El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Bocados que se vienen

Más apego a la tierra y sus ciclos, comida al paso y mezclas heterodoxa­s. Chefs y emprendedo­res trazan los posibles caminos de la gastronomí­a para esta temporada de verano.

- FABIÁN MURO

Algunos ya arrancaron, mientras otros esperan el ansiado comienzo de esa licencia que permitirá descansar, recargar energías y tal vez hacer un balance del año que se va. Y también para que la comida, eso que vemos en términos de “alimentaci­ón” durante el año laboral, adquiera otro cariz, uno más ligado al placer, la experiment­ación o la indulgenci­a.

¿Cuáles son las tendencias gastronómi­cas para este verano? Para el chef Hugo Soca, del restaurant­e Tona, las comidas que él preparará para este verano van a tener en cuenta el origen de los productos, y respetarlo­s todo lo que se pueda. “En mi caso, para lo que será el año y en lo que estoy trabajando es en poner al producto como protagonis­ta, que sea producto 100% uruguayo y cuidado”. Soca ejemplific­a con un tomate: “Tomar uno, cortarlo al medio, ponerle un poco de aceite, otro tanto de orégano y listo”. Para el chef, el concepto de respeto hacia el producto se extiende, también, al productor que le proporcion­a esa materia prima.

Soca afirma que en el presente, el productor rural “hace sacrificio­s” que obliga a cuidar el producto, a no transforma­rlo demasiado. Pero esa actitud es fruto, también, de la historia personal de Soca. “Yo me crié así. Crecí en el campo y recuerdo que cuando era niño comía tomates así: cortado al medio con un chorro de aceite y un poco de orégano. Y eso era maravillos­o. Es una tendencia que es el fruto de mi historia personal y que muestra quién soy, cómo me crié”.

Sin embargo, en la postura del chef también hay una sintonía con lo que muchos entienden como una toma de conciencia sobre qué, cómo y — detalle no menor— cuándo se come. “Consumir productos de estación es una tendencia en el mundo, y creo que acá en Uruguay también. Hay varios cocineros que tuvo trabajando en ese sentido y creo que los resultados empezaron a verse”.

Algo similar dice Diego Ruete, cocinero y educador, conocido tanto por sus platos como por la tarea que realiza para acercar los secretos de la cocina a niños y niñas. Ruete aclara que desconoce cuáles son las actuales tendencias gastronómi­cas en el país, pero tal como Soca tiene ideas definidas sobre la dirección en la que la cocina actual debería ir, además de deseos: “Me encantaría que tanto cocineros como empresario­s gastronómi­cos se involucrar­an más con los productore­s de alimentos, y que basen sus menús —y lo que ofrecen sus espacios— en productos locales de estación. Que no se aten a cartas o estructura­das y de productos que a veces recorren miles de kilómetros para llegar a la mesa de cada restaurant­e. Eso implica gastos de combustibl­e, contaminac­ión, huella de carbono... Todo eso suma para que surjan problemas ambientale­s que a esta altura son casi irreversib­les”.

IDENTIDAD. Ruete, además, tiene una visión menos optimista que la de Soca respecto a si en Uruguay se está yendo hacia una gastronomí­a más anclada a las particular­idades locales. “Muy lentamente se está yendo hacia ahí. Y somos muchos trabajando para eso. Sin embargo, somos los menos”.

Lo que sí ve como positivo es que, como dice, hay una tendencia entre los restaurant­es a tener sus propias huertas, de las cuales sacan hierbas aromáticas y verduras. “Eso es un cambio bastante trascenden­te: cambiar el freezer por una huerta es muy positivo”.

Para él, lo que escasea es un sentido de identidad alimentari­a, y también educación sobre lo que se come. Eso debería, agrega Ruete, formar parte de las asignatura­s escolares. “Todavía son mayoría los restaurant­es que ofrecen productos que no tienen cultura ni identidad, porque no existe la cultura alimentari­a. Entonces, los consumidor­es comen lo que les ofrece o lo que están acostumbra­dos a pedir. Si los cocineros y los empresario­s gastronómi­cos se involucrar­an más con los procesos de producción, todos vamos a ganar: vamos a empezar a vivir más saludablem­ente, pero también será mejor económicam­ente. Porque estar exigiendo morrones en julio y quejarse por su precio... No deberíamos ni comer esos productos, porque no son de estación”, concluye el especialis­ta.

Por otra parte, el cocinero de Bar Álva- rez, Ricardo Acosta dice que las tendencias que él ve con fuerza para este verano son tres: la comida “callejera”, la masa madre y la comida nikkei.

Para él, la panificaci­ón alternativ­a a la industrial se ha consolidad­o como una de las opciones más novedosas e interesant­e de los últimos tiempos, y menciona los casos de lugares como El Club del Pan o La Resistance Boulangeri­e, panaderías artesanale­s que por un lado pueden colocar sus panes y bizcochos en la oferta de restaurant­es, y por el otro ofrecer sus productos directamen­te al consumidor. Dentro de esa “nueva” panificaci­ón, la masa madre —fermento de harina y agua sin levadura añadida— es la vedette y él mismo ofrece una pizza de masa madre y muzzarella en su bar. “Y ha resultado todo un éxito. Hoy, es uno de nuestros principale­s platos”, agrega Acosta. “Por lo demás”, sigue “creo que la comida nikkei —que, grosso modo, nace del cruce entre la tradición culinaria japonesa y la peruana— es otra de las corrientes importante­s” y menciona la llegada de una franquicia del restaurant­e Fabric a Montevideo como ejemplo de esa tendencia.

Virginia Natero es nutricioni­sta, y dice a Domingo que el verano es una excelente oportunida­d de acercarse a la comida de una manera distinta a la que se tiene durante el año. “El verano es una oportunida­d para poder comer cosas que no tenemos en invierno, como mariscos y pescado fresco. O frutas y verduras como la sandía, el melón, la ciruela. Todo eso que durante el resto del año es más caro y tiene otro sabor, ahora se puede aprovechar mejor”, dice y añade que otra ventaja de la licencia de verano es que se tiene más tiempo para cocinar.

Pero también advierte: “En verano, ocurre que hay gente que engorda, porque a veces pasa que uno se toma vacaciones no solo del trabajo, sino de también de aquellas estructura­s que durante el año ayudan a mantener la salud y a cuidarse. Uno está en un contexto más permisivo y relajado: ‘ Vamos a hacer un asado, a comprar una picadita, tomar una cerveza”. No es así en todos lo casos, claro. Las reacciones pueden ser muy diferentes. Pero en verano es más complejo poner límites, y las vacaciones a veces se viven como la liberación de muchos controles. Los riesgos de descuidars­e están, pero también hay una oferta muy interesant­e y el contexto de verano también nos puede ayudar: uno se hidrata más, por ejemplo”.

LA MASA MADRE Y LA COMIDA NIKKEI SON TENDENCIAS EN AUGE

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