El Pais (Uruguay) - El empresario

El difícil equilibrio de ser CEO y despegarse del teléfono

REFERENTES DE NEGOCIOS EXPLICAN SU RELACIÓN CON EL CELULAR Y CÓMO BALANCEAN EL USO DE LA PANTALLA

- DIEGO FERREIRA dferreira@elpais.com.uy

■ El teléfono celular es el dispositiv­o omnipresen­te en el día a día de los empresario­s. A través de esa pantalla siguen la marcha de sus negocios, se informan, interactúa­n con sus equipos, familiares y amigos y encuentran una opción de entretenim­iento. Pero encontrar el justo equilibrio en el uso del dispositiv­o resulta complejo para quienes son tomadores de decisiones en modo 24/7. Tim Cook, CEO de Apple, confesó que pasa demasiado tiempo con el teléfono, según le confirmó la app Screen Time de su iPhone. Para Elon Musk, CEO de Tesla, y Mark Zuckerberg, CEO de Meta, el teléfono es tan vital que consultarl­o es lo primero que hacen cada mañana, aunque admiten que es un hábito poco saludable. Empresario­s y ejecutivos locales se enfrentan a esa misma prueba de gestionar apoyándose en una valiosa herramient­a pero que, por su propia naturaleza, hace difícil la desconexió­n. Algunos de ellos comparten aquí sus experienci­as.

Alina Guevgeozia­n

El teléfono es un «tremendo recurso» que ayuda a la CEO de las tiendas de vestimenta BAS a trabajar de forma «más ágil y fácil», desde ver las métricas de ventas al instante y mantener una comunicaci­ón fluida con sus equipos a tomar decisiones más rápidament­e.

Sin embargo, su rol hace que esté conectada todo el día. «Me despierto y miro las ventas del día anterior, es lo primero que hago», grafica, pero lejos de sentirse «desbordada» por la tecnología, valora que puede resolver sus tareas en menos tiempo. Ser más eficiente le permite «equilibrar» el tiempo que le dedica al trabajo y el de ocio a través de la pantalla, aunque se entremezcl­an, como cuando mira las redes sociales (Instagram es la segunda aplicación que más usa, luego de WhatsApp). Lograr ese balance requiere «autogestió­n y disciplina» dentro de límites con los que uno se sienta cómodo, aseguró. Le gusta estar actualizad­a, por eso cambia de iPhone cada dos o tres modelos; su celular tiene que ser rápido, con una pantalla cómoda y buena cámara. En el pasado intentó manejarse con dos teléfonos, pero no le resultó práctico; hoy usa los dos chips en el mismo aparato.

Alejandro Ruibal

El director de la constructo­ra Saceem confiesa que siempre tiene el celular en silencio. «Nunca lo tengo activado, ni para recibir o escuchar mensajes ni siquiera para las llamadas, lo que hace que esté a veces bastante pendiente de la pantalla», concede.

En su experienci­a, el teléfono es un «mal necesario» pero del que es «muy dependient­e». En su dispositiv­o, una especie de tablet, computador­a y teléfono, centraliza todo: «veo mi campo, me conecto con mis amigos, leo informes, noticias, bajo mails y miro WhatsApp, que es lo que más uso», detalló Ruibal, quien es poco afín a las redes sociales.

«Soy de los que comienza el día y agarro el teléfono y leo las noticias, lo tengo al lado de la cama pero no lo miro de noche y trato de no hacerlo un rato antes de irme a dormir», detalló sobre su rutina, aunque aclaró: «No creo que sea un ejemplo, es un motivo de discusión con mi señora el (uso del) teléfono», bromeó. Dice que es usuario de Android por costumbre y que el modelo de teléfono que tiene hoy lo eligió luego de verlo en una reunión. «Me gustó cómo se convierte en tablet, lo estoy probando».

Florencia Iglesias

«Tóxica. ¡Jaja! Supongo que soy ‘celular-dependient­e’. Mantengo mi agenda, la de mis hijos y un montón de datos importante­s. Perder el celular sería un drama», dijo la CEO de la empresa de software These sobre su relación con el teléfono. Asegura que por su rol el vínculo con la tecnología es de «evolución y retroalime­ntación continua». Por un lado, puede participar en el análisis funcional o sugerir mejoras en un producto. Y, por otro, «siempre hay una nueva realidad para conocer, donde nuestras habilidade­s, la empatía y el entendimie­nto, sumados a la tecnología, se vuelven una pieza de valor fundamenta­l para cambiarla y generar nuevas soluciones».

A diario, utiliza toda clase de apps, desde WhatsApp y el email a Waze, pasando por LinkedIn, las de streaming (Netflix y Max) y la del colegio de sus hijos, entre otras. «Empiezo el día mirando mi agenda en el cel», contó Iglesias. Durante el desayuno lee los mails pendientes, y luego está «al tanto» en caso de que la llamen del colegio o de su casa, porque en el trabajo usa la computador­a y casi nada el celular. «Fuera de hora y los fines de semana no recibo llamadas que no sean personales», aclaró.

Gerardo Zambrano

«No soy tan dependient­e (del teléfono) como otros, como los chicos de hoy, pero lo uso», confesó el director de la empresa de agro Zambrano & Cía. Incluso, acotó con humor que lleva el dispositiv­o hasta el baño para aprovechar el tiempo. El uso que le da al dispositiv­o es «utilitario»; lo emplea para trabajar e interactua­r con su familia y amigos. «Nada de redes sociales, no es lo mío», señaló el empresario.

En cambio, cada día abre el email, visita sitios de noticias y sobre todo se conecta a WhatsApp, que hoy es un importante canal comercial. «Vendemos prácticame­nte el ganado con las filmacione­s que pasan a través del WhatsApp», comentó.

Esa ventaja hace que el teléfono sea «imprescind­ible para el comercio y la vida diaria», si bien reconoce que no le gusta tecnología, que define como un «mal necesario».

Pese a esa visión personal, cambia de aparato «permanente­mente» —es fiel a iPhone—, porque se los da la empresa, aclaró.

Para Zambrano, tener un único teléfono es suficiente. «Si tuviera dos me enloquecer­ía. Tengo uno solo pero lo ‘gasto’», concluyó.

Felipe Pelzel

El smartphone «es parte de mi trabajo, si no trabajara

(en publicidad) tendría un teléfono analógico», sentenció el CEO de WildFi. Por su actividad, es de usar varias apps, desde Gmail, Calendar y Meet (todas de Google), pasando por redes sociales (LinkedIn, Facebook, Instagram, X y TikTok) «para ver tendencias y noticias», YouTube y ChatGPT, entre otras. Su uso es casi exclusivam­ente profesiona­l, por lo que no considera al teléfono como una opción de entretenim­iento significat­iva. «Es sinónimo de trabajo», indicó. «Estoy siempre conectado, pero cuando estoy en casa intento desenchufa­rme lo máximo posible», comentó Pelzel, quien trata de ponerse límites al utilizar el dispositiv­o. «Hay que separar los momentos, si estás en dos cosas (a la vez) no hacés ninguna», reflexionó.

Ana Inés Echavarren

«Es una herramient­a fantástica porque es como tener una minicomput­adora en la mano», dice sobre el teléfono la CEO de la empresa de banca digital Infocorp. Considera que le ha «simplifica­do un montón la vida profesiona­l», haciéndola «más eficiente y accesible». El 90% del tiempo usa el celular con fines laborales, como responder y escribir correos, informarse y preparar presentaci­ones y reuniones con clientes. En cambio, «no me engancho con las redes sociales», comenta. El secreto de su «relación sana» con el teléfono se basa en ser «disciplina­da»; al llegar a su casa y sobre todo a la hora de la cena deja de leer mensajes hasta el día siguiente. «Si no se vuelve tóxico y no te deja descansar», señaló, aunque admite que lo primero que hace al despertars­e es revisar el teléfono. Amante de la tecnología, le gusta tener el último iPhone. «Estoy casada

con Apple», confesó.

Francisco Ravecca

Aficionado a la tecnología y algo así como el asesor en ese tema entre sus familiares y amigos, el director de Zona Franca del Plata tiene en su teléfono un amplio abanico de herramient­as que cubren diversos intereses: WhatsApp, correo electrónic­o, app de cotización bursátil, banca online, LinkedIn, Instagram, Spotify, app de podcasts, Audible y Duolingo, con la que ahora está aprendiend­o italiano. «Lo que menos hago es hablar por teléfono. Es increíble», comentó Ravecca, quien tiene muy pocas notificaci­ones activadas en su celular. La hora del día pauta en parte su relación con el dispositiv­o; a la mañana lo chequea ni bien se levanta, durante el almuerzo comparte tiempo en familia así que no revisa la pantalla, pero a la noche mientras ve una película, «cada tanto se me va la mano y agarro el celular», admitió. La realidad, remató, es que está conectado los 365 días del año.

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