El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Hombres de un solo verano

- MERCEDES ESTRAMIL

Hay tantos debuts literarios como escritores pero si se piensa en tipificarl­os se podrían armar por lo menos tres categorías: los que pasan sin pena ni gloria y no dicen nada de la trayectori­a futura, los fogonazos deslumbran­tes que no se repiten, y los que dan la pauta de posibilida­des y límites del futuro escritor. El debut de Siri Hustvedt, nacida en Minnesota en 1955 y esposa del escritor Paul Auster, encaja en estos últimos y acaba de ser reeditado por Seix Barral. Los ojos vendados, novela publicada en 1992, fue saludada por la crítica reina de The NewYork Times, Michiko Kakutani, como “la llegada de un gran talento”. Las obras posteriore­s de Hustvedt ( Todo cuanto amé, El

verano sin hombres, por ej.) no avalan el elogio y esta tampoco, o no del todo.

En Los ojos vendados una estudiante neoyorkina lucha por graduarse en la Universida­d de Columbia, sobrevivie­ndo a la penuria económica, a la migraña, a los malos amores y a los tipos excéntrico­s. Iris Vegan narra su historia en cuatro capítulos que conectan el final con el origen al modo de una envolvente cinta de Moebius. En ese trayecto se cruzan en su vida varios hombres, algunos de carne y hueso y otros de papel, que la conmueven, la dañan y en definitiva la fortalecen. Está el novio mediocre del que se enamora locamente, el profesor casado con el que no quiere cortar, el artista snob e histérico, el dandy acomplejad­o que la utiliza como conejillo de indias o divertimen­to pasajero, y el personaje novelesco psicopátic­o y rebosante de maldad al que quisiera emular y no puede. Está también, en la primera parte de la novela y como un auspicio motivador que no progresa un personaje en verdad interesant­e: el señor Morning, empleador de Iris en un trabajo de escritura singular que consiste en describir al detalle una serie de objetos personales pertenecie­ntes a una mujer asesinada ( quizá por el propio Morning).

En el fondo la novela no es otra cosa que el drama existencia­l de la protagonis­ta, que no logra conectar de verdad con nadie –o no por mucho rato- y que solo parece hallarse a sí misma en el travestism­o, cuando cambia su nombre o se viste de hombre. La trama entretiene y la ejecución tiene fuerza, si bien es la fortaleza de la corrección, la dosis justa, la frase esperable. En eso su escritura y la de Auster se parecen, no son malas, tienen momentos de brillo, pero aun dentro del más imaginativ­o argumento las aplasta la monotonía.

LOS OJOS VENDADOS, de Siri Hustvedt. Seix Barral, 2018. Buenos Aires, 237 págs. Trad. de Claudio López de Lamadrid. Distribuye Planeta.

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