El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Quiroga en cómic Un gran universo vivo y oculto entre las viñetas

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ALEJANDRO FERRARI

Horacio Quiroga ingresó al mundo de la historieta por la puerta grande. En 1975 — con guion de Carlos Trillo y dibujos de Alberto Breccia— vio la luz una adaptación de su cuento “La gallina degollada”. Esa puerta vuelve a abrirse para recibir la publicació­n de Quiroga. Tres historias de amor y de muerte, con guion de Lautaro Ortiz y dibujos de Lucas Nine, un verdadero capolavoro que rinde honor al inmortal escritor del Plata.

Amor y Muerte son dos tópicos que condensan gran parte de la espesura y temática de la cuentístic­a de Quiroga, y los tres cuentos de este espléndido relato gráfico son prueba de ello.

El libro de Ortiz y Nine tuvo su primera edición en Francia, de la mano del sello independie­nte Warum, en 2016, con el título Les Contes du suicidé. Trois histoires d’amour et de mort d’après Horacio Quiroga. La edición argentina recupera el título pensado originalme­nte: Quiroga. Tres historias de amor y de muerte. La designació­n “Quiroga”, colocada en el título, aprovecha la fuerza y significad­o del apellido sin necesidad del nombre de pila. La fuerza del “Quiroga” se expresa, en el interior, a través de su aparición en clave de “citas ocultas”. Un ejemplo es la mención a la calle Canning, donde Quiroga vivió con sus hijos en Buenos Aires, tras el regreso de San Ignacio en 1916. En varias escenas, además, está el rostro del escritor. Y, por último, su presencia concreta: la mayor parte de las palabras empleadas son citas textuales de los cuentos utilizados.

La fuerza del término Quiroga se conjuga con el amplio arco temporal de los tres cuentos escogidos, que van de 1907 a 1925, el año del cenit del autor salteño. El Quiroga que se preocupaba obsesivame­nte por títulos y detalles de tipografía, diseño y composició­n de sus cuentos y libros, segurament­e hubiera reparado en la obra gráfica. Tomar el libro, con su alargado formato de 16 por 30 centímetro­s, nos coloca frente a una suerte de templo gótico, en cuya fachada aparecen tres arcos ojivales donde apreciamos ilustracio­nes que nos remiten al contenido. En esta catedral, Amor y Muerte operan como los arcos de una bóveda de crucería, que en su levedad sostiene el edificio del relato.

El maridaje entre cuento quiroguian­o e historieta queda patente. La historieta como arte secuencial, al integrar visualment­e dibujos y textos que muestran el desarrollo de acciones y escenarios permite, a la vez, detenerse en el detalle. Por otra parte, la historieta permite crear una “segunda melodía”, al decir de Steimberg, y pormedio de la elipsis y de la alegoría desdoblar versiones en conflicto que se encontraba­n en germen en el cuento. Este desdoblami­ento es aprovechad­o con creces en este libro. Mientras el texto permanece idéntico al del cuento, a nivel gráfico surge una nueva narrativa, en la que aparecen nuevos personajes o nuevas posiciones del relato. Aquí radica una de las principale­s virtudes del libro, que se abre con la versión de uno de los cuentos góticos de Quiroga, “El almohadón de pluma”, de 1907, que ya había conta- do en 1983 con una adaptación en historieta de Elvio E. Gandolfo, con dibujos de Daniel González y textos de Roberto González, aparecida en la revista El dedo.

En esta oportunida­d, la posición elegida de los personajes, oculta, agrega una nueva interpreta­ción a lo contado por el texto. Un detalle que llama la atención, no presente en el cuento, es la aparición de unos perros, que agregan una dimensión auditiva a la secuencia, ligándolo a aquellos fox- terriers de “La insolación”, que son testigos de la muerte de su patrón.

Un paso mayor es el segundo cuento en la versión de la novela gráfica, el inquietant­e “Más allá”, del año 1925. La destreza en agregar una nueva capa temporal, que se basa en recursos como el flashback, se corona con una suerte de montaje paralelo entre presente y pasado, donde la figura misma de Horacio Quiroga da la clave para el nuevo relato. Nuevamente, el pro- cedimiento de Ortiz y Nine, de la doble narrativa de texto e imagen, nos reporta una nueva visión de lo que el cuento original apenas enuncia.

Hay infinidad de otros detalles que hacen riquísimas referencia­s al universo quiroguian­o y periodísti­co: los elementos tecnológic­os que transmiten el texto, como el grabador Geloso, la radio, la TV, el álbum fotográfic­o y la aparición del diario Crítica.

Ya decía Ricardo Piglia al referirse a Quiroga que “sus cuentos son una suerte de complement­o muy elaborado de las páginas de crímenes que se iban a desarrolla­r en esos años en Crítica”. Lo que narra el cuento, en su dimensión policial, es acogido en estas páginas, donde también supo colaborar el salteño en su suplemento cultural y donde Roberto Arlt fungiera como cronista policial periodista-detective.

Cierra la obra la adaptación de uno de los dos cuentos ‘fotográfic­os’ de Quiroga, “El retrato”, de 1910.

Manteniend­o el tono elegíaco pre- sente en el cuento, la adaptación se mete de lleno en la búsqueda tecnológic­a que permite la fotografía con su reproducib­ilidad, para remediar la separación que produce la muerte.

El cuento, que ocurre mayoritari­amente en el lujoso vapor París que cumplía la ruta Buenos Aires-Montevideo, propicia una parcial interpreta­ción autobiográ­fica del antiguo aficionado a la fotografía que fue Quiroga.

Basados en esta constataci­ón los autores desarrolla­n, a nivel gráfico, la aparición de otro personaje y la incorporac­ión de referencia­s posteriore­s, como el cuento de Julio Cortázar “Las babas del diablo” (1959) y la adaptación cinematogr­áfica de Michelange­lo Antonioni en Blow Up (1966).

La idea de la inmortalid­ad, ya presente en “El retrato oval” (1842) de Edgar Allan Poe, buscada por medios científico­s y tecnológic­os, es explotada en la versión gráfica.

En todos los casos Amor y Muer- te, esas dos temáticas quiroguian­as omnipresen­tes, van jalonando la novela gráfica, con un tono inquietant­e.

La obra de Quiroga ha sido desde siempre motivo de creación para los dibujantes, desde las ilustracio­nes que acompañaro­n casi todas las primeras ediciones de sus cuentos hasta infinidad de bocetos y adaptacion­es, también en el ámbito de la historieta, de autores principian­tes y consagrado­s.

Lo que logra este libro en particular es superlativ­o: elimina definitiva­mente la mirada que considerab­a un género menor la novela gráfica y engrandece la obra de Quiroga, que sigue vivo, a veces oculto entre las viñetas.

QUIROGA. TRES HISTORIAS DE AMORY DE MUERTE, de Lautaro Ortiz Lucas Nine. Ed. Sudamerica­na, 2018. Bs. As., 128 págs. Distribuye Penguin RandomHous­e.

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