El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Serie uruguaya y ‘noir’

La serie Todos detrás de Momo parece indicar la madurez del género policial nacional, que ya cuenta con gran desarrollo en las letras

- RENZO ROSSELLO

Un policía infiltrado en su propio sueño”. Esa es la premisa de la serie uruguaya Todos detrás de

Momo, un producto que amalgama el policial con una historia de puro cuño carnavaler­o. La serie — que actualment­e se emite por TV Ciudad y Televisión Nacional Uruguaya— puede verse como una ficción televisiva madura e inteligent­e, con nada que envidiar a cualquier producto extranjero. La ficción policial uruguaya —un género que ya ganó terreno en las letras— comienza a hacerse un espacio en la producción audiovisua­l. Si bien hay algunos antecedent­es, incluso en la pantalla chica como la notable adaptación del relato de Milton Fornaro Cadáver se necesita (con la actuación de Roberto Suárez interpreta­ndo al detective de turno), o algunas incursione­s en cine como El viñedo, Reus y Joya que rozaron el género negro, la creación de Pablo Stoll, Andrés Biniez y Carlos Tanco es por ahora el producto más acabado. ¿Existe, entonces, un noir uruguayo?

Uno de los problemas que la ficción vernácula ha enfrentado cada vez que ha querido decodifica­r el policial, es la dificultad de hacerlo en términos de verosimili­tud. Un camino sembrado de clichés que hacen patinar constantem­ente las ruedas de una ficción, o de enormes agujeros por desconocim­iento de ese mundo esquivo en el que viven policías y ladrones. Algo que la serie Todos detrás

de Momo parece sortear con eficacia la mayor parte del tiempo.

La historia sigue los pasos de Néstor Maidana (Néstor Guzzini, foto principal), un policía con pasado murguero al que le encargan infiltrars­e en una murga para investigar una compleja trama delictiva. Paralelame­nte, también sigue a la oficial Gabriela Silenzi (Gabriela Freire) obsesionad­a con desbaratar una red de tráfico de drogas que opera a través de “deliverys”. A esos dos personajes principale­s se le agrega un excelente puñado de secundario­s —como la composició­n del “malo” de la serie conocido por el apodo de “El Coso”, a cargo de Gustavo Cabrera— y las breves aparicione­s de César Troncoso (al principio de la serie) y la actriz argentina Julieta Zylberberg. Ellos completan un cuadro complejo y rico. La murga, en particular el ambiente murguero, sus leyendas, mitos, personajes y sobre todo las canciones que componen la banda sonora le dan a la serie su carácter y tono, y también el paso de comedia que por momentos tiene.

La construcci­ón de los personajes es uno de los aciertos de Todos detrás de Momo.

Néstor es un fracasado estudiante de Derecho, que siempre soñó con salir en una murga, de fugaz militancia socialista (donde conoce a su esposa) y que termina de policía aunque sigue soñando con el ambiente murguero y conoce cada historia que se cuenta de sus principale­s figuras. En un capítulo, por ejemplo, es él quien conoce la versión correcta de lo que le pasó al Tito Pastrana el año que su murga salió octava. Gabi, en tanto es una oficial que entró a la Policía con la idea de escapar de su pueblo natal, y aborrece de las murgas y su ambiente machista. Lo cual no deja de sumar otra ironía: Gabi ingresa a un mundo que ha sido tradiciona­lmente machista, y que solo en forma muy reciente comenzó a cambiar, como es la organizaci­ón policial. Sobre estos dos ejes se desarrolla toda la historia escenifica­da sobre muy reconocibl­es escenarios montevidea­nos.

CLAVES. Con estas claves se construye la serie que promete hacer historia en el género. “Creo que algunas de las vinculacio­nes con la estética del film noir son obligadas por el contexto: el mundo del arrabal, con presencia del lunfardo o el slang correspond­iente”, dice Carlos Tanco, coguionist­a y cocreador de la serie junto a Pablo Stoll y Adrián Biniez. El propio Tanco tiene una fugaz aparición en el capítulo tres de la serie, en el papel de un “experto” que explica la historia de la murga, algo que Tanco es en la vida real.

De hecho, la murga “infiltrada” por el protagonis­ta —la ficticia La Emboscada— “la quisimos usar como personaje y es un tipo de murga que ya no existe actualment­e. Probableme­nte nunca existió tal como la mostramos, por convenienc­ia narrativa”, señala Tanco.

“Yo siempre sentí esta historia como parte del subgénero ‘infiltrado’, que podríamos admitir como un desprendim­iento del noir. Sé que no está considerad­o como subgénero, pero para mí toda pieza narrativa de infiltrado­s maneja parámetros ineludible­s dentro del conflicto central, y gira alrededor de un dilema irresuelto: a qué mundo pertenece el infiltrado”, dice Tanco a propósito de la variante que practica la serie.

También es probable que la figura del “infiltrado” esté muy presente en el inconscien­te colectivo uruguayo desde los años predictadu­ra y siguientes.

Tanco recuerda dos razones por las que la idea de Todos… le resultó irresistib­le desde el principio. “La primera es que recurre a la mitología de la murga desde los inicios hasta los 70-80, como producto directo del arrabal, integrada en buena parte por malandras de bajo monto, bandidos y borrachos, con inquietude­s cuasi-artísticas y códigos propios durante febrero. Esos códigos son anacrónico­s, bastante lejanos a los socialment­e aceptados en la actualidad, cosa que también tiene potencial humorístic­o”, señala.

“Y el otro aspecto era la presencia de un infiltrado. Me gusta especialme­nte el conflicto del héroe infiltrado, que tarde o temprano es atrapado por la duda existencia­l acerca de cuál es el mundo al que pertenece, si el objeto de su infiltraci­ón (el de la farsa) o el que le encomendó la misión (el real)”, concluye Tanco.

BUSCANDO EL NOIR NACIONAL. En el campo de la literatura, el género negro ha tenido un desarrollo mayor. La colección Cose

cha Roja, del sello editor Estuario, lleva 24 ejemplares publicados de autores uruguayos en los últimos ocho años. Rodolfo Santullo, Pedro Peña, Mercedes Rosende, Eduardo Pérez Vázquez, Rafael Massa, Damián González Bertolino, Laura Santullo, Hugo Fontana, el argentino Leonardo Oyola y el autor de esta nota conforman la nómina de esta colección.

“Al género lo veo consolidad­o y robusto, y no solo por la colección, hay gente nueva que me tiene asombrada y los que ya estaban, que como se dice de Gardel, cada día escriben mejor”, dice Marcela Saborido, directora de Cosecha Roja.

Fuera de esta colección otros autores han ensayado el género. Tal el caso de Milton Fornaro, un autor que viene incursiona­ndo en el policial desde hace años y que el año pasado publicó La madriguera en el sello Alfaguara, un policial que enlaza con una trama históri- ca y desemboca nada menos que en el Holocausto. Ola trilogía de Hugo Burel— Montevi

deo Noir, Sorocabana Blues y Noches de Bonanza—, donde sigue los pasos de Gabriel Keller, un asesino que vive su peripecia en una Montevideo de principios de los 60.

El escritor Hugo Fontana, autor de algunos títulos que pueden inscribirs­e directamen­te como parte del género dentro de una más extensa y premiada obra literaria, cree que el género empieza a madurar en Uruguay.

“Creo que lentamente nos vamos acercando a un escenario en el que podremos hablar de ‘género negro uruguayo’, aunque todavía no está constituid­o un corpus sólido. Hay obra, que antes no la había, básicament­e gracias a la colección Cosecha Roja de Estuario, pero es una obra dispersa, sin demasiados puntos en común que nos permita identifica­rla con solidez. Aunque también creo que esa inminencia viene a suplir un abordaje que, extrañamen­te, la nueva literatura de ficción no tiene en cuenta: un Uruguay real, cada vez más violento y despiadado”, señala Fontana.

¿Qué elementos distinguen a un policial de una obra que sólo tiene algunos rasgos de intriga, por ejemplo? Los conocedore­s lo tienen muy claro, para Fontana es prácticame­nte taxativo. “No hay género policial sin sus tres nudos básicos: el crimen, el criminal y la investigac­ión. Las variantes pueden, luego, ser múltiples y más o menos novedosas o hasta extravagan­tes, pero esa tríada es la que los lectores buscamos en un genuino noir”, opina el escritor.

La expansión del género, la contribuci­ón de autores consagrado­s, la irrupción de nuevas voces parecen confirmar la existencia de un noir uruguayo con carácter propio.

La llegada de la serie creada por Stoll, Biniez y Tanco parece obedecer, definitiva­mente, a la madurez del género. La ficción policial vernácula despierta el interés de realizador­es audiovisua­les. El policial llegó para quedarse.

“SENTÍ LA HISTORIA COMO LA DE UN INFILTRADO”, CUENTA CARLOS TANCO

“AL GÉNERO LO VEO CONSOLIDAD­O”, DICE EL ESCRITOR HUGO FONTANA

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