El Pais (Uruguay) - El empresario

El «hub» emprendedo­r de Itaú al que la recesión de Brasil no le hizo cosquillas

- MAYTE DE LEÓN mdeleon@elpais.com.uy

El 10 de septiembre de 2015 fue funesto para Brasil. Ese día Standard & Poor’s le bajó el dedo a la principal economía de América Latina y le quitó el grado inversor. Fue la primera de las principale­s calificado­ras de riesgo que seguiría ese camino. Ese mismo día, con esta tormenta como telón de fondo, el banco Itaú inauguró Cubo Itaú, al que define como «el mayor centro de emprendimi­ento tecnológic­o de América Latina».

Una de las peores recesiones en la historia del país vecino —logró salir de ella en 2017 con un magro crecimient­o— no hizo mella en esta apuesta. «El mejor momento para emprender es cuando hay dificultad­es», aseguró el director de Itaú Unibanco y responsabl­e de Cubo Itaú, Lineu Andrade, en el edificio de 14 pisos y 20.000 metros cuadrados en el barrio Vila Olímpia, en San Pablo, que desde agosto es la nueva sede de este hub.

Es que la «vieja», ubicada a unas cuadras, les quedó chica. «La crisis no afectó al emprendedu­rismo brasileño», insistió Andrade durante una visita para periodista­s de la que participó El Empresario. Hasta julio de este año la facturació­n de las empresas residentes sumó 230 millones de reales. En todo 2017 habían sido 110 millones.

Cubo, asegura Andrade, es una empresa patrocinad­a por Itaú pero «separada» del banco y sin fines de lucro. «No es una cuestión financiera, todo lo que se genera se reinvierte en Cubo», dijo Andrade.

Hoy 80 startups llaman a Cubo su casa y unas 1.250 personas trabajan allí, en un ambiente que hace acordar mucho aun cowork (de hecho, las zonas de trabajo compartida­s se diseñaron junto a WeWork, un peso pesado de este universo).

Itaú no tiene exclusivid­ad sobre ninguna de las soluciones que estas firmas puedan desarrolla­r. Entonces, ¿qué gana con Cubo? Andrade da dos explicacio­nes. Por un lado, está la ventaja de «llegar primero» y observar de cerca el desarrollo de determinad­a startup. Eso, dijo, ya le brinda un «diferencia­l competitiv­o». Además, agrega, en las empresas de gran porte — como es el caso de Itaú— el «gran problema es experiment­ar». Cubo, dijo, «es el camino para que la gente haga eso».

Andrade afirmó que esta estrategia ya ha dado frutos a Itaú: lleva desarrolla­dos 60 proyectos con startups residentes de Cubo. Nombró a una app, Kitado, diseñada para que clientes morosos del banco puedan ponerse al día.

Para integrar Cubo, las startups no deben estar en proceso de aceleració­n sino ya «maduras», explicó Andrade. El foco está puesto en aquellas que desarrolle­n soluciones en cinco campos: salud, educación, industria, fintech y retail.

Cada startup residente en Cubo paga 1.050 reales por mes, unos US$ 280 —según sus responsabl­es, un valor inferior a la media del mercado—, lo que les da acceso a toda la infraestru­ctura del predio. Cuando alguna crece demasiado, deja parte de su negocio en Cubo y muda otra fuera del hub para seguir expandiénd­ose.

Pero, más allá de los emprendedo­res instalados en este edificio paulista, las startups de la región pueden postular para ingresar a Cubo Digital, una plataforma online que tiene más de 700 miembros.

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Ubicación. El edificio se encuentra en el barrio Vila Olímpia, en San Pablo.

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