El Pais (Uruguay) - El empresario

Argentino crea edificios donde «te pagan por vivir»

DAMIÁN LOPO EMPEZÓ EN LA GASTRONOMÍ­A Y ES COFUNDADOR DE NEWLINK CAPITAL

- LUCILA BARREIRO

Los emprendedo­res suelen tener un común denominado­r: se reconocen así desde chicos. Este es el caso de Damián Lopo, que cuando tenía cuatro años arrancó su primer emprendimi­ento en «salita celeste» vendiendo la codiciada «primera fila del micro» donde todos se querían sentar, a cambio de juegos, cartas y figuritas. Ese emprendimi­ento culminó el día que su mamá descubrió la mercadería acumulada debajo de la cama y le obligó a devolverlo. «Fue la que me trabó mi primer embargo», cuenta el hombre que es cofundador de Newlink Capital.

Este empresario, emprendedo­r, inversor y desarrolla­dor de 47 años estudió administra­ción de empresas y probó diferentes rubros. Tras viajar a estudiar una maestría en finanzas en el exterior comenzó su carrera en Accenture y poco a poco empezó a volcarse a otros proyectos propios, tan distintos como ambiciosos: desde expandir las franquicia­s de pizza Banana en los ‘90 hasta generar un mega proyecto flotante para Puerto Madero que nunca vio la luz, pero le generó contactos y la posibilida­d de cerrar negocios con Alan Faena y lo puso en el mapa del real estate. Además, compró el centro de ski Cerro Bayo, lo reconvirti­ó y lo vendió.

«Los desarrolla­dores tenemos responsabi­lidad social. Las ciudades se delinean por las cosas que hacemos nosotros. Hoy cuando vas al mercado real no ves innovación; por eso desde el día cero aposté a hacer algo diferente que me dé orgullo y que colabore con el país, la gente y el mercado local», señala Lopo.

Como la tecnología es una de sus grandes pasiones, el empresario la incorporó a cada uno de sus desarrollo­s inmobiliar­ios.

Además, fundó Crowdium, la marca que introdujo el crowdfundi­ng en Argentina. «Hoy pueden comprar real estate desde $ 10.000 (NdR: unos 3.600 pesos uruguayos)», Lopo.

Entre sus proyectos más importante­s está el edificio inte

agrega ligente de Accenture en Parque Patricios, uno de los primeros en instalarse en la zona que luego se convirtió en el Polo Tecnológic­o con el desembarco de otras empresas y del Gobierno de la Ciudad. Se trata de un proyecto de 25.000 metros cuadrados (m²) que tuvo una inversión aproximada de US$ 50 millones y fue diseñado bajo la premisa «Built to Suit»; es decir, a medida de la empresa, con caracterís­ticas de sustentabi­lidad y amigable con el medio ambiente.

En los últimos años, el empresario se volcó a la construcci­ón de edificios destinados a vivienda habitacion­al. Una de las claves en todos sus desarrollo­s, explica, es la búsqueda del terreno, en la que pueden tardar «más de un año». «Buscamos la combinació­n perfecta entre ubicación, vistas y buenos accesos», dice. Lopo considera al Bajo Belgrano y a Vicente López como dos de los lugares con más demanda y más buscados por los desarrolla­dores. Hasta ahora, ha terminado dos edificios: uno ubicado en Recoleta en Sánchez de Bustamante y la Avenida Las Heras y otro en el barrio de Belgrano sobre la calle La Pampa.

¿Cuáles son las caracterís­ticas de los proyectos? Los edificios combinan sustentabi­lidad, tecnología, diseño y arte. La idea es «crear un producto que tenga muchos atributos». En todos los edificios Lopo añade el arte como un valor agregado: todos tienen un artista que interviene desde la fachada a los balcones. De hecho en el proyecto que presentará en los próximos días optó por «arte digital».

En «Pampa 2.0» combinó el real estate con la criptomine­ría

Se trata de un nuevo edificio —bautizado Pampa 2.0— que reúne todas estas caracterís­ticas y añade un tercer concepto: la criptomine­ría. «Se trata del primer edificio del mundo en el que te pagan por vivir», repite Lopo y explica por qué no se trata solo de un eslogan. El desarrolla­dor planea invertir entre US$ 10 millones y US$ 15 millones en el emprendimi­ento, a cargo del estudio de arquitectu­ra MCL, que tendrá nueve pisos y 32 apartament­os, además de un local gastronómi­co en la planta baja. «Son 5.000 metros cuadrados, no quiero emprendimi­entos de 20.000 metros», aclara.

En tanto, la sustentabi­lidad es otro de los puntos fuertes de sus proyectos: además de contribuir con el cuidado del medio ambiente, la idea es que los atributos «no le toquen el bolsillo al dueño», que se refleje en expensas más bajas, más allá de los amenities yla categoría de los materiales de construcci­ón.

Proyecta edificios para los próximos 50 años, que «envejezcan bien»

Para el empresario, la sustentabi­lidad impacta en tres cuestiones: en las tarifas de luz, en que no aumenten los gastos comunes y en la posibilida­d de contar con el suministro cuando empiezan los cortes de electricid­ad. En este sentido, sus diseños cuentan con paneles solares en todo el edificio lo que permite que pueda estar 12 horas iluminados durante un corte de suministro. La idea es «que los edificios aporten más de lo que gastan porque generamos energía que irá a la red», resume. Sin ir más lejos, el emprendedo­r explica que gracias a los paneles solares, las áreas comunes del edificio se iluminan sin necesidad de suministro eléctrico. «La reducción en

Lopo busca replicar «el concepto Zara»: un producto para la clase media y media alta que «todos quieren usar a buen precio». El hall del nuevo proyecto tendrá arte digital en un pared del lobby.

el consumo energético es del 90%», detalla.

De sus viajes al exterior Lopo trajo otro concepto para incorporar a su última creación: los jardines en altura. No se trata de los ya clásicos «verticales», sino balcones con césped con riego automático, una tendencia que impone en Europa.

CRYPTO BUILDING

«Hacer edificios para los pró

ximos 50 años», sintetiza una de sus motivacion­es. Con materiales como hormigón y vidrio que «envejecen bien» y amenities que ya son o serán una condición básica en el futuro, como seguridad con apertura por reconocimi­ento facial, mailbox (un espacio en la planta baja que permite dejar paquetes), carga para autos eléctricos, bicicletas propiedad del edificio e instalació­n de criptomine­ría.

Sin ir más lejos, en Pampa 2.0, un emprendimi­ento ubicado a una cuadra de Pampa y Libertador, uno de los amenities del edificio será la granja de minería. ¿De que se trata el Crypto building? El edificio contará con entre cinco y 10 maquinas para minar criptomone­das y el contrato con una empresa que se encarga de operarlas y a cambio cobra un porcentaje. «Buscaremos generar ingresos para el edificio que sean iguales o mayores al valor de las expensas, con el objeto de pagar gastos comunes cero, sumado a la oportunida­d de que como dueño te paguen un extra sólo por vivir ahí. Si le va mal a lo sumo tenés que hacerte cargo de pagar las expensas, que ya son de por sí un 60% más baratas por el perfil sustentabl­e que tiene el proyecto», explica.

¿De dónde salió la idea? «Vivo pensando en innovación todo el tiempo, pero hay que tener además el timing ;es muy fina la línea: es tan malo empezar un emprendimi­ento temprano como hacerlo tarde», responde el desarrolla­dor.

Lopo habla de que intenta replicar en sus productos «el concepto Zara» (por la marca de indumentar­ia), un producto para la clase media y media alta que «todos quieren usar a un buen precio», y agrega que busca «desmitific­ar en el real estate el concepto que para acceder a una propiedad premium hay que pagar altos precios».

Además, advierte sobre la dificultad de encontrar «un producto muy bueno a buen precio» en el mercado argentino: «En el país es carísimo o de mala calidad», enfatiza el emprendedo­r nato, quien proyecta tener entre 10 y 20 edificios en toda la ciudad que paguen gastos comunes con tecnología y que «el que se muda sea a un lugar realmente innovador», finaliza el empresario.

A la hora de hablar de números, detalla que el valor de venta en pozo es de US$ 2.500 por metro cuadrado, con tickets para un dos ambientes que rondan los US$ 120.000.

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