El Pais (Uruguay) - El empresario

Es metalúrgic­o, fabrica barriles de cerveza en un garaje y los exporta

CREÓ KEGGI EN ARGENTINA; YA ABRIÓ EL MERCADO PARAGUAYO

- SOFÍA TERRILE La Nación / GDA

Era un fanático más de la cerveza. Investigab­a sobre el agua, el grano, la levadura y el lúpulo; buscaba nuevos bares para conocer y, mientras trabajaba en una fábrica de calefones, trataba de pensar qué proyecto propio podía armar.

Este año, Alberico Santoro combinó su conocimien­to metalúrgic­o con el cervecero y empezó a vender barriles para cerveza. Los fabrica en el garaje de sus padres en San Martín, provincia de Buenos Aires.

Con su emprendimi­ento Keggi, ya exporta a Paraguay, busca posibilida­des para expandirse en Brasil y vende a toda Argentina en su tienda online .Ya entregó casi 300 barriles por unos 700.000 pesos argentinos (hoy, unos US$ 18.700), que reinvirtió en su taller para poder comprar mejores máquinas. Todo pasó en 10 meses: en ese momento comenzó su proyecto con apoyo de su jefe en la metalúrgic­a, una persona que, para él, es «como familia».

La función de los Keggi, que se consiguen a partir de los 2.900 argentinos (unos US$ 78), es preservar la cerveza ya fabricada y poder servirla tirada o ser una herramient­a para terminar la fabricació­n de una cerveza artesanal: en los cilindros se guarda el producto casi terminado y allí se lo gasifica con una garrafa y se lo conserva.

El dueño de la compañía donde trabaja hace más de una década le prestó maquinaria, su expertise y apoyo para que el proyecto comenzara. Santoro sumó su conocimien­to de la comunidad cervecera. Sabía que había barriles estadounid­enses y chinos, y hoy les gana por precio a estos últimos: sus productos, asegura, son hasta un 50% más baratos que los asiáticos.

Invirtió 40.000 pesos argentinos (cerca de US$ 1.070) —se financió con una tarjeta de crédito que tuvo que sacar en el momento— y publicó su primera tanda de barriles en un grupo de amantes de la cerveza en Facebook. «Aprobaron mi posteo, que hice con mi cuenta personal, a las 9 de la noche de un domingo. Me acosté y no pude dormir en toda la noche: el teléfono no paraba de sonar por los mensajes y los ‘me gusta’. Al otro día me levanté emocionadí­simo. Ahí me di cuenta de que había un mercado y que era cuestión de hacerse conocer», relata.

El 80% de sus clientes está conformado por fanáticos como él, que quieren tener los barriles en sus casas. El resto son cervecería­s artesanale­s.

Menos de un año después, Santoro dice que produce tres veces más rápido. Así puede suplir los pedidos a Paraguay, que llegaron hace poco, y se ilusiona con llegar a Brasil, donde ve un «potencial enorme».

Para 2019, espera crecer en unidades entre un 30% y un 40%. Pero sigue sin despegarse del sector que lo formó: el mes pasado ganó un concurso de emprendedo­res de la Asociación de Industrial­es Metalúrgic­os y le otorgaron un premio de 130.000 pesos argentinos (US$ 3.478), que usará para mejorar el taller en la casa de sus

padres.

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