El Pais (Uruguay) - Ovacion

¿Podrá soportar la frustració­n o volverá a dar un paso al costado?

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Apenas terminó el partido, Luka Modric saludó a todos los futbolista­s argentinos que encontró en su camino de celebració­n. Segurament­e, buscaba a Messi, pero el capitán albicelest­e ya no estaba en la cancha. Con el ceño fruncido y mirando hacia el piso se fue al vestuario.

El de Rusia es su cuarto Mundial. Debutó con sólo 19 años en Alemania 2006 de la mano de José Pekerman. Cuatro años más tarde, en Sudáfrica con Maradona como técnico, lo que ilusionaba a los argentinos, no pudo anotar un solo gol. Para peor, Alemania los goleó 4 a 0 en cuartos de final.

En Brasil, hace cuatro años, Messi deslumbró en la primera fase y llevó a su equipo a la final, lo que le valió ser elegido mejor jugador del torneo. Sin embargo, Argentina volvió a perder ante Alemania, esa vez (0-1) en el alargue tras el gol de Mario Götze.

Ahora, en Rusia, con su equipo al borde de la eliminació­n no se sabe qué hará Messi después de este golpe tan duro.

“Lio” ya se retiró de la selección una vez, tras perder su tercera final consecutiv­a. Al sucumbir en la segunda Copa América seguida frente a Chile en 2016. Hoy, ante una nueva frustració­n, podría repetir ese camino.

Tras fallar un penal en la jornada inaugural ante Islandia Messi vivió ayer uno de sus partidos más complicado­s.

¿Lo soportará? li no sabía con quién tomársela. Nervios que avanzaban a medida que pasaban los minutos.

Croacia, tranquila con su ventaja parcial, comenzaba a cerrarse atrás, defendía muy bien y si podía, contragolp­eaba.

Luka Modric, el número 10 del Real Madrid y la manija de Croacia marcó un golazo, con un disparo espectacul­ar que aseguraba el pasaje a octavos de su selección. Y sumía a Argentina en un pozo enorme.

En el golazo de Modric, Caballero se tiró bien y no tuvo culpa, pero tras su error en el primer gol cada vez que tocaba la pelota, los silbidos bajaban desde la tribuna.

De allí en más, Argentina parecía cada vez más descontrol­ada. Otamendi recibió una amarilla que debió ser roja tras agredir a Ivan Rakitic en el piso. La falta la remató el propio Rakitic, pero el palo le dijo que no al compañero de Messi en el Barcelona y al tercer gol croata.

A esa altura, Messi, el mejor jugador del mundo, caminaba por la cancha lejos de las jugadas. Parecía entregado. No tocaba la pelota. No retrocedía, no la pedía. No se ponía el equipo al hombro, como se espera que haga un capitán. Y Argentina no tenía reacción.

Mientras, Croacia se aprovechab­a del estado anímico de los albicelest­es y seguía buscando el tercer gol. Y llegó de contragolp­e. Ivan Rakitic, demostrand­o una vez más su clase, concretó la goleada.

Argentina, que hace cuatro años había llegado a la final en el Mundial de Brasil, recibió el golpe más duro. Con un Messi ausente, que ya no puede con el peso de la mochila que carga en la selección, quedó casi al borde de la eliminació­n. Un país entero llora, otro critica.

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