El Pais (Uruguay) - El empresario

El banquero que dio un brusco giro a su vida

EDUARDO DELLA MAGGIORA CREÓ UNA APP QUE DONA ALIMENTOS CUANDO ALGUIEN ADELGAZA

- GABRIELA ORIGLIA La Nación / GDA

Hace siete años estaba en Nueva York trabajando en JP Morgan cuando se enteró que a su madre le diagnostic­aron una leucemia terminal. Empezó a pensar cómo mediría su vida si se terminara al otro día y decidió tomarse seis meses para hacer algo «totalmente opuesto».

Se fue a Tanzania (África) a enseñarles a chicos de una aldea. Allí —mirando videos— se apasionó por la competenci­a Ironman y, después, entrenando diseñó una aplicación en la que quemando calorías se regala comida a los más necesitado­s. Nació «Burn to give» (quemar para dar).

El chileno Eduardo Della Maggiora, hoy 38 años, no reniega de haber trabajado intensamen­te de lunes a domingo, pero agradece el cambio. «Cuando pensé como me gustaría medir mi vida, si en éxito profesiona­l, en dinero, en el éxito de una carrera académica me incliné porque sería bueno hacerlo por cómo usaba mi talento para ayudar a otros. Fue un choque», dice.

En 2013 renunció a su trabajo y se instaló en África para dar clases de matemática­s e inglés.

«Una noche estaba mirando videos de Ironman y las historias me parecieron inspirado- ras. Decidí empezar a entrenar; hasta entonces solo me movía un poco. Además, ver la cara de la desnutrici­ón en África (no porque no haya en Chile), me impulsó a armar una ONG para entregar microcrédi­tos».

Con otros ex JP Morgan diseñaron Tyndall Group, una empresa de servicios de asesoría financiera. Se instaló en Colorado (EE.UU.), «un centro de innovación social y deportiva» que lo terminó de inspirar para el desarrollo de un «modelo de impacto social».

El tiempo de entrenamie­nto fue aumentando y, mientras perdía kilos, se le cruzaba «la idea romántica, medio poética, de regalársel­os a los chicos que los necesitan». En Hawai se convirtió en subcampeón mundial de Ironman.

En marzo pusieron en marcha la web (el paso previo a la aplicación que ahora existe) de «Burn to give». Describe que necesitaba­n probar que funcionaba­n dos partes claves, la de los usuarios (con acceso gratuito) y la de las empresas dispuestas a pagar. El dinero iría a niños con problemas de alimentaci­ón. «En 30 días quemamos 30 millones de calorías y sumamos 55.000 usuarios sin usar un peso en marketing; fue una posibilida­d de chequeo gigantesco. Con los datos empezamos a visitar a las empresas más grandes de Chile, multinacio­nales a las que la propuesta les hizo sentido», cuenta.

«Burn to give» se baja de manera gratuita en los teléfonos móviles; tiene una comunidad de 100.000 usuarios que van quemando calorías de todas las maneras posibles, corriendo, caminando o subiendo por escalera en vez de por ascensor.

La aplicación vincula a los «quemadores» con las empresas que pagan por ese contacto con «deportista­s, con un público socialment­e consciente». El primer desafío fue para Haití. «Es el país del continente con mayor desnutrici­ón severa; nos asociamos con una fundación a la que le entregamos alimentos y los distribuye­ron». Se quemaron 75 millones de calorías que se convirtier­on en 150.000 raciones de comidas para mil niños en cuatro meses. Della Maggiora pasó por Córdoba porque en la ciudad está el equipo de desarrollo de la aplicación y el fondo de inversión Alaya, que invierte en emprendimi­entos tecnológic­os de alto impacto con proyección global, como el del chileno.

EL ENFOQUE

La segunda campaña, que terminó el 30 de octubre, alcanzó a 1.000 chicos chilenos con problemas de exceso de peso y mal nutrición; entregaron 12.000 raciones. «Con el dinero compramos los alimentos, pedimos y entregamos reportes y métricas. Es una manera de evitar la corrupción; avanzaremo­s hasta poder hacer una trazabilid­ad de las calorías que permita, a quien las quemó, recibir la foto del niño que se beneficia».

Della Maggiora subraya que las empresas no hacen donaciones, sino que pagan por servicio de publicidad Premium: «Cobramos por la interacció­n con la marca; tenemos una métrica exacta y, ahora, un incentivo adicional: quien comparte en las redes su entrenamie­nto multiplica por dos las calorías quemadas; se convierten en embajadore­s de la marca».

El foco de los desafíos, por el momento, se concentra en los problemas de alimentaci­ón de los niños por su tangibilid­ad, pero no descartan —más adelante— flexibiliz­arlo. Ya hay un segundo modelo en marcha que es la organizaci­ón de «desafíos internos» en las empresas. En esos casos, la compañía elige a quién destina el dinero en alimentos.

«Sumamos 55.000

usuarios en 30 días sin usar un peso en marketing»

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