El Pais (Uruguay) - El empresario
Refrescos de yerba mate conquistan en el exterior
MARCAS ARGENTINAS CRECEN EN VENTAS EN PAÍSES COMO EE.UU. Y ALEMANIA
El paladar argentino los rechazó, pero los consumidores de Alemania y EE.UU. los convirtieron en un boom. Son los refrescos a base de yerba mate, un producto que protagonizó en el mercado local uno de los mayores fracasos en la historia de los negocios en el país pero que es cada vez más popular en el exterior.
Es un nicho creciente, que resulta el principal segmento de negocios para el ingreso de la yerba mate desde Argentina y Brasil a mercados como Europa. Si bien el consumo del mate tradicional crece en otros mercados más allá del Río de la Plata, producto de la emigración desde estos países hacia otros continentes, las bebidas de mate generan una demanda creciente. Aunque en muchos casos se fabrican en el exterior, utilizan para ese proceso concentrados de yerba, elaborados a partir de plantas cosechadas en Sudamérica.
Una rápida recorrida entre calles, bares y discotecas en Berlín alcanza para comprobar el éxito de estos productos. En 2022, últimas cifras disponibles, se consumieron en Alemania 9,6 litros por persona de bebidas de café o té, el segmento que incluye a las bebidas de mate, según la Asociación de Empresas de Bebidas sin Alcohol (WAFG en alemán, que muestran un aumento del 57% en los últimos cinco años en la categoría).
Marcas como ClubMate, Mio Mio y otras firmas locales son las más populares, y sus refrescos se elaboran a partir de un extracto de la planta Ilex paraguariensis (yerba mate). Luego, se combina con azúcar, agua y otros componentes, y se vende en su versión original o en otras variedades, saborizada con jengibre, banana, guaraná o cola. También hay espacio para el segmento orgánico, un nicho de fuerte crecimiento en Europa.
Es el caso de la marca Voelkel, de la empresa BioZisch, que fabrica sus bebidas localmente, pero en el proceso utiliza como materia prima hojas secas enteras de yerba, que importa desde el sur de Brasil.
SABORES «COOL»
La clave del éxito de estas gaseosas es la combinación del sabor y el elevado contenido de cafeína en las hojas de la planta. Si bien hoy en ciudades alemanas su consumo está más extendido, comenzó a popularizarse especialmente en el segmento joven y, también, como gaseosa para preparar tragos, mezclada con otras bebidas alcohólicas.
«Las bebidas de mate son cool, son muy populares entre la gente joven y eso es una buena entrada para la yerba tradicional», explicó Folke Grützner, de Delicatino GmbH, el mayor importador de yerba argentina en Alemania, quien abastece a distribuidores mayoristas y mercados minoristas.
«Estamos en el mercado desde 2002, y tras la pandemia hubo un crecimiento más grande, por el boom del e-commerce. Y hay una conexión entre la yerba tradicional y los refrescos de mate, porque la gente conoce el nombre, se interesa más por el producto y la energía que te da esa bebida, y muchos que a partir de ahí empiezan a probarlo en la forma tradicional», dice Grützner, quien ve un crecimiento anual del 15% en las ventas de yerba en el país desde 2020.
MERCADO DEL BIENESTAR
En EE.UU. también se replica la tendencia. Fundada en 1996 en California, Guayakí es una pionera del rubro. Se trata de un proyecto creado por el argentino Alex Pryor, quien estudió ingeniería en Alimentos en ese país y creó junto al estadounidense David Karr su emprendimiento orgánico cuyos productos se venden en 6.000 tiendas locales y superan los US$ 100 millones de facturación anual. Menta, durazno, frutos tropicales, limón y naranja, además del sabor tradicional, son algunas de las variedades del refresco de la marca, que además vende yerba y accesorios para el mate tradicional.
En Miami, una argentina impulsa este nicho. Con su proyecto Southmatea, especializado en blends de yerba e infusiones, Victoria de la Torre lanzó Nitro Tea, una bebida saborizada y gasificada con nitrógeno que busca competir en el segmento de los té helados. «Desarrollamos los productos en Argentina y buscamos posicionarnos en el mercado gourmet del wellness», dice la empresaria.
Toda una paradoja para la infusión estrella de Argentina, que vive un boom en el exterior tras un fracaso estrepitoso hace más de dos décadas. En 2003, Coca Cola lanzó en el país su marca Nativa, luego de invertir más de US$ 1,3 millones para desarrollar un refresco en base a yerba mate. Ese producto llegó con mucha promoción y una agresiva campaña de marketing, pero su sabor y su estilo, ajeno a las costumbres locales, no funcionó: la marca fue retirada del mercado apenas tres meses después de su lanzamiento.
El producto fue lanzado en 2003 en Argentina pero fracasó en ventas
sostenibles para la construcción, desarrolló los WasteBasedBricks (ladrillos fabricados con residuos de obra) y el CornWall, un material a base de maíz para revestir paredes.
Sin embargo, su innovación más destacada es BioBasedTiles, la primera baldosa y ladrillo de base biológica que crece con la ayuda de bacterias, cocreada junto a la startup estadounidense Biomason. El producto, que utiliza biocemento para minimizar las emisiones de carbono, está inspirado en corales y ecosistemas marinos. Además, se cura en 72 horas a temperatura ambiente y supera las propiedades de las baldosas de hormigón convencional una vez secas.
Las compañías están decididas a revolucionar la producción tradicional de cemento, responsable de liberar miles de toneladas de dióxido de carbono durante los últimos 200 años.
El proceso para fabricar las BioBasedTiles combina carbono,
El hormigón aporta un 8% de las emisiones de dióxido de carbono
calcio y bacterias específicas, utilizando un 15% de biocemento obtenido a partir de este método. Además, se añaden residuos de producción de granito, otorgando a los bloques y baldosas, mayor resistencia.
La fabricación de este tipo de bloque se completa con procesos en los que se moldea de forma personalizada y la curación es a temperatura ambiente, eliminando la necesidad de hornos con alta potencia. Estos productos, ideales para suelos y paredes en interiores y exteriores, se destacan no solo por tener una huella de carbono mínima, sino también por ser un 20% más ligeros y tres veces más resistentes que los bloques tradicionales. Las empresas anticiparon que este material permitirá reducir el 25% de las emisiones globales de carbono de la industria del hormigón para el año 2030. La Nación / GDA