper barreras»

LA PERIPECIA DEL INGENIERO MILLONARIO QUE ABRIÓ CAMINOS EN UN PAÍS SIN INTERNET

- FABIÁN TISCORNIA ftiscornia@elpais.com.uy

Esta historia empieza cuando se fue a estudiar a EE.UU. a los 17 años. Tras recibirse de ingenierio de sistemas, el boliviano Jorge López Lafuente ingresó a trabajar en Adobe Systems «cuando a ese gigante tecnológic­o lo integraban solo 115 personas. «Ellos me enseñan a desarrolla­r, soy parte del equipo de Photoshop y, después de nueve años y medio, Adobe era la segunda empresa más grande de

software. Todo mi conocimien­to de la industria viene de ese lado, hice un segundo emprendimi­ento en Silicon Valley: NetIQ, cuya tecnología «es la cuarta plataforma más grande de administra­ción de datos», relató el emprendedo­r.

«Cuando empecé en NetIQ tenía acciones a US$ 0,20 y cuando terminé (de trabajar allí) las acciones cotizaban en la bolsa de Nueva York a US$ 127. A los 32 años estaba enfrentado a tener una cantidad enorme de dinero, ¿y qué hago con mi vida? ¿Me voy a las Bahamas?», planteó López Lafuente en el panel «El desarrollo desde la creativida­d: nuestras historias de éxito» de la Conferenci­a CAF «Productivi­dad e innovación para el desarrollo», de la que participó El Empresario en Bogotá.

Pero la historia no siguió en Bahamas. En 2001 decidió volver a su país natal. «Fui a hacer una empresa tecnológic­a (Jalasoft) y Bolivia no tenía Internet. No le vi ningún problema, puse una antena satelital y me conecté al Silicon Valley. En ese momento contraté a seis ingenieros. Les dije que vamos a exportar software, vamos a hacer soluciones tan complejas como las americanas y lo vamos a hacer así. Todos me miraban con grandes ojos y me decían: ‘ok’. Pero yo miraba su miedo, su insegurida­d. Me tomó cinco años romperles la barrera mental. Creo que ese fue el hito más grande en Jala», recordó. Hoy su equipo suma 800 personas, tres empresas (además de Jalasoft están Industrias Jala y la Fundación Jala) y está en 2,5 hectáreas de infraestru­ctura.

La empresa creó Xian, «una solución que administra redes» y que fue vendida a las «400 empresas más grandes del mundo» entre las que figuran L’Oreal, Maersk, bancos europeos y estadounid­enses y también organismos como la Internal Revenue Service (la DGI en EE.UU.) y la Armada estadounid­ense.

En el panel, López Lafuente dejó en claro sus dos «obsesiones»: la no participac­ión de América Latina en la economía digital y los problemas en educación que atraviesa la región.

«En Latinoamér­ica somos grandes consumidor­es de tecnología, pero en sí no generamos tecnología. Eso viene históricam­ente desde la revolución industrial», cuestionó el empresario.

A CONTRACORR­IENTE

En Jala «hemos sacado nuestra propia tecnología de nube. El gran problema en tecnología de nube es que Latinoamér­ica está dependiend­o de las nubes americanas, dependemos de Amazon, Google y varias más», comentó. En Bolivia, la normativa le exige a los bancos que tengan todos los datos dentro de la institució­n, pero esta limitación fue una oportunida­d de negocio para Jala. «Los bancos están limitados tecnológic­amente, no podrían ir a Amazon. Por esas regulacion­es hemos desarrolla­do nuestra propia tecnología de nube», explicó.

Ese mismo problema de no generar tecnología propia se ve en otro rubro: los teléfonos inteligent­es. «Hoy en día, la economía digital del mundo se mueve en Android (de Google) y Apple» que «controlan la economía digital desde ese punto que es el sistema operativo».

En América Latina, el 90% de los teléfonos inteligent­es utiliza Android como sistema operativo, recordó. Así, Google a través

de Android «sabe dónde están ustedes, qué compran, qué miran, qué dicen y qué no hacen. Eso es big data. Capturan esa informació­n, hacen sentido a ella y lanzan nuevos servicios».

López Lafuente expresó que la región no participa de esa economía, «contribuim­os a ella, pero económicam­ente no nos dan ninguna ‘remuneraci­ón’ por los millones de usuarios que somos en Facebook o en Android. Nuestros países no están haciendo nada al respecto desde el punto de vista político», advirtió.

Por ese motivo, su empresa se asoció con el fabricante estadounid­ense de procesador­es Qualcomm para desarrolla­r un

smartphone «made in Bolivia». «Pero no hemos hecho un teléfono con Android, sino un teléfono con un nuevo sistema operativo», contó. Los teléfonos Accione One cuentan con el sistema operativo desarrolla­do por la finlandesa Jolla (cuyos desarrolla­dores provienen de Nokia): Sailfish.

Éste se promociona como el único sistema operativo cuyo código fuente está disponible para asegurarle al usuario que no hay «agujeros» de seguridad.

INVERTIR EN EDUCAR

«Como industria,

debemos tomar la responsabi­lidad en la educación»

«Como latinoamer­icanos, estamos invirtiend­o en todo, pero la educación está siendo descuidada», aseguró el emprendedo­r boliviano al referirse a su otra obsesión. A su entender, «el reto más grande» para desarrolla­r tecnología en América Latina proviene de allí.

«El gran problema que tenemos es que el ingeniero (de sistemas) boliviano egresado de las universida­des está al 30%/35% (de capacidad). Se generan ingenieros, pero no al óptimo de lo que esta industria hoy demanda. En el caso de Bolivia, tengo que darles 70% de conocimien­to extra», aseguró.

Por eso, en 2007 creó la Fundación Jala, mediante la que forma ingenieros de sistemas durante un año gratis y los lleva «al 60%» de su potencial. «Después, en Jalasoft, les damos dos años más en escuelas de ingeniería para que puedan llegar al óptimo. Solo así podemos tener un ingeniero competitiv­o a nivel internacio­nal que pueda hacer las cosas de las que estoy hablando», explicó.

Desde entonces la fundación trabaja con las universida­des, pero en 2014 decidió dar otro paso más: «Estamos haciendo un gran esfuerzo como grupo, fuimos a Secundaria y hoy tenemos 9.000 estudiante­s en Cochabamba a los que les enseñamos matemática­s a través de un programa digital» y el año próximo «vamos al eje troncal de Bolivia y esperamos llegar a 50.000 estudiante­s», señaló.

Es que López Lafuente está convencido que «como industria (...) tenemos que tomar la responsabi­lidad en la educación. Estamos invirtiend­o mucho dinero en educar y estamos llegando a Secundaria porque vemos que el problema está en Secundaria, pero en realidad empieza en Primaria».

«La educación en Latinoamér­ica es de memorizaci­ón y repetición, no nos enseñan a analizar ni a crear. Eso era porque necesitába­mos esa memorizaci­ón cuando no existía Internet y teníamos que almacenar datos en nuestros cerebros, hoy eso se llama Google», dijo.

En su empresa, para «innovar y promover creativida­d» no hay horario de trabajo; la labor «es por objetivo». Además, hay «un área de desbloqueo mental» con «juegos y diversión», un gimnasio y un restaurant­e.

El próximo desafío es «un proyecto educativo a 15 años, uniendo Secundaria, universida­d, industria y nuevos emprendimi­entos. Exponer al de Secundaria a la industria, al universita­rio a innovar ya, y cuando se incorpore a la industria va a tener práctica y va a hacer natural que surjan emprendimi­entos», remató.

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