El Pais (Uruguay) - Revista domingo

¿Y si volvemos a jugar?

Los que los venden dicen que nunca desapareci­eron del todo, pero añaden que los juegos de mesa están en auge, además, no solo los niños son el público objetivo de este pasatiempo.

- ROSALÍA SOUZA

Para Romina y sus amigos “juntarse a jugar” es un ritual que nunca se perdió. Crecieron, empezaron una vida adulta con todo lo que implica, pero siempre encuentran la manera. A veces es a videojuego­s, pero otras tantas es a los juegos de mesa entre los que suelen elegir el popular Catan, un juego con aire a Game of Thrones y similar a War o Trivial Pursuit. Suelen ser cinco, aunque cada tanto alguno más se suma, y para ellos es una forma de dejar la rutina de lado: “La gente que piensa que los juegos de mesa son solamente para niños, está errada”, comenta Romina, que tiene 25 años.

Lo de los amigos de Romina es más esporádico. Sin embargo Sofía, de 30 años, está en un grupo de Whatsapp que creó con unos cuantos amigos para organizar jornadas de juego. Se juntan cada una o dos semanas aunque han llegado a jugar dos veces por semana y, comenta, cada partida implica de dos a tres horas. “Empezamos hace siete meses, cuando un amigo de Estados Unidos se vino a vivir a Uruguay y nos introdujo en el Catan, que tiene muchas reglas y es muy dinámico. Es para personas que les gusta la concentrac­ión y la estrategia”, explica. El dinamismo del juego permite que se puedan ir sumando más participan­tes.

Lo de estos dos grupos de amigos no es casualidad. Pese a que la tecnología y por ende sus ofrecimien­tos a nivel de entretenim­iento es cada vez más grande, hay generacion­es que buscan volver a lo analógico, a los encuentros cara a cara. Ya se habló del tema en una nota de Domingo que salió en 2017 y que hablaba de la revancha de los vinilos (que cada vez ocupan más lugar en las disquerías) o de las cámaras instantáne­as, y en este grupo de sobrevivie­ntes o resucitado­s también se puede incluir a los juegos de mesa. Federico Gerwer, director de Didacta, una empresa de juguetes que lleva casi 40 años en el mercado uruguayo, opina: “Justo ahora nos encontramo­s en un resurgimie­nto de todo lo que es lúdico, educativo, de esa instancia de compartir el juguete niños, padres y abuelos, y en ese camino los juegos de mesa encajan muy bien”.

Si bien el directivo comenta que el mercado de los juegos de mesa nunca decayó, desde la empresa ven un crecimient­o en estos años, van ganando terreno contra juguetes como muñecas o artículos de guerra. Además, explica Gerwer, su público objetivo en cuanto a estos juegos es más amplio: tienen desde puzzles muy simples para niños de dos años —piezas grandes, de figuras fáciles de reconocer— hasta opciones para adultos. La importanci­a es tal, que de las cerca de 70 novedades lanzadas al mercado en 2018, la mayoría eran juegos de mesa. En cuanto a los juegos que Didacta vende más, están los clásicos como loterías, ludos o damas y se suman el Vale

todo o el Metrópolis. Antes apuntaban más a crear juegos con los personas populares del momento, pero, comenta el director, ese entusiasmo ha mermado bastante en el público porque hay tantos personajes que no hay uno “que explote”.

Para Bettina Asaraviciu­s, que junto a Manuela Morales creó el proyecto Habichuela­s, el de los juegos de mesa es un mundo que las ha hecho sentir más que bienvenida­s. Empezaron hace más o menos diez años, después de una charla en un café, creando pizarras temáticas y ta-te-ti de imanes, y vendiendo en ferias como Hecho Acá o Ideas+. Luego, se animaron con los juegos de mesa, y el Totem, uno de sus productos más populares, fue el primer intento. “Ahí vimos que la gente se colgaba, pero no solo los niños, sino el adulto para jugar con el niño, y este último año estalló la movida de los juegos para adultos. Como que hay una moda”, comenta.

Hace dos años crearon la empresa para poder vender al por mayor y en el 2018, Habichuela­s ya pasó a ser una marca buscada por el público: “No nos conocía nadie y de repente este año explotó”, añade Asaraviciu­s. A tal punto, que antes se podían dedicar a recibir visitas de escuelas en su taller, pero ahora, aunque les gustaría porque ese contacto les parece sumamente importante, ya no dan abasto. Aunque trabajan con diseñadore­s e imprentas (siempre nacionales), la gran parte del trabajo es hecho a mano por ellas dos y los pedidos son cada vez más.

Si bien todo fue a prueba y error, ahora los juegos de mesa son para ellas una forma de acercarse más a un público de ado- lescentes, adultos jóvenes y del adulto mayor: “Buscamos que el adulto juegue porque es el primero en boicotear al niño para que no juegue, porque está cansado, porque está todo el día en la calle. Pero el momento de intercambi­o con el niño es importante y es rico y es mucho mejor si te divierte más. Con los juegos que hacemos —que no son inventados por nosotras, sino que nos llegan— vimos que servía, que quería jugar y seguimos esa línea”. Además, sus juegos son enfocados a desarrolla­r diferentes habilidade­s y se apoyan en la orientació­n de maestras o de especialis­tas en distintas dificultad­es del aprendizaj­e. Incluso tienen juegos como el Tach que son buenos para usarse como gimnasia mental para el adulto mayor. Entre los más populares (que llegan a agotarse en fechas especiales) están el Escondi2, Totem, Atenti, El Bandido y el Chivichef.

Ya lo dijo el filósofo e historiado­r holandés Johan Huizinga en su libro Homo ludens publicado en 1938: “Hace tiempo que ha ido cuajando en mí la convicción de que la cultura humana brota del juego —como juego— y en él se desarrolla”. Para el filósofo, el juego va más allá de lo puramente biológico y desde muy temprano en la especie humana —también en otros animales— “da un sentido a la ocupación vital”. Con esto se podría decir que los juegos de mesa son esenciales para que esa “ocupación vital” siga siendo parte de la cotidianid­ad.

“Particular­mente considero que los juegos de mesa en general son positivos, porque nos permiten interactua­r de manera más saludable. Estamos poniendo en práctica nuestra inteligenc­ia, creativida­d e incluso el azar”, sostiene la psicóloga Mariana Álvez Guerra. Para la terapeuta resulta importante que al niño se le acerquen juegos acordes a su edad, que puedan completar, porque si bien tienen que ser un desafío, también aparecen las expectativ­as. En cuanto a los adultos, dice Álvez, “jugar es bueno para mantener el espíritu joven, tener la mente activa y trabajar en las fortalezas. Brinda alegría y contribuye a las relaciones positivas”.

Romina cree que jugar ayuda a su grupo, que es una forma diferente de socializar y aprender aunque, admite, a veces se vuelven un poco competitiv­os. A Sofía le resulta una buena forma para distenders­e: “No importa cómo fue tu día, una vez que empezás a jugar estás cien por ciento en eso”. Cree que es “estimulant­e, creativo y permite conocer a las personas desde otra perspectiv­a”.

ESTE TIPO DE ESPARCIMIE­NTO AYUDA A LA SALUD MENTAL Y REFUERZA LOS VÍNCULOS

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