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Esta es la particular decisión de 35 amigos judíos para ver el superclásico y no transgredir el Shabat.
¿Puede la pasión por los colores de un equipo desafiar una religión? ¿Puede un partido de fútbol estirar hasta el límite las reglas, al punto de cometer una locura por el solo hecho de no transgredir una ley sagrada? Sí, puede. Los sábados, los observantes (un 30 por ciento de la comunidad judía) no pueden trabajar, ni tocar dinero, ni manejar un auto, encender luces, ni utilizar celulares, ni ver televisión, entre otras cuestiones. El Shabat, que comienza cada viernes con la puesta del sol y culmina al día siguiente con la salida de la primera estrella, es una jornada de descanso.
Pero este sábado, y el próximo 24, se produce un hecho único. La final de la Copa Libertadores la definen Boca y River. River y Boca. Y la pasión futbolera provoca locuras impensadas con tal de no transgredir las leyes del Shabat, y a la vez no perderse la Superfinal.
“Cuando Boca juega de local los sábados no vamos al estadio porque respetamos nuestra religión. Pero apenas se definió que las finales se jugaban el 10 y el 24 empezamos a preguntarnos a través de nuestros grupos de Whatsapp cómo hacer para ver este partido histórico”, cuenta Ramón. Y explica lo inexplicable: “Alguien propuso viajar a España y ver el partido allá. Con la diferencia horaria, en Barcelona arranca a las 9 de la noche y el Shabat ya culminó, porque entonces ya salió la primera estrella. Parecía un delirio, pero en total son 35 personas las que salieron este jueves de Ezeiza. Llegan a la madrugada española del viernes, pasan el Shabat allá, ven el partido y se vuelven”.