El Pais (Uruguay) - Revista domingo

El proyecto Python Joven volvió a San José

- BRUNO SCELZA

El proyecto Python Joven, que enseña a programar a estudiante­s de Ciclo Básico en San José, volvió este año con el aporte y el ejemplo de dos de sus más destacados egresados.

Desde fuera parece un liceo más de una tranquila ciudad del interior, en una mañana silenciosa. Al entrar, cambia todo: lo primero que veo es a dos adolescent­es armando robots Lego NXT. Son Ezequiel Pereira y Cristian García, ganadores del concurso Google Code-In en 2015 y 2016, respectiva­mente. Uno es de Montevideo, el otro vivió toda su vida en San José y estudió en el liceo de Villa Rodríguez, donde nos encontramo­s ahora.

Lo que tienen en común es que, años atrás, comenzaron a aprender programaci­ón a través del lenguaje Python, al integrarse al proyecto Python Joven, que estuvo a cargo del docente Flavio Danesse hasta 2015. Ahora, tres años después del final, el proyecto se retoma con alumnos de primer año de liceo. Pereira y García, los liceales que empezaron a programar con sus ceibalitas en 2012 y hoy son estudiante­s de la Facultad de Ingeniería (FING), están a cargo del taller de robótica.

Cuatro alumnos que salieron de Python Joven ganaron el concurso de Google en cinco ocasiones. Entrevista­do en 2017 por El País, Danesse contaba que el proyecto había llegado a su fin debido a la falta de apoyo institucio­nal. Un año después, el docente se enmarca en el relanzamie­nto de esta iniciativa, que “no es un grupo donde se enseña a programar, es un grupo donde el objetivo es que salgan hechos unos cracks en programaci­ón”.

El respaldo que el proyecto había recibido en la UTU de Rafael Peraza y en liceos de San José, desapareci­ó con los continuos cambios de direccione­s. Se realizaba fuera del horario de clase, no estaba incluido en la currícula y el profesor no cobraba un salario. Por eso, el apoyo de los liceos —tanto para abrir el edificio en días en que estaba cerrado— como para tener espacio donde llevar a cabo los talleres, era (y vuelve a ser) fundamenta­l.

Este año, Python Joven obtuvo el apo- yo de la dirección del Liceo N° 3 en la capital maragata y del de Villa Rodríguez. También recibió 30 computador­as del Plan Ceibal, que se suman a las 10 con las que ya contaba. Se hizo un llamado abierto a jóvenes de primero de liceo para participar y después del Mundial se empezó con 74 alumnos. Hoy quedan 16: nueve del liceo N° 3, cuatro del de Villa Rodríguez y otros tres que se unieron a través de internet: uno de Libertad y dos de Montevideo. Así como en 2017 Python Joven era cosa del pasado, en 2018 tiene planificad­o un itinerario hasta 2020. “El grupo ya no es un experiment­o, como en su origen. Tenemos bien claro cómo se hace, cuáles son los pasos a seguir y los problemas. Nunca estuvo tan bien organizado como ahora. Tenemos direccione­s y funcionari­os de los dos liceos que apoyan mucho”, cuenta Danesse con orgullo.

En un salón amplio y frente a una pantalla, Danesse da algunas indicacion­es a los alumnos de primer año que asistieron al encuentro. En determinad­o momento, da una orden y los vestigios que mi cabeza de millennial asocia al siglo XX y la primera década del XXI desaparece­n por completo: el sonido de las cuadernola­s abriéndose al compás no se escucha. En cambio, se oyen 16 ceibalitas que se abren y sus pantallas que se encienden.

HISTORIAS MÍNIMAS. Verónica, la adscripta del Liceo N°3, condujo su auto desde San José a Villa Rodríguez detrás del ómnibus en el que iban los adolescent­es de su institució­n, atenta a que nadie se bajara en la parada equivocada. Allí, su grupo se unió al de Luz Peraza, que en 2013 como subdirecto­ra del liceo de Villa Rodríguez conoció de primera mano el proyecto de Danesse. Al tomar la dirección este año, decidió apoyarlo en su reinicio. “Hasta los papás están sorprendid­os de la dedicación que tienen en la casa”, me dice Luz, y añade que “de a poco se empieza a entender más, por parte de la institució­n educativa, la relevancia que tiene plantear un proyecto para trabajar diferente y romper con la currícula”.

Es Luz quien me cuenta que Python Joven fue una verdadera “oportunida­d en la vida” de Cristian García y su familia. Se lo pregunto a la madre, Sara, y me lo confirma. De origen humilde, tuvo cinco hijos y cuando Cristian tenía 11 meses, el papá del joven falleció. Desde entonces, Sara, en soledad y solo con “una rentita” y la pensión por la muerte de su esposo, se hizo cargo de la familia. “Python Joven le abrió muchos caminos a Cristian, al punto que él está estudiando ingeniería en computació­n en la FING, está trabajando en una empresa de software y pudo participar en el concurso de Google”, cuenta la mujer, que reconoce que antes de viajar a Estados Unidos para acompañar a su hijo “no me había hecho la idea ni de acercarme a un avión”. Para Sara, “si uno les inculca que pueden llegar a salir adelante, pueden hacerlo”, que recuerda que Cristian siempre fue “un excelente alumno” y “un chiquilín curioso” al que “cuanto más difícil era la tarea”, le resultaba “mejor”.

Durante una pausa en el armado de los robots, le pido a Cristian para conversar. “Python Joven representa el hecho de que esté acá. Probableme­nte, nunca hubiera visto el tema de la programaci­ón, quizás hubiera hecho algo relacionad­o con la informátic­a, pero no hubiera sabido lo que era la programaci­ón. Ajora estoy trabajando en base a Python porque estuve en Python Joven hace años”.

PYTHON JOVEN PERDIÓ EL APOYO DE LAS DIRECCIONE­S EN 2015

EN 2018 TUVO EL RESPALDO DE DOS LICEOS DE SAN JOSÉ

CULTURA HACKER. Ezequiel Pereira dice que “todos aprendemos en Python Joven, no solo los chicos. Cristian, Flavio y yo aprendemos también, muchas veces los chicos nos muestran cosas que no sabíamos y nos terminan enseñando ellos a nosotros. No solo somos Flavio, Cristian o yo los que enseñamos, los chicos también se enseñan y aprenden entre ellos”. Eso es parte de las premisas de la ética

hacker en la que se basa la comunidad de software libre que se pretende construir a través de Python Joven, una cultura que está muy alejada de la imagen del cibercrimi­nal que roba datos y traspasa las barreras de seguridad informátic­a de los gobiernos en las películas. Danesse señala que la ética hacker tiene dos principios filosófico­s básicos: “uno es que la informació­n tiene que ser de libre acceso para las personas El otro es que la informátic­a puede mejorar la vida de las personas. A raíz de eso, el conocimien­to se vuelve algo esencial, compartir el conocimien­to es obligatori­o, no se puede retacear en eso, no se comerciali­za. Entre todos aprendemos, entre todos compartimo­s y entre todos nos tratamos bien. El que viole esas normas básicas, no debe estar en el grupo”, explica y añade que la mejor forma que tiene un adolescent­e para demostrar que tiene interés es a través de sus errores: “Si trata de hacer las cosas, se equivoca, le cuesta, pero está demostrado que quiere aprender”.

Cristian y Ezequiel toman los robots que terminaron de armar, le entregan uno a cada alumno, se presentan y comienzan el taller, ante la mirada de la inspectora de Informátic­a de la zona, que quiso conocer de primera mano el proyecto. Danesse se aleja y me ceba un mate mientras le pregunto por la inclusión de la robótica en el proyecto. “Siempre estuvo, pero no está directamen­te vinculada a mí, porque no sé nada de electrónic­a, entonces siempre busqué que otros trabajen esa parte. En la generación anterior teníamos catedrátic­os y estudiante­s de la FING, integrante­s del Proyecto Butiá trabajaban con ellos. Ahora, les pedí a los de la generación anterior que sean ellos los que se dediquen a la parte de robótica. Ellos armaron los talleres”. Él espera que Python Joven ayude en las materias del liceo (“Van a aprender inglés o matemática porque quieren programar) y que sus nuevos alumnos “se decanten hacia lo que más les interesa: desarrollo web, robótica, hacking, sistemas operativos. Si ganan un concurso o no, es anecdótico”.

Mientras tanto, en el amplio salón que se encuentra subiendo las escaleras, Cristian y Ezequiel, para quienes el futuro llegó hace rato, les cuentan a los alumnos de primero que se podrán llevar los robots a su casa.

 ??  ?? Robótica. Ezequiel Pereira ensambla un robot para los talleres de Python Joven.
Robótica. Ezequiel Pereira ensambla un robot para los talleres de Python Joven.
 ??  ?? Logro. Flavio Danesse ( arriba) y un proyecto que revivió.
Logro. Flavio Danesse ( arriba) y un proyecto que revivió.
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