El Pais (Uruguay) - Ovacion

Están de moda las biografías de deportista­s en el cable o Netflix, desde Carlos Monzón y el Apache vez a Michael Jordan y Julio César Chávez. Aquí se presentará a otras figuras que por sus grandes en la competenci­a y sus vidas agitadas, polémicas, repleta

- LUIS PRATS

No existía la Premier League en la década de 1960 y el fútbol inglés apasionaba solo a los locales, con su estilo intenso pero desmañado de pelotazos y cargas al área. En ese ambiente George Best llegó a ser considerad­o por algunos como el mejor jugador británico de la historia y segurament­e el más carismátic­o.

Sin embargo, su gran calidad apenas llegó a ser vislumbrad­a más allá de las brumas inglesas, ya que la televisión internacio­nal apenas comenzaba y él, nacido en Irlanda del Norte, un territorio escaso en figuras, nunca jugó un mundial.

Construyó su fama durante los prodigioso­s años 60, por lo cual su talento, su melena y su popularida­d hicieron inevitable el parangón con los cuatro muchachos de Liverpool que estaban revolucion­ando la música por esos días. Y Best fue entonces “el quinto Beatle”.

Sin embargo, sus virtudes en la cancha se quemaron pronto en la hoguera de los excesos, en particular el alcohol, el amigoenemi­go que lo acompañó siempre y terminaría llevándolo a la tumba.

Mucho antes de eso, era un chiquilín bajito y muy habilidoso de una familia pobre, que se destacaba en los campitos de su Belfast natal. Ahí lo vio un colaborado­r de Matt Busby, el legendario entrenador del Manchester United. “Creo que te descubrí un genio”, le dijo. Dickie Best, su padre, le advirtió a Busby que si no le veía condicione­s, lo mandara pronto de vuelta a Belfast porque ya le había conseguido un empleo en una imprenta para ayudar en la casa. Pero el destino de George era ser futbolista, y uno bueno de verdad.

En septiembre de 1963, a los 17 años, debutó en la primera del United. De inmediato mostró sus condicione­s, pero de una manera demasiado individual­ista en opinión del técnico y probableme­nte también de Bobby

Charlton, el crack “serio” del club. Como resultado, volvió al equipo juvenil. A fin de año tuvo una nueva oportunida­d, y ya no salió del equipo.

Empezaba como puntero derecho, pero enseguida se iba a jugar por cualquier lugar del ataque. Era rápido, habilidoso, atrevido, le pegaba bien tanto con la derecha como con la izquierda, y tenía gran visión del juego. Hasta el apellido le jugaba a favor: era The Best, el mejor.

Él, Charlton y el escocés Dennis Law fueron los tres pilares de la reconstruc­ción delmanches­ter United, cuyo plantel había quedado trágicamen­te diezmado en la tragedia aérea de Munich 1958 (en el estadio Old Trafrord hay una estatua de los tres). En la temporada 1964-65 logró su primer título de liga tras el accidente. Y repitió en 1966-67.

Eso abrió a los Red Devils el camino de la Copa de Europa, que terminaría­n ganando en 1968, con la final frente a Benfica en Wembley. Los 90 minutos terminaron 1-1 y los portuguese­s parecían mejor para el alargue. Pero un golazo de Best en el tiempo extra resultó decisivo para el triunfo de su equipo por 4 a 1.

Después, el United disputó la Copa Interconti­nental ante Estudiante­s de La Plata. Así Best tuvo su único partido en América del Sur. Celosament­e marcado por el esquema pincharrat­a, no pudo desequilib­rar. Estudiante­s ganó 1-0 en la Bombonera boquense, estadio que elegía para esas finales, y empató en Manchester, con lo cual se quedó con el título. Best, escupido por un rival, respondió con un piñazo y fue expulsado.

Sin embargo, 1968 marcó la cúspide de su carrera. Obtuvo el

Balón de Oro de la revista France Football al futbolista europeo del año.

Celebridad antes de los 20 años, Best se convirtió al mismo tiempo en un personaje de las noches británicas, siempre con un vaso en la mano, una chica linda a su lado y un auto deportivo en la puerta. Más de una vez faltó a los entrenamie­ntos e incluso a partidos porque se había escapado con alguna modelo. Hasta sus negocios iban por ese lado: puso dos clubes nocturnos y una boutique femenina.

En otra oportunida­d fue acusado de robarle ropa a una miss Universo novia suya. Lo ocurrido fue esto: en plena borrachera, ambos acordaron dar la vuelta la mundo desde ese mismo momento. Rumbo al aeropuerto, pararon en un bar para seguir tomando. Cuando fueron a comprar los pasajes, discutiero­n sobre el primer punto de esa vuelta al mundo: España o Hawai. Best se enojó y se llevó el auto con las valijas de ambos...

A comienzos de los 70, el gran equipo del Manchester United entró en su declive y Best no pudo evitarlo. Según sus biógrafos, eso acentuó su alcoholism­o: como el fútbol ya no le daba satisfacci­ones, las buscó solamente en la bebida. Finalmente, en Manchester se cansaron de él y no le renovaron contrato.

George inició entonces un largo derrotero por clubes británicos ( algunos de categorías menores o regionales), estadounid­enses, australian­os o sudafrican­os, en los cuales mostró retazos de su talento. Pero no llegó a durar en ninguno.

En 1976, aunque gordo y prematuram­ente envejecido, era capaz de seguir exhibiendo su desfachata­da calidad. La selección de Irlanda del Norte enfrentaba a Holanda por las eliminator­ias del Mundial 78. Era la gran Holanda y estaba el gran

Distinción

En 1968 obtuvo el Balón de Oro al mejor de Europa.

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