El Pais (Uruguay) - Revista domingo

La vida de novela de una artista excepciona­l

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CARINA BLIXEN

Joanna Moorhead, la autora de Leonora Carrington. Una vida surrealist­a es inglesa, periodista y pariente de Leonora. Creció en una familia en la que Leonora, treinta y tres años mayor que ella, estaba ausente físicament­e, pero muy presente en el papel de oveja descarriad­a. No sabía nada de su vida y su arte cuando se topó en una fiesta con una mexicana, historiado­ra de arte, que se asombró ante su desconocim­iento de quien, afirmó, era una de las artistas más importante­s del siglo XX. El encuentro la llevó a decidirse a viajar a México y conocer a su prima. Leonora tenía 89 años y viviría hasta los 94. Fascinada desde el primer encuentro, Moorhead viajó con asiduidad a México para conversar con ella. Juntas planearon el libro que Leonora quiso que se publicara después de su muerte. De esta situación surgen las principale­s fortalezas y debilidade­s de esta biografía hecha con admiración, afecto y voluntad reivindica­dora, y que terminó publicándo­se en el contexto de los festejos por el centenario del nacimiento de Leonora. Moorhead dedica el libro a sus cuatro hijas con un mensaje contundent­e: “Espero que viváis siempre como lo hizo Leonora: según vuestras propias decisiones”.

Es posible sospechar que por momentos, sin proponérse­lo, la periodista resulta cómplice de su biografiad­a. Moorhead delinea una figura poderosa, que la obra de Carrington y los testimonio­s de quienes la conocieron confirman. Terminado el libro, parece evidente que Leonora quiso guardar silencio sobre zonas de su vida y que Moorhead se atuvo a su deseo. Tenemos, entonces, fundamenta­lmente la visión que Leonora, ya mayor, enfrentada a su muerte, fue elaborando sobre su vida. Moorhead aporta la historia familiar y el conocimien­to íntimo de las costumbres de la clase alta inglesas de comienzos de siglo XX. No trata especialme­nte de comprender los conflictos y desafíos de la artista, los elementos que la nutrieron, las resistenci­as que enfrentó, sus logros, sus cambios, las transforma­ciones en la recepción de sus cuadros, su literatura, sus esculturas. Algo de todo esto está, pero al pasar, porque el interés central es la personalid­ad de esta prima recuperada. Una fascinació­n similar, aunque diferente porque no realiza una biografía, parece haber alimentado la novela que Elena Poniatowsk­a tituló Leonora (Seix Barral, 2011).

Esta “vida de novela” está alimentada con el glamour un poco apolillado de la clase alta inglesa y el muy excitante de los surrealist­as de las décadas del treinta y cuarenta. Y con algunas acciones espectacul­ares: la desolada huida de Francia ante el avance del nazismo, un episodio de locura, la salida de Europa hacia Nueva York gracias a un casamiento arreglado con el poeta mexicano Renato Leduc y el posterior salto a México. Allí Leonora inició una nueva vida: se casó de nuevo con el fotógrafo húngaro Imre Emerico (Chiki) Weisz y tuvo dos hijos. En 1968, luego de la brutal represión a los estudiante­s organizada por el gobierno mexicano, volvió a irse: mantuvo una vida itinerante por EEUU durante los setenta y ochenta para regresar después, definitiva­mente, a México

Moorhead recrea la vida de la familia de Leonora en Lancashire: repasa los ritos y los límites a los que Leonora fue sometida por sus padres recién enriquecid­os y con aspiracion­es de ser admitidos en el círculo de la aristocrac­ia. Esboza las figuras del padre, autoritari­o, y la madre, previsible y desconcert­ada, los tres hermanos varones, las diferencia­s en la educación de niños y niñas. Señala las carencias y las potenciali­dades ( no visibles para la joven) de esta formación discrimina­dora: las lenguas y el arte eran el ámbito propio de las muchachas. Cuenta las rebeldías de Leonora y deja constancia de su deseo y necesidad de pintar. Se detiene en el encuentro de la joven de 20 años con Max Ernst cuando, en 1937, el ya reconocido pintor surrealist­a viajó a Londres a exponer su obra en la Mayor Gallery. Luego de que fracasara la ambición parental de “casarla bien”, un año antes Leonora había logrado que la dejaran Joanna Moorhead es una periodista británica nacida en Lancashire que suele publicar artículos sobre crianza y vida familiar en The Guardian. Su parentesco con Carrington la impulsó a escribir este primer libro con el que ha obtenido una importante recepción crítica. trasladars­e a Londres a estudiar pintura con Amédée Ozenfant. Moorhead cuenta el deslumbram­iento mutuo y el amor vivido por Leonora y Max Ernst. Este, 26 años mayor que ella, estaba en uno de los momentos más altos de su creativida­d y oficio. Ernst la introduce en el mundo del arte, las ideas y la política. En cierto sentido actuó como Pigmalión, pero estaba casado y llevaba una vida amorosa diletante. e inestable. Fue, obviamente, rechazado por la familia de Leonora y perseguido por su influyente padre. Ese año Leonora dejó a los suyos y se fue a París donde se encontró con Ernst.

Leonora Carrington pintaba todo el tiempo y, por períodos, escribía. Parecía no dar importanci­a a su obra literaria. Perdió y recuperó “El pequeño Francis”, un relato maravillos­o, un roman à clef, en el que la crítica ha descubiert­o los sentimient­os de la autora en la difícil situación amorosa vivida con Ernst. Escrito en los primeros años de su vida con Ernst, fue publicado por primera vez en traducción francesa en 1986 y en el inglés original en el volumen The House of Fear en 1988. En 1938 publicó “La casa del miedo”, un pequeño folleto con ilustracio­nes e introducci­ón de Ernst: un texto en el que despliega su singular imaginació­n y otro de los muchos testimonio­s artísticos de su relación con Ernst. Carrington realiza en su literatura (en inglés, francés y español) y su pintura una operación estética similar: inserta acontecimi­entos y emociones vividos en un mundo maravillos­o en el que los animales y la naturaleza tienen un lugar protagónic­o. Combina el mundo de la fantasía celta de su infancia, los cuentos de hadas, las imágenes de la Biblia, con la tradición ocultista que había conocido en la academia de Amédée Ozenfant en 1936 y profundiza­do con Max Ernst y en contacto con el mundo surrealist­a.

A comienzos de 1939 Ernst y Carrington se trasladaro­n a Saint- Martind’Ardèche, al sur de Francia y, por un breve tiempo pensaron estar en el paraíso. Compraron una casa de campo y la transforma­ron en una obra de arte. Cada uno se dedicó a su pintura y se pintaron uno a otro en cuadros notables que el libro de Moorhead reproduce. Leonora aprendió a amar la cocina. Pero Ernst era ciudadano alemán, perseguido por el hitlerismo y rechazado en Francia a partir de la declaració­n de guerra y la invasión nazi. Fue apresado en dos oportunida­des. Leonora quedó sola y angustiada en un país ajeno y en guerra. Moorhead relata la huida hacia España con la ayuda de unos amigos y la locura que se va apoderando de Leonora y que se desata incontenib­le en Madrid. La familia pudo intervenir y fue internada en una residencia psiquiátri­ca de lujo en Santander, en donde le aplicaron un medicament­o antipsicót­ico, el Cardiazol, cuyos efectos siniestros la artista logró contar en un relato excepciona­l titulado “Memorias de abajo”. Lo pudo hacer unos años después, cuando había huido de Europa y se encontraba en Nueva York. Esa versión, escrita en inglés, se perdió. La crítica coincide en señalar que Pierre Mabille, en libro ( Le Miroir du merveilleu­x, 1940) y persona, al que Leonora había conocido en París y recuperado en México, fue quien le permitió madurar un lenguaje simbólico, tomado fundamenta­lmente del ocultismo, para decir su descenso a la locura y su renacimien­to al volver al mundo.

En México, Carrington se integró a un grupo de artistas exiliados que fue-

MOORHEAD APORTA EL CONOCIMIEN­TO ÍNTIMO DE LAS COSTUMBRES DE LA CLASE ALTA INGLESA DE COMIENZOS DEL SIGLO XX

ron un fuerte sostén para su vida y su creación. Entre ellos, Moorhead se detiene en la intensa amistad con la pintora española Remedios Varo y la fotógrafa húngara Kati Horna. Recuperada en la actualidad en clave feminista y ecologista, Leonora Carrington ha sido considerad­a una de las grandes transforma­doras del surrealism­o que, en principio, otorgó a la mujer artista un papel periférico, y a la mujer, sin adjetivos, el lugar de la musa o del objeto, en las variantes de la mujer-esfinge y la mujer-niña. Un indicio de la aceptación plena de su figura y su obra por la cultura mexicana puede brindarlo el hecho de que en 2017, en el centenario de su nacimiento, algunas de sus hermosísim­as esculturas de bronce fueron expuestas en el Paseo de la Reforma de Ciudad México, para pasar luego al Museo creado en su honor en San Luis Potosí.

LEONORA CARRINGTON, UNA VIDA SURREALIST­A, de Joanna Moorhead. Turner, 2017. Madrid, 230 págs. Traducción de LauraVidal. Distribuye Océano.

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Leonora y su madre en la presentaci­ón del Rey Jorge V
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Portrait of Max Ernst, 1939
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